Ph.D.
es la abreviatura del término latín original “Philosophiae Doctor” que
significa Doctor en Filosofía. Es el más alto grado académico otorgado en
ciencias exactas, sociales y humanidades en muchas de las mejores universidades
de investigación del mundo.
Para
obtener un Ph.D. se necesita, además de contar con los grados previos de
bachillerato y maestría, demostrar un sobresaliente nivel y profundidad de
conocimiento en la disciplina, y desarrollar y defender una tesis doctoral de
investigación original que contribuya a expandir el stock de conocimiento en la
materia.
En
esta ocasión, adaptaré dicho acrónimo a otro fin relacionado al ámbito
superior. PHD encapsulará tres elementos clave a tener en cuenta al tomar decisiones
sobre educación superior que deben enfrentar nuestros jóvenes.
En
nuestra columna anterior sobre observatorios laborales, finalizábamos indicando
que por más que fuera útil un portal como “Ponte en Carrera” para guiar decisiones
de educación superior, no debía ser el único elemento a considerar. Con el
método PHD proponemos ponderar tres dimensiones importantes: P de Pasión, H de
Habilidades y D de Demanda.
Con
la P de Pasión nos referimos al gusto y motivación que se pueda tener por una
carrera y actividad profesional que acompañará al individuo cerca de cinco
décadas. ¿Te imaginas diseñando o construyendo casas y edificios, o
diagnosticando enfermedades y operando para salvar vidas, o analizando muchos
números e información dispersa para manejar la economía de una empresa o país
toda una vida?
Con
la H de Habilidades incidimos en el hecho de que no basta la Pasión por la
futura actividad, sino que para el éxito y realización profesional, se
necesitan competencias académicas y no académicas específicas para cada
carrera. ¿Tienes facilidad para los números y análisis matemático, o te gusta
más leer toda clase de libros y escribir tus ideas sobre el papel? ¿Eres
extrovertido y con gran facilidad de palabra o introvertido y más hábil en el
trabajo analítico independiente?
Con
la D de Demanda nos referimos a tomar muy en cuenta lo que demanda actualmente el
mercado laboral y lo que se proyecta demandará en el futuro. Esto es
fundamental para ser suficientemente realista y no terminar estudiando una
carrera y en una institución con poca proyección y difícil inserción laboral.
Es
precisamente en este tercer aspecto la contribución de “Ponte en Carrera”.
Gracias al portal, se han revelado diversos casos de éxito laboral, pero
también muchos escenarios de bajos ingresos e insuficiente empleabilidad de
egresados de una gran cantidad de carreras e instituciones universitarias y
técnicas del país. Asimismo, el portal tiene información y videos amigables en
torno a las condiciones de P y H que se necesitan en carreras específicas.
Ahora
toca a las autoridades realizar campañas masivas de difusión entre escuelas
públicas y privadas para el uso efectivo de esta herramienta en momentos que
los escolares de cuarto y quinto de secundaria están a punto de decidir su
futuro profesional.
Y si
realmente tienes mucha Pasión, Habilidad y percibes Demanda por la creación de
conocimiento en una disciplina específica, ¡ojalá el país te pueda brindar la
oportunidad de desarrollar todo tu potencial hasta alcanzar un Doctorado Ph.D.
para beneficio tuyo, de tu familia y del Perú! Publicado en el diario El Comercio el 16 de septiembre del 2015.
El economista Gustavo Yamada, quien propuso la creación de
este observatorio laboral, cuenta lo que vendrá para este año
Por casi una década, Gustavo Yamada, decano de la Facultad
de Economía de la UP, insistíó a través
de columnas periodísticas y en reuniones empresariales del más alto nivel, tipo
CADE, la creación de un observatorio laboral para que los jóvenes peruanos puedan
elegir de manera correcta la carrera que estudiarían. La principal respuesta
que le daban desde todos los sectores era: no hay presupuesto.
Yamada, quien ha investigado en extenso el tema de los
retornos económicos por haber estudiado una carrera en el Perú, era un
convencido que muchos peruanos tomaban una pésima decisión por no contar con
las herramientas necesarias.
"Hay jóvenes que invirtieron mucho dinero en sus
estudios y al egresar no lo recuperaron porque los sueldos que obtenian eran
bajos", indica.
Datos claves: dos de cada tres egresados profesionales se
arrepienten de la carrera estudiada y de dónde la han estudiado. Y cerca de la
mitad de empresarios manifiesta dificultades para encontrar personal adecuado.
EL SURGIMIENTO
Fue en el CADE 2013 que la propuesta de Yamada fue acogida
por el IPAE, que con ayuda del Ministerio de Trabajo y el Ministerio de
Educación empezó a trabajar en la propuesta.
"No ha sido fácil sacar el portal porque involucraba
poner en comunion de intereses a dos ministerios, la Sunat y el sector privado,
pero felizmente se ha generado esta alianza".
Así, en julio pasado se lanzó el portal "Ponte en
Carrera" de manera oficial, con una inversión de US$100 mil. El éxito fue
total: los medios de comunicación le dieron gran cobertura a los datos
obtenidos, los jóvenes se volcaron a las redes sociales y descubrieron que la
profesión de geólogo era de una de las más remuneradas del mercado y las
universidades (claro, las mejor ubicadas) difundieron los resultados con
algarabía.
Lo preocupante, insiste Yamada, ha sido que no se le está
dando importancia a aquellas carreras e instituciones que presentan los menores
índices de empleabilidad y ocasionan sueldos bajos, tipo educación o técnico en
farmacia.
"Si los jóvenes se dan cuenta que hay carreras que no
son atractivas e instituciones que tampoco lo son, podrán tomar una mejor
decisión".
LO QUE VIENE
El economista de la Universidad del Pacífico dice que
"Ponte en Carrera" está en la mitad del camino recorrido. Se cuenta
con el 70% de información de las empresas privadas y se espera que antes de fin
de año se sume la data de las empresas del sector público.
Otra gran tarea será la campaña de difusión del portal en
colegios públicos y privados de todo el país. "El principal usuario de
'Ponte en Carrera' tiene que ser el joven que está pensando en que hará los
próximos 50 años de su vida , que estudiará y dónde lo hará. Por eso hay que ir
a las escuelas".
Yamada suelta una pregunta: ¿qué hubiese pasado si hace 10
años se habría lanzado el portal? Y luego piensa en voz alta: "¡cuántos
jóvenes peruanos podrían haber tomado una mejor decisión!". No lo dice,
pero lo cierto es que quizá decenas, cientos o miles.
El
lanzamiento del Observatorio Educativo Laboral “Ponte en Carrera”
(pontenecarrera.pe) el mes pasado tuvo una amplia cobertura en los medios de
comunicación escrita y radial del país. Ha sido un hito para esta fructífera
alianza público-privada entre los Ministerios de Educación y Trabajo e IPAE. Asimismo,
los comentarios positivos de parte de importantes columnistas como Mónica
Delta, Franco Giuffra, Eduardo Morón y Raúl Vargas han contribuido a darle
mayor difusión y credibilidad a la iniciativa.
En
términos operativos, el portal está funcionando muy bien en tiempo real. Los resultados
que más se han resaltado son los primeros puestos en remuneración promedio en
el sector privado a egresados de Geología e Ingenierías, y los últimos puestos
en el caso de Educación. Se trata de estadísticas confiables pues provienen de verdaderos
censos de planillas de empresas privadas formales que cuentan con alrededor de
500 mil casos individuales acumulados.
También
ha concitado la atención mediática los ingresos más altos desagregados a nivel
de carreras e instituciones. El hecho de que el Economista de la Universidad
del Pacífico sea el mejor remunerado en el mercado laboral nos llena de gran
satisfacción. En segundo lugar aparece el Ingeniero Mecánico-Eléctrico de la Universidad
de Piura. El tercer y cuarto puesto lo ocupan los Ingenieros Empresariales y
Administradores de la Pacífico. Y completan el quinto lugar los Ingenieros
Geólogos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Sin
embargo, un valor agregado importante del observatorio es revelar los casos de
bajas remuneraciones y reducida empleabilidad para que los jóvenes puedan tomar
mejores decisiones de inversión educativa superior de largo plazo. Por lo que consideramos
que esta mirada a la parte inferior de la tabla no ha generado suficiente
prensa todavía.
A
partir de este tipo de información y supuestos realistas, se pueden revelar miles
de casos de recientes egresados con tasas de retorno negativas bajo un análisis
financiero y económico. De hecho, simulaciones realizadas sobre decisiones que
posiblemente no ocurrirían al conocerse de antemano dichos retornos mediocres evidencian
un enorme beneficio neto de este tipo de herramientapara la sociedad.
Se
ha invertido una suma total inferior a los cien mil dólares en desarrollar el
portal, mientras que su beneficio social, en el cálculo más conservador, sería
centenares de veces mayor. Para materializar todo este potencial se tiene
previsto hacer campañas masivas de difusión y tutorías en escuelas secundarias
públicas y privadas. Una segunda etapa del observatorio, a completarse a más
tardar a fines de este año, tendrá también estadísticos detallados de
empleabilidad relativa por carrera e institución.
Al
fondo del ranking de ingresos, aparecen también muchos casos de datos no
disponibles. Esta aparente falta de información es en realidad muy informativa:
genera por lo menos dudas sobre la empleabilidad en el sector privado formal de
egresados de muchas de estas instituciones y carreras en el país.
Un
observatorio como “Ponte en Carrera” es un elemento central que faltaba para
acompañar la toma de decisiones de los jóvenes y mejorar el funcionamiento del
mercado de educación superior. No
obstante, no es el único. Por ello, en una próxima entrega desarrollaremos el
método PHD de elección de carrera.
Publicado en el diario El Comercio el 19 de agosto del 2015.
Beta
es la segunda letra del alfabeto griego, importante innovación (fue el primer
conjunto ordenado y completo de letras en la historia) de la nación que hoy
sufre una de sus peores crisis, debido al desastroso manejo económico en las
últimas décadas.
Beta
se utiliza universalmente como símbolo en diferentes disciplinas como la estadística,
economía y finanzas. Suele representar el coeficiente de una regresión que mide
la influencia de una variable sobre otra (por ejemplo, el efecto del nivel de
ingreso disponible sobre las cantidades de consumo agregado o de productos
específicos). En el campo financiero, Beta mide la volatilidad del precio de
acciones específicas en relación a la variabilidad del valor promedio de todas las
acciones.
En
esta columna, proponemos utilizar la letra BETA en el campo educativo laboral: como
un acrónimo de la Brecha entre la Educación y Trabajo Actual, sobretodo a nivel
profesional y técnico. Esta situación
puede haber existido desde hace mucho en nuestro país, pues las universidades e
institutos no siempre se conectan con las empresas y organizaciones para captar
sus demandas de personal y adecuar sus contenidos formativos. Sin embargo, la
brecha parece haberse agudizado en los últimos tiempos.
Algunas
razones detrás: las necesidades de las empresas y organizaciones están
cambiando mucho más rápido en estos tiempos, donde la única constante es el
cambio acelerado, mientras que las ofertas de educación superior resultan ser en
muchos casos inerciales y estar cada vez más rezagadas. Por otro lado, la
cantidad de instituciones y universidades ha crecido enormemente, pero con alta
heterogeneidad en calidad y pertinencia, incrementando la posibilidad de brechas
a nivel individual y agregado.
En
un reciente estudio publicado en el portal de “IZA World of Labor” (bit.do/IZA-Yamada),
analizamos de manera comparativa la prevalencia de este fenómeno a nivel
mundial. Encontramos similitudes en la dirección del boom, pero diferencias en cuanto
a resultados y la forma cómo las políticas públicas atienden las asimetrías de
información y el aseguramiento de la calidad, con el fin de amenguar el
subempleo y la sobreeducación profesional.
En
este sentido, finalmente en el Perú se ha empezado a hacer realidad un sistema
de información educativa laboral que coadyuve a reducir esta BETA para
beneficio de los jóvenes y todo el país. Ayer martes 21 se lanzó la primera
etapa del observatorio “Ponte en Carrera.pe”, iniciativa conjunta del
Ministerio de Educación, Ministerio de Trabajo e IPAE, que permite por primera
vez conocer de manera fidedigna las remuneraciones promedio por carrera e
institución de egreso en el país.
Así,
los jóvenes pueden informarse de que las especialidades mejor pagadas en el
Perú tienen que ver con su rica dotación de recursos naturales y la aplicación
de tecnologías para aprovecharlas: las carreras de Geología y diversas Ingenierías.
Por otro lado, resulta contradictorio aún que la Educación esté a la cola de
las remuneraciones en un país que necesita a gritos mejorar la calidad de su capital
humano, pagando mejor a sus formadores tanto en el sector público como privado.
Consideramos que, mientras más se difunda este riquísimo portal entre los
jóvenes, padres de familia, universidades, institutos y empresas, mayor será su
impacto para reducir la BETA. ¡A ponernos en carrera!
Publicado en el diario El Comercio el 22 de julio del 2015.
La migración de individuos, familias y grandes
colectivos humanos, desde el distrito, provincia o región de origen, hacia otra
localidad generalmente lejana, dentro o fuera del país, es casi siempre un acto
heroico. Demanda asumir muchos sacrificios personales y familiares, sortear
grandes dificultades económicas, enfrentar nuevas culturas y costumbres, y
hasta superar procesos de discriminación arraigados en los lugares de destino.
Desde el punto de vista económico, la migración es una
inversión en capital humano de elevado costo inicial con la esperanza de una mejor
vida futura. Quienes finalmente migran suelen ser más emprendedores y
progresistas que aquellos que dejaron atrás en sus comunidades de origen.
Empiezan ganando menos que los lugareños de la localidad en la que se asientan
pero, en base a su denodado esfuerzo y ganas de superación, en muchos casos terminan
igualando y hasta superando los ingresos de los locales.
Esta poderosa imagen de la migración, que siempre ha
sido emotiva en todas partes del mundo, ha adquirido una connotación muy
especial para nuestro país en el último medio siglo. La gran migración del
campo a la ciudad ha sido posiblemente el fenómeno socio-económico más
importante ocurrido dentro del Perú contemporáneo.
En “La fuerza económica de las migraciones internas”,
Aníbal Sánchez, economista, sociólogo y directivo del INEI, recopila y analiza los
flujos migratorios ocurridos dentro del país en las últimas décadas y evalúa
sus efectos. Los datos son impresionantes: uno de cada cinco peruanos (más de
seis millones) reside en una región diferente a la que lo vio nacer, y uno de
cada tres (más de diez millones) vive en un distrito distinto al que registró
su nacimiento. Somos en buena parte un país de migrantes internos, elemento
central actual de la identidad peruana y la construcción de una nación más
integrada.
Sabíamos, por los trabajos pioneros de José Matos Mar
y Rolando Arellano, que en Lima se juntan, parafraseando a José María Arguedas,
“todas las sangres”, y que ahora es una “Ciudad de los Reyes, los Chávez, y los
Quispe”. No obstante, es apabullante reconocer que el 40% de la fuerza laboral
en Lima Metropolitana es migrante. Asimismo, recordábamos por un trabajo nuestro
con el Censo 2007 que zonas de selva como Madre de Dios han desplazado a Lima
como las mayores receptoras relativas de migración interna. Es aleccionador
conocer que el 56% de la fuerza laboral de aquella región es migrante, atraída
por las oportunidades formales e informales aparecidas allí.
En relación a la racionalidad económica del migrante,
este estudio revela que el ingreso promedio mensual del migrante en la última
década ha sido de 1,341 soles. Mientras tanto, el ingreso promedio del no
migrante fue de 1,054 soles. Se trata de una importante diferencia de 29% explicada
en parte por esas ansias de progreso y superación que llevan consigo los
migrantes.
Sin
embargo, sabemos que esta mejora económica no siempre se ha acompañado con adecuados
servicios de infraestructura, vivienda y transporte local, por un déficit de planificación
urbana de mediano y largo plazo. Mirando a futuro, hay que actuar rápido para
que mega-ciudades como Lima Metropolitana, que llegará a acoger 13 millones de
habitantes en las próximas dos décadas, no colapsen. Publicado en el diario El Comercio el 24 de junio del 2015.
El Decano de la Facultad de Economía y Finanzas de la UP no cree que la clase media en el país sea la mitad de la población. En esta entrevista brinda su análisis sobre el tema y opina sobre la necesidad de elaborar un indicador sobre este segmento de la población.
Al economista Gustavo Yamada le resulta muy difícil afirmar que la clase media en el Perú está conformada por más del 50% de la población. Este cálculo fue anunciado recientemente por un funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien detalló que este grupo socioeconómico creció de 11.9% a 50.6% entre el 2005 y el 2014. Esto sería lo mismo que decir que casi se ha quintuplicado, como muchos medios de comunicación titularon ante este anuncio. Sin embargo, lo cierto es que la clase media peruana ha tenido un proceso de crecimiento muy importante en estos años, pero no tan exagerado. “Se ha duplicado, pero todavía no llega a ser la mitad de la población”, dice el Decano de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico.
Yamada aplicó al caso peruano la lectura particular que suele darle a las estadísticas Hans Rosling para explicar aspectos económicos. Este divulgador científico de origen sueco encontró una relación muy estrecha entre la posesión de lavadoras y la clase media de un país. La explicación radica en que una familia que tiene este electrodoméstico necesariamente dispone de dinero para comprarlo, cuenta con cobertura de agua y electricidad, y puede costear el consumo de energía. Pero, sobre todo, asume que el costo de oportunidad de tiempo dedicado al lavado es más alto como para realizarlo a mano. “Si usamos ese indicador –explica Yamada–, el porcentaje de hogares con una propiedad exclusiva de lavadoras en el Perú –según la ENAHO– subió de 11% a 23% entre el 2004 y el 2014”. Es lo mismo que decir que se ha duplicado o que uno de cada cuatro hogares es de clase media.
Si bien es cierto que no hay un consenso sobre la definición de este grupo socioeconómico, la cifra estimada por Yamada está acorde con lo calculado por investigaciones más complejas. Ipsos considera que la clase media en el país –conformada por los niveles socioeconómicos B y C– ha crecido de 21% a 35% entre el 2005 y el 2014. La Cámara de Comercio Lima informa que se expandió de 12.2% a 29%. Incluso, un reciente informe del BID señala que la clase media en el Perú abarca el 26% de su población. Y el Banco Mundial también maneja una cifra similar.
Al ritmo de la desaceleración
El común denominador es que la clase media peruana ha crecido aún en el contexto de desaceleración económica. En el 2011, Yamada hizo el mismo cálculo en base a la tenencia de lavadoras y el porcentaje ascendía a 19.8%, un incremento de diez puntos porcentuales desde el 2004, la época de mayor crecimiento económico del Perú. Hoy la cifra actualizada es 23%, que significa un despunte de tres puntos entre el 2011 y el 2014. “La clase media ha seguido creciendo, pero quizá a un ritmo menor que en los ‘años dorados’ de la década pasada. Sí se nota el impacto de la desaceleración en este segmento de la población”, apunta.
Yamada disiente de la opinión sobre la fragilidad de la clase media peruana para retornar a la pobreza o a una situación de inestabilidad. El Decano de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico explica que aquellas familias que salieron de la pobreza y que no han llegado a conformar la clase media constituyen la llamada “clase vulnerable”. En este caso, sí es posible que ante un ciclo económico desfavorable retrocedan en el escalafón socioeconómico. En cambio, la clase media propiamente dicha es un segmento más consolidado. ¿Qué características tiene? Yamada tiene un perfil:
“Son aquellas familias que tienen cierta solvencia económica para acceder a servicios de educación y salud de calidad. No pasan por apuros de desempleo y subempleo. Y si hay una situación temporal de desempleo, tienen los recursos para poder sobrellevarlo a través de la CTS, fondos de ahorro o algún activo. Eso implica un presupuesto que rebasa los S/. 1,300 mensuales que define el umbral de la pobreza, sino que fácilmente supera los S/. 3, 000 mensuales para que esa familia típica de cuatro integrantes tenga todo el paquete completo de necesidades socioeconómicas cubiertas con calidad”.
Dicho esto, le preguntamos a Yamada si ya es necesario dejar atrás la controversia y elaborar un índice de la clase media para efectos de diseñar políticas públicas destinadas a fortalecer este segmento de la población.
Hay varias formas de medir la clase media, como los enfoques de seguridad económica (BID) y de niveles socioeconómicos (Ipsos). ¿El Perú podría liderar un consenso y construir un índice sobre este segmento de la población?
Sería una buena iniciativa y, en ese sentido, el Perú puede tener cierto liderazgo en el tema. En la medición, seguimiento y aceptación del indicador de la pobreza fuimos pioneros. La Encuesta Nacional de Hogares es considerada como una de las mejores de la región. Además, tenemos un comité de seguimiento de la pobreza que es independiente. Con ese precedente, yo creo que podemos asumir el liderazgo de la medición y seguimiento de la clase media peruana. Esto requiere arribar a cierto consenso nacional, pero también regional y mundial para que se pueda comparar con los países. Y además para mirar las diferencias en cuanto al tamaño del presupuesto nacional que cada familia necesita para lograr ser considerada de clase media. Sería todo un reto metodológico poner de acuerdo a los institutos de estadísticas de los países. Tendría muchas virtudes para poder discutir políticas relevantes para fortalecer la clase media de los países.
¿Qué diferencias podría tener la clase media peruana respecto a otros países?
Por ejemplo, para acceder a una educación de calidad generalmente hay que recurrir a la educación privada. Eso no es así en otros países, porque todavía la educación pública es la proveedora fundamental de educación de calidad, tanto en colegios como en estudios superiores. Entonces, el presupuesto familiar necesario para la parte educativa en esos países puede ser menor. Déjame agregar también el tema de seguridad. En el Perú, se necesita más presupuesto familiar asignado para poder sentirse relativamente seguro, porque hay que pagar vigilancia privada en muchos barrios, dado que la seguridad pública no funciona lo suficientemente bien. Hay que gastar en el guachimán del edificio o de la cuadra, que en otros países no necesariamente es una necesidad porque funciona la seguridad pública provista por la policía. Esa es otro tema que marca diferencia. Llegar a ser clase media probablemente en términos relativos cuesta más que en otros países, porque hay que pagar privadamente servicios de calidad como educación, salud, seguridad, etc.
¿Se podría conformar un comité independiente que garantice las cifras de clase media?
Sí, porque son indicadores políticamente sensibles. En el pasado, hubo mucha discusión, porque se evalúa el desempeño de un gobierno con indicadores objetivos concretos: por ejemplo, si bajo o no la pobreza. Entonces, si eso no es producido de una manera técnica, rigurosa, transparente e independiente puede estar manipulado por el gobierno de turno. Por eso se ha instaurado en varios países –y el Perú ha sido líder en ese aspecto– comités que puedan certificar las mediciones de pobreza. En ese sentido, ha habido un gran avance. Ahora, yo creo que del 2016 hacia adelante, sea quien sea el gobierno elegido, probablemente el tema de cómo consolidar la clase media sea uno de los temas centrales. Y eso implica una medición objetiva, rigurosa y transparente para deducir políticas públicas apropiadas a partir de eso.
¿Quizá en un futuro cercano podríamos evaluar a los gobiernos en base a cuánto creció la clase media en el país?
Es posible. Sería un buen indicador de desarrollo, porque fortalecer la clase media tiene una serie de ventajas, como estabilizar el sistema político y democrático y reducir la polarización de la sociedad. La experiencia de desarrollo económico y social de todos los países del mundo señala que sin una clase media fuerte y mayoritaria es difícil hablar de un desarrollo consolidado y sostenible.
Tomado de http://www.up.edu.pe/prensa/gustavo-yamada-ser-clase-media-4065
Gustavo Yamada, Decano de
Economía y Finanzas, Universidad del Pacífico[1]
29 de mayo 2015
Fuente:
www.periodismoperu.com, www.elcomercio.pe
La información adelantada a los jóvenes sobre la
empleabilidad de egresados profesionales, por carreras e instituciones
educativas, es clave para contribuir a una mejor toma de decisiones que afectarán
a toda una vida profesional, reduciendo la asimetría de información inherente a
este mercado de bienes experiencia.
Otros mecanismos que confluyen en la misma línea son el licenciamiento y
acreditación de la calidad de las universidades y facultades. Lamentablemente
en el Perú estas dos políticas recién están en sus inicios en comparación con
otras partes del mundo.
En unos pocos días vence el plazo establecido para que
las empresas privadas y entidades públicas del país ingresen al sistema electrónico
de planillas (T-Registro) cuatro datos básicos sobre la situación educativa de su
personal: nivel de instrucción alcanzado, nombre de la carrera e institución en
la que realizaron estudios superiores técnicos o universitarios, y año de
egreso de la misma (el registro es bastante amigable con menús desplegables en
opciones ubicadas por nombre u orden alfabético).
Estos datos, agregados de manera confidencial y anónima,
van a ser el insumo fundamental para
construir el portal web “Ponte en Carrera”, apropiado nombre escogido para el Observatorio
Laboral lanzado por los Ministerios de Trabajo y Educación en alianza
estratégica con IPAE y la colaboración de la SUNAT (ver https://www.facebook.com/pontencarrera).
Ha tomado una década convencer a todos los agentes
involucrados sobre la necesidad imperiosa de contar con una herramienta como
esta para mejorar el funcionamiento de los mercados de educación superior y
laboral del país. El siguiente recuento se hace con el fin de dejar constancia
por escrito de las dificultades para diseñar e implementar políticas públicas
en el Perú, en un entorno de mucha debilidad e inercia institucional, que ojalá
sirva para identificar lecciones de política y administración pública a futuro.
El primer paso fue la realización de estudios
minuciosos con la escasa información estadística disponible, auspiciados por el
Consorcio de Investigación Económica y Social y el Centro de Investigación de
la Universidad del Pacífico, acerca de los retornos
económicos de la educación superior en el mercado laboral peruano entre el 2004
y 2005. Esta temática también tiene mucha importancia a nivel latinoamericano y
mundial puesto que el trabajo
fue aceptado y publicado en una revista científica mexicana de divulgación
internacional. El segundo paso fue tratar de hacer incidencia en los medios de
comunicación y en las políticas públicas en el Perú. Las conferencias anuales
del CIES divulgaron las posibles estafas educativas a la que estaban expuestos
muchos jóvenes, que deciden estudiar carreras técnicas y universitarias con
escasa rentabilidad, y fueron materia de sendas
coberturas en medios escritos y televisivos por lo menos durante unos días.
Una oportunidad que parecía crucial fue nuestra participación
en el panel “Educación Superior: ¿A más siembra mayor cosecha?” del CADE 2006, plantando
este sistema de información laboral. Su recepción calurosa por parte de las
autoridades y los asistentes a dicho evento parecían presagiar su
inminente aplicación. Sin embargo, no fue así, durante muchos años...
El tercer paso fue insistir con la implementación de
este observatorio a través de los comunicados
de la Comisión de Educación Superior del Consejo Nacional de Educación, las
sucesivas Comisiones Consultivas de Empleo, la Comisión de Educación del
Congreso de la República, y nuestras
columnas periodísticas. No obstante, no se llegaba nunca a concretar la
iniciativa. El argumento siempre era la falta de presupuesto público y la
urgencia de dedicarlo a otras necesidades urgentes, pero también impedían reales
avances la ausencia de prácticas de trabajo multisectoriales en el país, puesto
que este es un tema eminentemente intersectorial entre educación, trabajo y los
gremios empresariales.
Mientras tanto, el problema parecía agravarse puesto
que el número y matrícula de carreras profesionales y técnicas e instituciones
de educación superior no
cesaban de crecer, al mismo tiempo que los empresarios se quejaban
insistentemente del desajuste
entre la oferta y la demanda laboral.
Un nuevo impulso empezó a darse con los CADE por la Educación
y los CADE Ejecutivos en recientes años.
Asimismo, el creciente debate sobre qué hacer con la legislación universitaria,
liderado por el Congresista Mora y el Ministro Saavedra, también abonaron
en darle más urgencia a la medida.
De hecho, hace dos años CADE entregó al gobierno un
compromiso con sacar adelante el observatorio en el plazo de doce meses. Finalmente,
se convenció a la SUNAT y las instancias intermedias del MINTRA sobre la
rentabilidad social del esfuerzo y el Ministro
Maurate está comandando este esfuerzo final para implementar esta poderosa
herramienta de gestión.
Solamente falta que el empresariado privado y las
entidades públicas ponga su granito de arena para que esto se haga realidad.
Más allá de cualquier sanción pecuniaria potencial por incumplimiento, el país
y los jóvenes se lo van a agradecer enormemente a fin de reducir las decisiones
equivocadas y la brecha de talento en el país.
Estamos convencidos de que un portal como Ponte en
Carrera, va a ayudar mucho a reducir estos desajustes presentes en el mercado peruano
actual. Hemos exhortado por diversos medios a las empresas a que ingresen la
información necesaria: columna
en El Comercio, publicación
en el Facebook de la Universidad del Pacífico y de IPAE, difusión a través
de gremios empresariales, entre otros. La fecha objetivo señalada por el
gobierno para el lanzamiento del Observatorio es julio de este 2015 y esta vez
creemos que sí se está cerca de cumplir dicha meta, luego de ¡una década de
travesía!
Referencias
Consejo Nacional de Educación (2010). Sistema de
educación superior: Un sistema articulado para una educación a lo largo de la
vida. Boletín CNE Opina Nº30. Publicado en diciembre 2010.
El Comercio (2014). Saavedra: "La plata por sí
sola no genera cambios en educación". Publicado en el diario El Comercio
el 14 de noviembre del 2014.
Gestión (2015). Ministerio de Trabajo: “En julio se
conocerá real demanda de profesiones y cuánto paga el mercado”. Publicado en el
diario Gestión el 10 de marzo del 2015.
Lavado, P.; G. Yamada & J. Martínez (2014). ¿Una
promesa incumplida? La calidad de la educación superior universitaria y el
subempleo profesional en el Perú. Working Paper Series. BCRP. Diciembre 2014.
Manpower (2013). Encuesta sobre Escasez de Talento.
Perú21 (2013). Alertan sobre el aumento de subempleo
profesional. Publicado el 08 de mayo del 2013.
Perú21 (2013). CADE 2013: Empresarios asumen
compromisos concretos. Publicado en el diario Perú21 el 02 de diciembre del
2013.
Trahtemberg, León (2006). Brechas entre educación y
mercado laboral (CADE 2006). Publicado en el diario Correo el 8 de diciembre
del 2006.
Yamada, G. (2005). Retornos de la educación superior
en el mercado laboral: ¿vale la pena el esfuerzo? Proyecto Mediano CIES. Lima.
Yamada, G. (2009). Rendimientos de la educación
superior en el mercado laboral. El caso de Perú. El Trimestre Económico 76(2):
485-511. México.
Yamada, G. (2013a). URGENTE: Información de
empleabilidad. Publicado en el diario el Comercio el 26 de junio del 2013.
Yamada,
G. (2013b). Lecciones para acreditar la calidad educativa. Publicado en el
diario el Comercio el 30 de setiembre del 2013.
[1] Agradezco la eficiente asistencia de investigación de parte de Nelson
Oviedo para la redacción de esta reseña, al igual que el valioso apoyo de Pablo
Lavado, Juan Francisco Castro, María de los Ángeles Cárdenas, Ricardo Montero,
Roberto Asmat, Fernando Mendo y Joan Martinez en la realización de estos
estudios a lo largo de esta década.
Este 31 de mayo vence el plazo para que las empresas
privadas y entidades públicas ingresen a
la planilla electrónica (T-Registro) cuatro datos básicos sobre la situación
educativa de su personal: nivel de instrucción, nombre de la carrera e
institución de estudios superiores, y año de egreso (es un registro sumamente
amigable con menús desplegables y opciones por nombre u orden alfabético).
Estos datos, agregados de manera confidencial y
anónima, serán el insumo fundamental para construir el portal “Ponte en
Carrera”, nombre del Observatorio Laboral lanzado por los Ministerios de
Trabajo y Educación, en alianza con IPAE y colaboración de SUNAT.
Ha tomado una década convencer a todos los
involucrados de la necesidad de este observatorio, a fin de mejorar el
funcionamiento del sistema de educación superior y el mercado laboral del país.
El primer paso fueron los estudios de retornos a la educación superior en el
mercado laboral peruano desde el 2004. El segundo su divulgación a través de medios
de comunicación. Las posibles “estafas” educativas a la que estaban expuestos
muchos jóvenes, que estudian carreras técnicas y universitarias con escasa
rentabilidad, fueron noticia en medios escritos y televisivos, por lo menos
durante unos días.
Una oportunidad crucial fue CADE 2006 donde planteamos
este sistema de información laboral. Su recepción calurosa parecía presagiar una
inminente aplicación. Sin embargo, no fue así. El tercer paso fue insistir a
través del Consejo Nacional de Educación, sucesivas Comisiones de Empleo, la
Comisión de Educación del Congreso y columnas periodísticas. No obstante, nunca
se llegaba a concretar la iniciativa. El argumento era siempre la falta de
presupuesto, pero también impedía el avance la ausencia de prácticas multisectoriales
en el país.
Mientras tanto, el problema parecía agravarse puesto
que el número y matrícula de carreras e instituciones de educación superior no
cesaban del crecer, al mismo tiempo que los empresarios se quejaban
insistentemente del desajuste entre la oferta y la demanda laboral.
Un nuevo impulso se dio con los CADE por la Educación
y Ejecutivos en años recientes. Asimismo, las reformas de la legislación
universitaria y de institutos superiores, lideradas por el Congresista Mora y
el Ministro Saavedra, han abonado en darle urgencia a la medida. Finalmente, se
convenció a SUNAT e instancias intermedias de los ministerios sobre la prioridad
del esfuerzo, y el Ministro Maurate está comandando actualmente este último esfuerzo
de implementación.
Solamente falta que usted, señor empresario y ejecutivo
privado y público, ponga su “granito de arena” incorporando la información educativa
de sus colaboradores. Más allá de cualquier sanción por incumplimiento, el país
y, especialmente, los jóvenes se lo van a agradecer.
Dos
datos claves para animarlo a contribuir: dos de cada tres egresados profesionales
se arrepiente actualmente de la carrera estudiada y de dónde la ha estudiado. Y
cerca de la mitad de empresarios manifiesta dificultades para encontrar
personal adecuado. Estamos convencidos
de que un portal como “Ponte en Carrera” ayudará muchísimo a reducir estos dos
desajustes presentes en el mercado peruano. Desde aquí exhortamos a todos a colaborar
en favor de esta causa nacional. Artículo publicado en el diario El Comercio el 27 de mayo del 2015.
El
Instituto Nacional de Estadística e Informática reporta mensualmente una buena
cantidad de indicadores económicos y sociales de la mayor importancia. Los más
conocidos, sin lugar a dudas, son la variación en el Índice de Precios al
Consumidor (inflación mensual divulgada el primer día del mes siguiente), y el
crecimiento en el Producto Bruto Interno (variación real estimada mes y medio
después).
Junto
con las cifras calculadas del PBI se dan a conocer un conjunto de indicadores
del mercado laboral de Lima Metropolitana que no siempre sopesamos en su justa
dimensión. De ellos, relativamente conocidos son la tasa de desempleo abierto, a
la cual se le otorga una menor importancia en un contexto de alta informalidad
laboral y ausencia de seguro de desempleo, junto con las “peruanísimas”
mediciones de subempleo y, por complemento, el estimado del nivel de empleo
adecuado, con todas las limitaciones que este concepto puede acarrear.
Un
indicador que pasa algo desapercibido es la evolución de los ingresos promedio
mensuales. Este artículo analiza las virtudes relativas de este indicador para
explicar una serie de dinámicas en el mercado laboral que bien vale la pena
tener en cuenta tanto para los hacedores de política como para el sector
privado, que siempre se encuentra atento a las tendencias en sus mercados de
bienes y servicios.
El
último dato de ingreso promedio mensual corresponde al primer trimestre del
2015 y se sitúa en 1,588 soles. Lo
interesante de este número es que, comparado con aquel del primer trimestre del
2014, representa un 10,2 por ciento de incremento nominal y un significativo 7,4
por ciento de crecimiento real, aun en medio de la desaceleración actual de la
economía peruana. Esta cifra supera ampliamente el avance del PBI per cápita que
se habría logrado durante el mismo período. ¿Cómo explicar este comportamiento,
tan altamente sorprendente como positivo, en medio de numerosos indicadores a
la baja de este complicado primer trimestre?
En
primer lugar, veamos si este comportamiento es generalizado o corresponde solo
a algunos subconjuntos de la población que llevan el promedio hacia arriba. Como
se observa en el Cuadro 1, por niveles educativos, todos
aumentan sus ingresos reales en 4% o más; por grupos de edad, el ingreso real
promedio crece encima de 6%; por sectores económicos, todos mejoran a excepción
de la construcción; por tamaño de empresa y género de trabajadores también
encontramos un desarrollo similar. En
conclusión, se puede hablar de un incremento relativamente uniforme de las
remuneraciones reales de la población ocupada en la capital.
En
segundo término, podría argumentarse que todo o una buena parte de este
crecimiento real observado en la variable se debe a un puro efecto composición:
Pudiera ser que, debido a las menores oportunidades laborales como fruto de la
desaceleración, han perdido empleos los más jóvenes y menos educados. De esta
manera, la composición del 2015 reflejaría una población empleada más educada y
con mayor edad en promedio que tiende a ser mejor remunerada. Sin embargo, los
promedios de años de educación (12) y edad (36) de la población ocupada remunerada
que captura la EPE al nivel de toda Lima Metropolitana han cambiado poco de un
año a otro. En todo caso, un ejercicio de descomposición simple indica que no
más de dos puntos del incremento remunerativo promedio se deberían a este
efecto.
En
tercer término, preguntémonos si esta variable, medida mensualmente, no refleja
de manera adecuada la compleja realidad de los ingresos laborales en el mercado
peruano. Su fuente de información es la Encuesta Permanente de Empleo (EPE) que
tiene un tamaño de muestra altamente representativo (se alcanza a 1,600
viviendas mensuales y todas las variables se reportan en acumulados
trimestrales móviles). Es decir, incluye información social y económica de trabajadores
formales e informales ya que se llega a ellos a través de los hogares. Hemos examinado
las preguntas que se realizan para recoger los ingresos y, si bien no son tan
desagregadas y minuciosas como las que realiza anualmente la ENAHO, sí cuentan
con una estructura similar, por lo que consideramos que recogen un buen
estimado de los ingresos mensuales netos. Por último, y más importante quizás
para validar la evolución de la variable a través del tiempo, se responde al
mismo tipo de cuestionario desde que se empezara a realizar esta encuesta en el
2003, la que se ha llevado a cabo ininterrumpidamente cerca de 150 meses.
Precisamente,
si uno revisa la serie histórica -que ya se puede establecer y validar- de esta
variable y la compara con la evolución agregada de la economía peruana en los
últimos diez años, nota por lo menos tres grandes hechos de interés (ver Gráfico
1).
Primero,
el ingreso laboral real promedio se mantuvo estancado desde el 2003 hasta mediados
del 2007, a pesar de que la economía y el PBI per cápita habían empezado a
crecer importantemente por lo menos desde el 2004. ¿Por qué no subía el ingreso
real promedio durante esa primera parte del boom peruano? Posiblemente debido a
que había un exceso de oferta de trabajo muy significativo como consecuencia
del estancamiento secular de la economía peruana durante varias décadas y,
particularmente, como efecto de la última prolongada recesión de la economía
peruana entre 1998 y el 2002.
Segundo,
el ingreso real promedio empezó a aumentar desde el 2007 y, como se observa,
siguió creciendo hasta finales del 2009, a pesar de que la economía peruana se
había desacelerado abruptamente un año antes, como resultado de la crisis
financiera internacional que empezara en el segundo semestre del 2008. Es
decir, pareciera que existe cierta inercia en la fijación de condiciones de contratación
en el mercado laboral peruano, el cual reacciona con un retraso de alrededor de
12 meses para ajustarse a los cambios bruscos en las tendencias
macroeconómicas.
Tercero,
el ingreso real inició una nueva fase de crecimiento desde fines del 2010 que
todavía no ha culminado, precisamente, porque aún no se ha terminado de trasladar
la desaceleración macroeconómica al mercado laboral. Esta es una buena noticia que,
sin embargo, acabaría pronto. Se podría argumentar que el escenario actual es
mucho menos dramático que el del 2009, por lo que no debería esperarse una
caída en los ingresos reales (de hecho, resulta auspicioso que la pobreza haya
seguido disminuyendo en el 2014, tal como lo acaba de revelar el INEI en su
informe anual).
No
obstante, es urgente que el PBI recupere una mayor tasa de crecimiento, antes
de que se empiece a notar una sensación de estancamiento y desaliento en el
mercado laboral, que afecte a su vez el crecimiento del consumo dinámico hasta
ahora. Por tanto, es necesario poner todos los esfuerzos, desde todos los
niveles, para que en el resto del 2015 recuperemos una senda de crecimiento
económico cercana al 5 por ciento de potencial peruano.
Autores: Gustavo Yamada y Nelson Oviedo
Articulo publicado en la página oficial de Facebook de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico.
De
acuerdo al INEI, el ingreso promedio mensual en Lima Metropolitana durante el
primer trimestre del 2015 fue de 1,588 soles. Este número representa un 10% de
incremento nominal y 7% de crecimiento real respecto al año anterior, superando
ampliamente el avance del PBI per cápita en el mismo período. ¿Cómo explicar
este comportamiento, sorprendente y positivo, en medio de numerosos indicadores
a la baja?
Este
incremento laboral ha sido bastante generalizado: por niveles educativos, todos
aumentan sus ingresos reales en 4 por ciento o más; por grupos de edad, el
ingreso real promedio crece encima de 6,5 por ciento; por sectores económicos,
todos crecen a excepción de construcción; por tamaño de empresa y género de
trabajadores también encontramos un desarrollo similar.
Asimismo,
no se trataría de un puro efecto composición pues la estructura de la PEA
ocupada remunerada varia poco de un año a otro, en todo caso explicaría no más
de dos puntos del incremento. También hay que señalar que la fuente de
información (EPE) es representativa y con una serie adecuada de preguntas sobre
ingresos de trabajadores formales e informales, ya que se encuesta a hogares.
Por último, se responde al mismo
cuestionario desde el 2003, sin interrupción por cerca de 150 meses.
Precisamente,
si uno revisa la serie histórica y la compara con la evolución de la economía
peruana, nota tres hechos (ver el artículo completo en https://www.facebook.com/EconomiaYFinanzasUP):
El ingreso laboral real promedio se mantuvo estancado desde el 2003 hasta mediados
del 2007, a pesar de que la economía empezaba a crecer sostenidamente, quizás debido
al exceso de oferta de trabajo acumulado como consecuencia del estancamiento económico
secular y la última prolongada recesión entre 1998 y el 2002.
El
ingreso real promedio comenzó a incrementarse desde el 2007 y siguió creciendo
hasta finales del 2009, no obstante que la economía peruana se había
desacelerado abruptamente un año antes debido a la crisis financiera
internacional. Al parecer, existe cierta inercia en la fijación de condiciones
en el mercado laboral peruano, el cual reacciona con un retraso de alrededor de
12 meses para ajustarse a cambios bruscos en la macroeconomía.
El
ingreso real inició una nueva fase de crecimiento desde fines del 2010 que
todavía no ha culminado, precisamente, porque aún no se ha terminado de trasladar
la desaceleración macroeconómica al mercado laboral. Esta es una buena noticia que,
sin embargo, acabaría pronto. Se podría argumentar que el escenario actual es
mucho menos dramático que el del 2009, por lo que no debería esperarse una
caída en los ingresos reales (de hecho, resulta auspicioso que la pobreza haya
seguido disminuyendo en el 2014, tal como lo acaba de revelar el INEI en su
informe anual).
No
obstante, es urgente que el PBI recupere una mayor tasa de crecimiento, antes
de que se empiece a notar una sensación de estancamiento y desaliento en el
mercado laboral, que afecte a su vez el crecimiento del consumo dinámico hasta
ahora. Es necesario poner todos los esfuerzos, desde todos los niveles, para
que en el resto del 2015 recuperemos una senda de crecimiento económico cercana
al 5 por ciento de potencial peruano. Publicado en el diario El Comercio el 29 de abril del 2015.
Especial 25 años de
Gestión. El decano de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del
Pacífico narra cómo impacta el Diario en su carrera.
La prensa económica del
Perú llegó hasta la década de los 90 sin una tradición de publicaciones
diarias. Unos años antes habían salido al mercado algunas revistas o boletines
con información económica, pero poco alcance. Gestión nace el 25 de setiembre
de 1990 listo para cubrir la demanda que generaría la nueva coyuntura económica
tras el ‘fujishock’.
A propósito del
aniversario, el economista Gustavo Yamada comenta cómo el diario ha acompañado
la economía nacional y su carrera en estos años.
¿Qué tan necesaria era
la información económica en los años 90?
Gestión salió cuando
estábamos sufriendo el costo acumulado del mal manejo económico de los 70 y,
sobre todo, de la segunda mitad de los 80. Con el ‘fujishock’ saber qué iba a
pasar con las finanzas públicas, con el tipo de cambio, etc. era muy importante
y, por eso, Gestión se vuelve muy útil. Luego se consolida y acompaña a la
economía peruana en las buenas y en las malas.
¿Cuál era la situación
previa de la información económica y financiera?
Antes de la aparición
de Gestión la información económica financiera era bastante restringida en el
Perú. Había que estar suscrito a servicios bastante caros y no había
información para los empresarios de pequeña, mediana o gran industria y que
pueda ser utilizada por profesionales o estudiantes. Entonces, Gestión cubrió
un vacío bien grande.
¿Cómo le resulta útil
un diario económico?
Nosotros siempre
llevamos un Gestión a las clases de Economía. Y, por ejemplo, yo les pido a mis
alumnos analizar las noticias de Gestión para incentivarlos a ver cómo tienen
que relacionar la teoría económica con el mundo real.
¿Y en sus
investigaciones?
Para medir el impacto
de qué tan restrictiva puede ser una legislación laboral en cuanto a la
contratación formal se nos ocurrió analizar la publicación de noticias
relacionadas la Ley General de Trabajo en Gestión desde el 2001 hasta el 2012.
¿Cómo así?
Hicimos una estadística
de la frecuencia diaria, semanal y mensual de las noticias, con su importancia
(si habían sido portada o página interior) y medimos su impacto en el ritmo de
generación de puestos de trabajos formales.
¿Cuáles fueron los
resultados?
Encontramos una
relación inversa: mientras más noticias salían, es decir mientras más inminente
era aprobación del proyecto, más expectativa negativa se generaba y se reducía
la velocidad de contratación formal. Ese es un caso práctico de cómo se usa la
información de Gestión en un estudio.
Entrevista realizada por Evelyn Coloma para el diario Gestión.
Link original y vídeo de la entrevista: http://gestion.pe/economia/gustavo-yamada-siempre-llevo-gestion-clases-economia-2127832
Especial 25 años de
Gestión. Roberto Abusada, Gustavo Yamada, Kurt Burneo y Pablo Secada repasan
las reformas claves del proceso de estabilización del Perú durante la última
década del siglo XX.
El primer número de
Gestión salió al mercado el 25 de setiembre de 1990. ¿Qué tan diferente era el
Perú en esa época? Hacía casi un mes, el ministro de Economía de entonces, Juan
Carlos Hurtado Miller, había anunciado un drástico plan de estabilización
conocido como el ‘fujishock’, que junto a otras reformas de mercado en casi
toda la economía, cambiaría el desempeño económico del país en los siguientes
años. Pues, hasta llegar esta década, el Perú era un ejemplo de mala gestión
macroeconómica y de crisis generalizadas.
El PBI nacional se
contrajo cuatro veces durante los años 80, el déficit fiscal como porcentaje
del PBI llegaba a dos dígitos y las brechas en la cuenta corriente de la
balanza de pagos, a cerca del 10%. De igual forma, el crecimiento exponencial
de la inflación evidenciaba los problemas: entre 1988 y 1990 se llegó a picos
de hiperinflación anual de cuatro dígitos.
Ante un país sin
reservas, la única solución era restringir la oferta monetaria y liberar los precios,
a pesar de la incertidumbre que generó en ese momento y el impacto sobre las
personas con menores recursos. Los precios de los productos de primera
necesidad se dispararon, pero con el límite al déficit fiscal y la impresión
inorgánica de dinero, la inflación empezó a bajar.
Después, el proceso de
reformas para liberar los mercados avanzó muy rápido hasta 1994. Se impulsaron
las privatizaciones, la desregulación, la flexibilización del mercado laboral y
la reforma de administración tributaria, con efectos que se ven hasta el día de
hoy.
¿Fue suficiente? Si
bien el Perú mejoró su competitividad durante los años 90, aún hay un camino de
reformas pendientes para seguir avanzando. La debilidad de las instituciones,
por ejemplo, se mantiene como uno de los principales riesgos del panorama
nacional que limitan su acercamiento a las grandes ligas del desarrollo.
Link original y de la entrevista: http://gestion.pe/economia/decada-90-voz-cuatro-economistas-peruanos-2127066
Hace unas semanas tuvimos a Paul Gertler, experto
mundial en evaluación de impacto, en un taller internacional con énfasis en
proyectos de agua y saneamiento, gracias a una cooperación entre Banco Mundial,
BID, GRADE y Universidad del Pacífico.
La evaluación de impacto es una metodología cada vez
más usada para identificar los efectos causales de programas de desarrollo, aislándolos
de otras variables que hayan podido influir sobre indicadores objetivo. Por
ejemplo, cuando hace casi dos décadas iniciáramos ProJoven, programa que
combina formación técnica de jóvenes pobres en aula con práctica laboral en
empresas, incorporamos la evaluación de impacto como parte esencial de su
diseño.
No bastaba mostrar que los jóvenes beneficiados incrementaban
su empleabilidad e ingresos al finalizar
el programa. Una buena parte o, quizás, todo el efecto positivo podía deberse
al mejoramiento de la economía, maduración de los jóvenes, o su mayor
conocimiento del mercado laboral, entre otras razones.
Para aislar el efecto causal de la intervención, la
evaluación necesitaba en una primera etapa medir la situación antes del
programa (llamada línea de base) tanto de jóvenes que serían beneficiarios, como
de otros jóvenes lo más similares posibles pero que no se beneficiarían del
mismo (conocidos como grupo de control).
La segunda parte fue la valoración final del proceso
(digamos a los 6, 12 y 18 meses de egresados de ProJoven) midiendo nuevamente
la situación laboral de ambos grupos, para así establecer si los cambios
observados en el grupo tratado superaban a los ocurridos en el grupo de
control.
Los reiterados impactos positivos encontrados en Projoven
sería una de las razones de su permanencia en el tiempo. Esta es una ventaja de
las evaluaciones de impacto: puede ayudar a consolidar programas eficaces o a
desmontar aquellos con impactos nulos o insuficientes.
¿Es costosa una evaluación de impacto? En un balance
realizado hasta el 2005, encontramos con Patricia Pérez que podía significar menos
de 1% del presupuesto de un proyecto grande y entre 2 a 4% en un proyecto
piloto. Vale la pena destinar estos recursos para asegurarse que el dinero público
está bien invertido. Salvo que, como indicara el Profesor Gertler, exista
suficiente evidencia internacional acumulada que demuestre que la intervención
es positiva en todas las circunstancias.
En el caso de programas innovadores con escasa
evidencia es importante contar con una unidad de evaluaciones de impacto. Esto
es lo que están realizando crecientemente los sectores Educación, MEF, MIDIS, Salud
y Vivienda, lo cual contribuirá a asegurar que los buenos proyectos se conviertan
en políticas de estado permanentes.
Una observación técnica que se suele hacer a esta
metodología es que no puede salvar enteramente los problemas de construcción de
grupos de control adecuados. La situación ideal es la asignación aleatoria de
beneficiarios del programa pero este esquema puede ser inviable en la práctica.
Esta
dificultad se puede solucionar aprovechando implementaciones progresivas de programas, tal como se hizo con PROGRESA en
México, o considerando situaciones de sorteo socialmente aceptadas, como ocurre
con el exceso de demanda por vacantes de alumnos en algunos colegios de Fe y
Alegría en nuestro país. El análisis de esta experiencia será materia de una próxima
columna con Pablo Lavado. Publicado en el diario El Comercio el 1 de abril del 2015.