miércoles, 24 de junio de 2015

Migraciones heroicas

La migración de individuos, familias y grandes colectivos humanos, desde el distrito, provincia o región de origen, hacia otra localidad generalmente lejana, dentro o fuera del país, es casi siempre un acto heroico. Demanda asumir muchos sacrificios personales y familiares, sortear grandes dificultades económicas, enfrentar nuevas culturas y costumbres, y hasta superar procesos de discriminación arraigados en los lugares de destino.

Desde el punto de vista económico, la migración es una inversión en capital humano de elevado costo inicial con la esperanza de una mejor vida futura. Quienes finalmente migran suelen ser más emprendedores y progresistas que aquellos que dejaron atrás en sus comunidades de origen. Empiezan ganando menos que los lugareños de la localidad en la que se asientan pero, en base a su denodado esfuerzo y ganas de superación, en muchos casos terminan igualando y hasta superando los ingresos de los locales. 

Esta poderosa imagen de la migración, que siempre ha sido emotiva en todas partes del mundo, ha adquirido una connotación muy especial para nuestro país en el último medio siglo. La gran migración del campo a la ciudad ha sido posiblemente el fenómeno socio-económico más importante ocurrido dentro del Perú contemporáneo.

En “La fuerza económica de las migraciones internas”, Aníbal Sánchez, economista, sociólogo y directivo del INEI, recopila y analiza los flujos migratorios ocurridos dentro del país en las últimas décadas y evalúa sus efectos. Los datos son impresionantes: uno de cada cinco peruanos (más de seis millones) reside en una región diferente a la que lo vio nacer, y uno de cada tres (más de diez millones) vive en un distrito distinto al que registró su nacimiento. Somos en buena parte un país de migrantes internos, elemento central actual de la identidad peruana y la construcción de una nación más integrada.

Sabíamos, por los trabajos pioneros de José Matos Mar y Rolando Arellano, que en Lima se juntan, parafraseando a José María Arguedas, “todas las sangres”, y que ahora es una “Ciudad de los Reyes, los Chávez, y los Quispe”. No obstante, es apabullante reconocer que el 40% de la fuerza laboral en Lima Metropolitana es migrante. Asimismo, recordábamos por un trabajo nuestro con el Censo 2007 que zonas de selva como Madre de Dios han desplazado a Lima como las mayores receptoras relativas de migración interna. Es aleccionador conocer que el 56% de la fuerza laboral de aquella región es migrante, atraída por las oportunidades formales e informales aparecidas allí.

En relación a la racionalidad económica del migrante, este estudio revela que el ingreso promedio mensual del migrante en la última década ha sido de 1,341 soles. Mientras tanto, el ingreso promedio del no migrante fue de 1,054 soles. Se trata de una importante diferencia de 29% explicada en parte por esas ansias de progreso y superación que llevan consigo los migrantes.

Sin embargo, sabemos que esta mejora económica no siempre se ha acompañado con adecuados servicios de infraestructura, vivienda y transporte local, por un déficit de planificación urbana de mediano y largo plazo. Mirando a futuro, hay que actuar rápido para que mega-ciudades como Lima Metropolitana, que llegará a acoger 13 millones de habitantes en las próximas dos décadas, no colapsen.

Publicado en el diario El Comercio el 24 de junio del 2015. 

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