domingo, 18 de junio de 2017

Diez mil horas de práctica

Una sociedad que invierte en capital humano y brinda el desarrollo pleno de las potencialidades humanas de todos sus habitantes cosechará grandes profesionales, artistas y científicos.

En estas últimas semanas coincidieron los 50 años de publicación de dos obras maestras de las artes universales, convertidas en clásicos modernos por la crítica especializada y varias generaciones de público en todo el mundo: “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez y “St Pepper’s Lonely Hearts Club Band” de The Beatles.

Aparentemente, estos genios surgen muy de vez en cuando, cargados de mucho talento y creatividad innata. Sin embargo, Malcolm Gladwell, en su ‘best seller’ “Outliers” (Fueras de Serie) del 2008, nos propuso un factor común indispensable para llegar a esa condición: haber tenido y aprovechado la oportunidad de practicar alrededor de 10.000 horas hasta realmente alcanzar la maestría en la disciplina como para desarrollar obras maestras.

Evidentemente, el número exacto de horas resulta referencial, pero los ejemplos de Gladwell son convincentes. Tomemos el caso de The Beatles. Conocemos su éxito mundial a partir de 1964, pero en realidad Lennon y McCartney empezaron a tocar juntos desde 1957, cuando, por entonces, nadie pagaba por escucharlos en su natal Liverpool. Felizmente, en 1960 consiguieron un contacto para viajar y tocar en Hamburgo, todas las noches hasta ocho horas seguidas (y mal pagadas), en cinco ocasiones durante varios años, lo que resultó vital para completar sus 10.000 horas de práctica.

Con este entrenamiento frenético, los Beatles lograron la perfección para convertirse en esa máquina creadora y la banda musical más importante del siglo XX. Otros ejemplos emblemáticos que utiliza “Outliers” con estimados similares de tiempos de training son los de Bill Gates, Bill Joy y hasta Mozart. García Márquez no forma parte de “Outliers”, pero argumentos similares aplicarían para él. Gabo ha confesado que desde los 17 años no había hecho otra cosa que levantarse todos los días temprano y sentarse ante un teclado para llenar una página en blanco.

¿Cómo podemos relacionar estos ejemplos con la economía del desarrollo de un país? Las teorías modernas de crecimiento indican que para completar un proceso de desarrollo económico se necesita tanto una acelerada acumulación de factores (el sacrificio del trabajo duro, el ahorro e inversión en mayor capital físico y humano) llamado efecto “transpiración”, como un aumento de la productividad de los factores (que es generado por buenas políticas, la innovación y el progreso tecnológico) llamado efecto “inspiración”. Los Beatles y García Márquez son ejemplos geniales de la necesaria combinación de transpiración e inspiración para lograr el desarrollo a nivel personal y de todo un país.

Una sociedad que invierte en capital humano de alta calidad y brinda el ecosistema propicio para el desarrollo pleno de las potencialidades humanas de todos sus habitantes cosechará como consecuencia grandes profesionales, artistas y científicos, varios genios entre ellos, lo que alimentará su proceso de desarrollo económico sostenidamente.

En particular, necesita inversiones acumulativas importantes en investigación, ciencia, tecnología e innovación –efecto “transpiración”- para que buena parte del efecto “inspiración” pueda suceder. En este sentido, no es una buena noticia el dato del último Censo Nacional de Investigación: el Perú solo invierte 0,11% del PBI en investigación y desarrollo (la séptima parte que el promedio comparativo latinoamericano y la vigésima parte que el de los países OCDE). Claramente, se trata de una asignatura pendiente por resolver de manera urgente si queremos llegar al desarrollo.