miércoles, 12 de diciembre de 2012

Pobreza, clase media, y lavadoras …

Ha tomado dos décadas llegar a un consenso sobre cómo medir la pobreza monetaria en el país. Asimismo, su eventual erradicación se ha convertido en la principal meta nacional de largo plazo. Estadísticamente, se supera dicha situación si es que se puede consumir una canasta alimentaria básica que provea alrededor de 2,300 calorías diarias, que es el requerimiento promedio de energía recomendado en un adulto para mantener una adecuada nutrición, y destinar la otra mitad del gasto a cubrir otras necesidades básicas como vestido, vivienda, educación, salud y transporte.

En el Perú, gracias a dos décadas de estabilidad y crecimiento sostenido, hemos reducido la pobreza a la mitad situándose hoy en 28% de la población. Sin embargo, ¿salir de ella significa ingresar automáticamente a la clase media? ¿tenemos ya a la mitad de peruanos como flamante clase media y al quintil superior de ingresos como clase alta? No lo creo.

Una definición económica oficial de clase media está en sus inicios en el Perú y tardará años en lograrse un consenso acerca de su medición. Ha sido un terreno abordado más cualitativamente por sociólogos, políticólogos, y a través de encuestas de mercado por empresas reconocidas de marketing y opinión, que utilizan los niveles socioeconómicos desde A hasta E.

Recientemente, el Banco Mundial ha realizado una desagregación de la población no pobre en dos grupos: un segmento no pobre pero vulnerable como aquellas familias que perciben entre 1,200 y 3,000 soles mensuales, lo que podríamos llamar “clase emergente” (alrededor de 40% de la población), y por encima de esta última cifra (aproximadamente 25% de la población) que incluiría a la “clase media” propiamente dicha (hasta los 16,000 soles mensuales por familia).

Estos niveles de ingreso son relativamente arbitrarios porque no aluden a canastas de consumo específicas. De acuerdo al Banco Mundial, se trata de la mayor seguridad en la percepción de ingresos que tienen las clases medias y altas (menos de 10% de probabilidad de caer en la pobreza).

En línea con Hans Rosling, gran profesor y divulgador sueco, propongo la posesión de un electrodoméstico, concretamente la lavadora, como una variable síntesis aproximativa del tamaño total de la clase media y alta en el Perú. Lavar ropa es una necesidad básica, pero realizarla con un artefacto electrodoméstico parece propio de estratos socioeconómicos medios y altos. En los estratos bajos, el costo de oportunidad del tiempo dedicado al lavado a mano no es lo suficientemente alto como para evaluar la compra de una lavadora, ni el margen de ahorro del hogar lo permite (y otras veces ni la disponibilidad continua de electricidad lo hace posible).

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Hogares, el porcentaje actual de hogares peruanos que posee lavadoras es 19.8% y se ha incrementado diez puntos porcentuales en los últimos 7 años. En cambio, la propiedad de otros activos no es tan precisa para nuestro propósito. O sobrevaluaría el tamaño del estrato medio-alto (como en el caso de  refrigeradoras, que es de 40%) o lo subvaluaría (como es el caso del auto propio, que solo lo tienen 7% de los hogares peruanos).

La conclusión es mixta: todavía tenemos una clase media realmente pequeña, pero la tendencia será auspiciosa si es que logramos sostener el crecimiento a las elevadas tasas actuales por las próximas décadas.


Publicado en El Comercio el 12 de Diciembre de 2012