martes, 12 de mayo de 2015

¿Ingreso a prueba de balas?

El Instituto Nacional de Estadística e Informática reporta mensualmente una buena cantidad de indicadores económicos y sociales de la mayor importancia. Los más conocidos, sin lugar a dudas, son la variación en el Índice de Precios al Consumidor (inflación mensual divulgada el primer día del mes siguiente), y el crecimiento en el Producto Bruto Interno (variación real estimada mes y medio después). 

Junto con las cifras calculadas del PBI se dan a conocer un conjunto de indicadores del mercado laboral de Lima Metropolitana que no siempre sopesamos en su justa dimensión. De ellos, relativamente conocidos son la tasa de desempleo abierto, a la cual se le otorga una menor importancia en un contexto de alta informalidad laboral y ausencia de seguro de desempleo, junto con las “peruanísimas” mediciones de subempleo y, por complemento, el estimado del nivel de empleo adecuado, con todas las limitaciones que este concepto puede acarrear.

Un indicador que pasa algo desapercibido es la evolución de los ingresos promedio mensuales. Este artículo analiza las virtudes relativas de este indicador para explicar una serie de dinámicas en el mercado laboral que bien vale la pena tener en cuenta tanto para los hacedores de política como para el sector privado, que siempre se encuentra atento a las tendencias en sus mercados de bienes y servicios.

El último dato de ingreso promedio mensual corresponde al primer trimestre del 2015 y  se sitúa en 1,588 soles. Lo interesante de este número es que, comparado con aquel del primer trimestre del 2014, representa un 10,2 por ciento de incremento nominal y un significativo 7,4 por ciento de crecimiento real, aun en medio de la desaceleración actual de la economía peruana. Esta cifra supera ampliamente el avance del PBI per cápita que se habría logrado durante el mismo período. ¿Cómo explicar este comportamiento, tan altamente sorprendente como positivo, en medio de numerosos indicadores a la baja de este complicado primer trimestre?

En primer lugar, veamos si este comportamiento es generalizado o corresponde solo a algunos subconjuntos de la población que llevan el promedio hacia arriba. Como se observa en el Cuadro 1, por niveles educativos, todos aumentan sus ingresos reales en 4% o más; por grupos de edad, el ingreso real promedio crece encima de 6%; por sectores económicos, todos mejoran a excepción de la construcción; por tamaño de empresa y género de trabajadores también encontramos un desarrollo similar. En conclusión, se puede hablar de un incremento relativamente uniforme de las remuneraciones reales de la población ocupada en la capital.


En segundo término, podría argumentarse que todo o una buena parte de este crecimiento real observado en la variable se debe a un puro efecto composición: Pudiera ser que, debido a las menores oportunidades laborales como fruto de la desaceleración, han perdido empleos los más jóvenes y menos educados. De esta manera, la composición del 2015 reflejaría una población empleada más educada y con mayor edad en promedio que tiende a ser mejor remunerada. Sin embargo, los promedios de años de educación (12) y edad (36) de la población ocupada remunerada que captura la EPE al nivel de toda Lima Metropolitana han cambiado poco de un año a otro. En todo caso, un ejercicio de descomposición simple indica que no más de dos puntos del incremento remunerativo promedio se deberían a este efecto.

En tercer término, preguntémonos si esta variable, medida mensualmente, no refleja de manera adecuada la compleja realidad de los ingresos laborales en el mercado peruano. Su fuente de información es la Encuesta Permanente de Empleo (EPE) que tiene un tamaño de muestra altamente representativo (se alcanza a 1,600 viviendas mensuales y todas las variables se reportan en acumulados trimestrales móviles). Es decir, incluye información social y económica de trabajadores formales e informales ya que se llega a ellos a través de los hogares. Hemos examinado las preguntas que se realizan para recoger los ingresos y, si bien no son tan desagregadas y minuciosas como las que realiza anualmente la ENAHO, sí cuentan con una estructura similar, por lo que consideramos que recogen un buen estimado de los ingresos mensuales netos. Por último, y más importante quizás para validar la evolución de la variable a través del tiempo, se responde al mismo tipo de cuestionario desde que se empezara a realizar esta encuesta en el 2003, la que se ha llevado a cabo ininterrumpidamente cerca de 150 meses.

Precisamente, si uno revisa la serie histórica -que ya se puede establecer y validar- de esta variable y la compara con la evolución agregada de la economía peruana en los últimos diez años, nota por lo menos tres grandes hechos de interés (ver Gráfico 1).


Primero, el ingreso laboral real promedio se mantuvo estancado desde el 2003 hasta mediados del 2007, a pesar de que la economía y el PBI per cápita habían empezado a crecer importantemente por lo menos desde el 2004. ¿Por qué no subía el ingreso real promedio durante esa primera parte del boom peruano? Posiblemente debido a que había un exceso de oferta de trabajo muy significativo como consecuencia del estancamiento secular de la economía peruana durante varias décadas y, particularmente, como efecto de la última prolongada recesión de la economía peruana entre 1998 y el 2002.

Segundo, el ingreso real promedio empezó a aumentar desde el 2007 y, como se observa, siguió creciendo hasta finales del 2009, a pesar de que la economía peruana se había desacelerado abruptamente un año antes, como resultado de la crisis financiera internacional que empezara en el segundo semestre del 2008. Es decir, pareciera que existe cierta inercia en la fijación de condiciones de contratación en el mercado laboral peruano, el cual reacciona con un retraso de alrededor de 12 meses para ajustarse a los cambios bruscos en las tendencias macroeconómicas.

Tercero, el ingreso real inició una nueva fase de crecimiento desde fines del 2010 que todavía no ha culminado, precisamente, porque aún no se ha terminado de trasladar la desaceleración macroeconómica al mercado laboral. Esta es una buena noticia que, sin embargo, acabaría pronto. Se podría argumentar que el escenario actual es mucho menos dramático que el del 2009, por lo que no debería esperarse una caída en los ingresos reales (de hecho, resulta auspicioso que la pobreza haya seguido disminuyendo en el 2014, tal como lo acaba de revelar el INEI en su informe anual).

No obstante, es urgente que el PBI recupere una mayor tasa de crecimiento, antes de que se empiece a notar una sensación de estancamiento y desaliento en el mercado laboral, que afecte a su vez el crecimiento del consumo dinámico hasta ahora. Por tanto, es necesario poner todos los esfuerzos, desde todos los niveles, para que en el resto del 2015 recuperemos una senda de crecimiento económico cercana al 5 por ciento de potencial peruano.

Autores: Gustavo Yamada y Nelson Oviedo
Articulo publicado en la página oficial de Facebook de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario