martes, 26 de abril de 2011

Sobre resultados electorales e índices de pobreza en el Perú: ¿Qué nos dicen realmente los datos?

Gustavo Yamada y Roberto Asmat, Universidad del Pacífico, 17 abril 2011

La elevada votación obtenida finalmente por Ollanta Humala (31.7%), en la primera vuelta de las elecciones presidenciales el domingo pasado, no dejó de causar sorpresa porque hasta tres meses antes de las elecciones el candidato nacionalista andaba estancado en el 10-11% de las preferencias electorales a nivel nacional . Asimismo, se argumentaba que, luego de un quinquenio de auge económico, el elevado porcentaje (30.6%) que obtuvo Humala en la primera vuelta de las elecciones del 2006 era irrepetible .

Conocidos los resultados, los analistas políticos se apresuraron en afirmar que el porcentaje obtenido por el candidato Humala era la prueba de que el modelo económico de mercado no había funcionado y que su voto era uno de protesta “antisistema”. Amén de una efectiva campaña publicitaria, que moderó la imagen del candidato “anti-sistema”, en este artículo nos preguntamos acerca de ¿qué tan dura es la evidencia de ausencia de “chorreo” como detonante del voto antisistema?

La relación entre los niveles de pobreza y el voto “antisistema”

El hecho que Humala haya vuelto a obtener casi un tercio de la votación nacional (31.7%) y que la pobreza monetaria todavía afecte a un tercio de peruanos (34.8% en el 2009), ¿son mera coincidencia? o ¿están realmente correlacionados?

El Gráfico 1 muestra el grado de asociación estadística entre los niveles de pobreza departamental en el último año disponible (2009) y el voto obtenido por Ollanta Humala en las recientes elecciones. Sí existe una evidente correlación positiva entre ambas variables (0.36), como ya lo han señalado economistas de diversas tendencias.

Gráfico 1: Votación por Ollanta Humala e Incidencia de la Pobreza a Nivel Departamental

Así, los porcentajes más altos obtenidos por Humala suceden en los departamentos más pobres del país. Por ejemplo, en Huancavelica, obtuvo 55%, en Puno, 63%, en Cuzco, 62% y en Ayacucho, 58%. En dichos departamentos la pobreza incide en el 77%, 61%, 51% y 62% de la población, respectivamente.

Si agregamos el porcentaje obtenido por Keiko Fujimori, la correlación se incrementa aún más (a 0.57) tal como se muestra en el siguiente gráfico. Resulta bastante cierto que ambos candidatos han concentrado el voto de los sectores más pobres de la sociedad (los sectores identificados como D y E en las encuestas de opinión pública).

Gráfico 2: Votación Humala y Fujimori e Incidencia de la Pobreza a Nivel Departamental

La evidencia en este sentido también se confirma cuando la variable utilizada es la incidencia de la pobreza extrema a nivel departamental (coeficiente de correlación de 0.54), tal como se puede apreciar en el Gráfico 3.

Gráfico 3: Votación Humala y Fujimori e Incidencia de la Pobreza Extrema

Se ha afirmado, sin embargo, que el concepto de pobreza monetaria es bastante etéreo para los votantes y que, al final de cuentas, casi todos los peruanos nos consideramos medio pobres. En efecto, de acuerdo a la misma encuesta de hogares que produce el INEI para medir “objetivamente” la pobreza monetaria, el 89% de peruanos se considera “subjetivamente” muy pobre, pobre, o, más o menos pobre.

La relación entre la reducción de la pobreza y el voto “antisistema”

Un giro en el análisis entre la pobreza y los resultados electorales es preguntarse por la relación entre la evolución de la pobreza en los últimos años (ya sea reducción, mantenimiento o aumento) y la votación expresada el domingo 10 de abril. Porque, ciertamente Huancavelica y Apurimac han sido los departamentos más pobres del país durante siglos y no resulta realista lograr reducir sus niveles de pobreza sustancialmente (digamos, por ejemplo, a los niveles nacionales promedio de un tercio) en un quinquenio o una década.

El sorprendente gráfico adjunto nos indica que en los departamentos donde más se ha reducido la pobreza, durante el periodo 2004-2009, menor ha sido el voto “antisistema” (con una correlación de -0.32, casi tan significativa como la mostrada en el primer gráfico).

Gráfico 4: Votación por Humala y Reducción de la Pobreza (2004-2009)

Es decir, si bien es cierto el Gráfico 1 muestra que los departamentos con mayores niveles de pobreza presentan el mayor voto “antisistema”, el Gráfico 4 nos da luces sobre cómo llegamos a dicha situación. Este nos indica que la nula reducción o hasta ligero aumento de la pobreza registrado en estos departamentos se asocia significativamente con dicho voto. Así, por ejemplo, en Apurimac, la pobreza aumentó de 65% a 70%, mientras que en Cuzco y en Ayacucho la pobreza casi se mantuvo en su nivel (la reducción fue de apenas 3 puntos porcentuales) durante el periodo 2004-2009.

Por el contrario, en los departamentos donde se observa una reducción considerable de la pobreza (Ancash, Arequipa, Lima y Callao) el voto antisistema ha sido significativamente menor.

Un mensaje para la segunda vuelta y el próximo quinquenio

Por lo tanto, la evidencia muestra que la población sí sabría reconocer cuándo su situación económica mejora como consecuencia del modelo y cuándo no. Entonces, el voto tildado como “antisistema” del domingo 10 no debería mal interpretarse como un voto en contra del modelo económico de mercado vigente en el país, sino más bien como un reclamo para que los beneficios del modelo lleguen más rápidamente a las regiones más olvidadas del país.

La reclamada distribución más equitativa de los beneficios del crecimiento se consigue con la promoción de mayores niveles de inversión privada y pública que generen empleos sostenibles en los rincones olvidados del país y una política social que no solo alivie la pobreza sino que fundamentalmente provea de activos de calidad (educación, nutrición, salud, infraestructura económica) para que los peruanos superen por sí mismos su situación de pobreza, tarea fundamental para cualquier democracia duradera.

lunes, 18 de abril de 2011

Los primeros mil días

El Banco Mundial acaba de enumerar los principales retos del próximo gobierno para consolidar nuestro camino al desarrollo. Como lo señala su título, estaríamos en el “umbral de una nueva era” si es que retomamos con fuerza las tareas pendientes para la sostenibilidad del crecimiento y estabilidad macro, calidad de la gestión pública, inversiones en infraestructura y capital humano, y mayores oportunidades de inclusión social.

En particular, Omar Arias presentó evidencia novedosa y contundente sobre la insuperable rentabilidad de la inversión en los 3 primeros años de la infancia. Como los retornos son acumulativos, lo que se haga o deje de hacer en estos primeros mil días de vida impactarán para siempre en los peruanos que están naciendo en esta década.

Las inversiones en controles prenatales y de crecimiento, salud y nutrición, estimulación temprana y educación inicial de calidad determinarán si el niño podrá ‘alumbrar’ como un foco de 25 vatios o ‘deslumbrar’ como un foco de 100 vatios durante toda su vida. En el primer caso, seguiremos teniendo niños desnutridos, con problemas de salud crónica, de mediocre rendimiento escolar, una baja autoestima y grandes déficits de habilidades sociales y empleabilidad futura.

Estamos en una transición de gobierno con una economía en auge, relativa baja inflación y equilibrios fiscal y externo. Se pueden, asumir grandes retos como, por ejemplo, garantizar que todos los niños peruanos nacidos a partir del segundo semestre de este año tengan acceso a todas las intervenciones de salud, nutrición y educación inicial de calidad que les permitan desarrollar todo su potencial genético. Asegurado este primer peldaño, que es la base para toda construcción posterior, será necesario apuntalar el resto de inversiones en capital humano.

Una escuela básica de calidad los debería recibir con profesores bien preparados, que motiven y faciliten el aprendizaje para toda la vida. Luego, los centros de educación superior técnicos y universitarios los deberían formar en profesiones pertinentes para el mercado laboral. Así podríamos lograr un desarrollo sostenible basado en un capital humano de gran calidad, capaz de innovar en tecnologías y ciencias en las áreas de mayor ventaja competitiva. ¿Será demasiado soñar? Creemos que no, es momento de tomar en serio la inversión en capital humano a lo largo de toda la vida.

Artículo para El Comercio, 6 de Abril del 2011

Pérdidas de capital humano

Uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que está cumpliendo el Perú es la matrícula universal en educación primaria. Todavía hay grandes déficits de calidad, pero es una realidad la asistencia de prácticamente el 100% de niños y niñas peruanas a las escuelas primarias. Sin embargo, en la era del conocimiento actual, no es suficiente contar con una población con niveles elementales de alfabetización.

La línea oscura del gráfico retrata lo que, lamentablemente, todavía ocurre en nuestro país. Al final de la primaria ya ha abandonado el colegio un 10% de niños y niñas. Solo se matriculan en secundaria 8 de cada 10 y la culminan menos de dos tercios. El tránsito a la educación superior solo lo realiza uno de cada tres peruanos y, finalmente, completa un título técnico o universitario uno de cada cinco.

Si queremos terminar con la pobreza y apuntalar nuestra competitividad económica, necesitamos ampliar la cobertura, calidad y pertinencia de los niveles secundarios y superiores de educación. Con Juan F. Castro estimamos que solamente sus niveles superiores garantizan una salida sostenible de la pobreza. Asimismo, será imposible lograr una mayor sofisticación e innovación de nuestras actividades productivas con los estándares actuales de profesionales formados en el país.
Por último, la desigualdad de oportunidades en contra de nuestros compatriotas de origen indígena es dramática (línea punteada). Si bien tienen acceso casi universal al inicio de la primaria, ya al final de esta se distinguen brechas significativas con relación a los promedios nacionales: el 25% deserta la primaria, solo 60% continúa con la secundaria y 40% la llega a culminar, menos del 20% accede a la superior y solo uno de cada diez llega a completar el proceso educativo.

Artículo para El Comercio, 9 de Marzo del 2011

Empleos del futuro

Vivimos en una era que genera conocimiento y nueva tecnología a ritmo exponencial. La computadora personal cumplirá 30 años recién este agosto. El teléfono celular, tal como lo usamos hoy, celebró sus primeros 20 años hace solo unos meses. Google tiene trece. Facebook se creó hace siete. Y es muy posible que todavía no se haya inventado el aparato (físico o virtual) que vayamos a utilizar todos en el 2021.

El reverso de esta moneda es la acelerada obsolescencia del conocimiento, que se está depreciando a razón de 20% por año. Esto significa que lo que un universitario aprendió de cachimbo prácticamente no sirve cuando ese joven está acabando su carrera. Otra implicancia es que un profesional que no se actualiza luego de haber dejado las aulas, puede quedar totalmente obsoleto en cinco años. ¡Hay que tener la actitud, flexibilidad y disciplina para aprender toda la vida!

Diez especializaciones, inimaginables hace unos años que el Ministerio de Innovación británico prevé para el futuro cercano son:

•Relacionadas con la salud: 1) fabricantes de órganos corporales; 2) nanomédicos; 3) cirujanos para el aumento de memoria; 4) consultores de bienestar en la vejez (porque la vida se va a prolongar hasta pasados los 100 años).

•Relacionados con la agricultura y el clima: 5) granjeros transgénicos; 6) agricultores verticales (para cultivar en los techos de los edificios); 7) policías de modificación del clima (para evitar robos de escasas lluvias).

•Relacionados con la información: 8) organizadores del desorden virtual; 9) broker de cuentas de tiempo (lo que más escaseará en nuestras vidas); y, 10) trabajadores sociales de las redes sociales (para atender a aquellos marginados de este mundo por no estar al día en la tecnología).

¿Están las universidades preparando al Perú para insertarse competitivamente en este mundo que viene? Los resultados del último censo universitario no son muy alentadores, salvo honrosas excepciones. Por ejemplo, solo 21% de los catedráticos peruanos participa en alguna institución científica o cultural (lo que se ha reducido 30 puntos en quince años). Y solo 43% ha realizado alguna investigación en los últimos dos años. Por eso, un proceso riguroso de acreditación de la calidad de todas las instituciones de educación superior, con una mirada prospectiva y orientada a la empleabilidad de sus egresados, es una tarea urgente e impostergable.

Artículo para El Comercio, 9 de Febrero del 2011