jueves, 20 de septiembre de 2012

Subempleo profesional y acreditación de la calidad


La gran mayoría de jóvenes estudia una carrera para poder emplearse en esa misma profesión o alguna ocupación relacionada con similar grado de calificación. Así, se estudia Contabilidad para laborar como Contador, Administrador o Analista de Empresas. Pero, ¿qué sucede si no se consigue un trabajo acorde con las calificaciones profesionales obtenidas? Estamos ante la presencia del subempleo profesional. El caso más emblemático en el Perú es el profesional taxista.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Hogares, 29% de egresados universitarios entre 29 y 45 años se encontraba subempleado en el 2004 en el país. Sorprendentemente, esta cifra, lejos de haberse reducido, se situó en 35% en el 2010, a pesar del auge económico. ¿Por qué uno de cada tres profesionales está subempleado?

¿Será acaso un problema general del mercado laboral que no absorbe empleo suficiente aún con crecimiento económico? Si bien todavía falta flexibilizar el mercado laboral para que funcione mejor, las cifras muestran un desempeño positivo en los últimos años. Así, las empresas formales aumentaron su empleo en 40% entre el 2004 y 2010.

¿Será que, aún con un crecimiento general del empleo, no hay demanda suficiente por profesionales? Es decir, que se requieren primordialmente puestos de baja calificación. Por el contrario, la paradoja actual es que las empresas se quejan de no encontrar la cantidad de profesionales que necesitan y hasta tener que traerlos del extranjero.

¿Qué está pasando entonces? A nuestro juicio, es un problema de calidad de oferta: los profesionales egresados en los últimos años no tienen los niveles de calidad y pertinencia necesitados por el aparato productivo, por lo que muchos terminan laborando en ocupaciones de menor calificación.

Evidencias a favor de esta hipótesis: Dos terceras partes de los egresados de educación superior, enfrentados con la realidad del mercado laboral, se arrepienten de la carrera o institución que escogieron. La rentabilidad promedio de la educación superior ha empezado a disminuir. La oferta de instituciones privadas y públicas ha crecido incesantemente sin que se haya acreditado su calidad. Ha aumentado el acceso a la educación superior, pero, como hemos encontrado en un trabajo reciente en el CIUP, las habilidades de los estudiantes han disminuido. En muchas regiones del país los porcentajes de acceso a la educación universitaria superan significativamente los niveles mínimos de comprensión lectora y matemáticas evaluados por pruebas como PISA.

¿Qué hacer para evitar una mayor frustración de los jóvenes y que la insuficiente calidad de la educación superior sea una restricción para el crecimiento económico? Se necesita urgentemente relanzar el proceso de acreditación de la calidad de la educación superior y crear un comprensivo sistema de información laboral sobre la situación de egresados, por carreras e instituciones, y las necesidades de los empleadores. En este sentido, luego de años de ardua preparación, se encuentra listo para el financiamiento multilateral un proyecto que involucra otorgar incentivos para la inversión en calidad, por parte de universidades e institutos, y un sistema de información sobre la educación superior. Sería realmente lamentable perder esta valiosa oportunidad por los enredos burocráticos en los que anda siempre entrampado el Estado peruano en sus diversas instancias.


Publicado en El Comercio el 19 de Septiembre de 2012