El
Instituto Nacional de Estadística e Informática reporta mensualmente una buena
cantidad de indicadores económicos y sociales de la mayor importancia. Los más
conocidos, sin lugar a dudas, son la variación en el Índice de Precios al
Consumidor (inflación mensual divulgada el primer día del mes siguiente), y el
crecimiento en el Producto Bruto Interno (variación real estimada mes y medio
después).
Junto
con las cifras calculadas del PBI se dan a conocer un conjunto de indicadores
del mercado laboral de Lima Metropolitana que no siempre sopesamos en su justa
dimensión. De ellos, relativamente conocidos son la tasa de desempleo abierto, a
la cual se le otorga una menor importancia en un contexto de alta informalidad
laboral y ausencia de seguro de desempleo, junto con las “peruanísimas”
mediciones de subempleo y, por complemento, el estimado del nivel de empleo
adecuado, con todas las limitaciones que este concepto puede acarrear.
Un
indicador que pasa algo desapercibido es la evolución de los ingresos promedio
mensuales. Este artículo analiza las virtudes relativas de este indicador para
explicar una serie de dinámicas en el mercado laboral que bien vale la pena
tener en cuenta tanto para los hacedores de política como para el sector
privado, que siempre se encuentra atento a las tendencias en sus mercados de
bienes y servicios.
En
tercer término, preguntémonos si esta variable, medida mensualmente, no refleja
de manera adecuada la compleja realidad de los ingresos laborales en el mercado
peruano. Su fuente de información es la Encuesta Permanente de Empleo (EPE) que
tiene un tamaño de muestra altamente representativo (se alcanza a 1,600
viviendas mensuales y todas las variables se reportan en acumulados
trimestrales móviles). Es decir, incluye información social y económica de trabajadores
formales e informales ya que se llega a ellos a través de los hogares. Hemos examinado
las preguntas que se realizan para recoger los ingresos y, si bien no son tan
desagregadas y minuciosas como las que realiza anualmente la ENAHO, sí cuentan
con una estructura similar, por lo que consideramos que recogen un buen
estimado de los ingresos mensuales netos. Por último, y más importante quizás
para validar la evolución de la variable a través del tiempo, se responde al
mismo tipo de cuestionario desde que se empezara a realizar esta encuesta en el
2003, la que se ha llevado a cabo ininterrumpidamente cerca de 150 meses.
Precisamente,
si uno revisa la serie histórica -que ya se puede establecer y validar- de esta
variable y la compara con la evolución agregada de la economía peruana en los
últimos diez años, nota por lo menos tres grandes hechos de interés (ver Gráfico
1).
Primero, el ingreso laboral real promedio se mantuvo estancado desde el 2003 hasta mediados del 2007, a pesar de que la economía y el PBI per cápita habían empezado a crecer importantemente por lo menos desde el 2004. ¿Por qué no subía el ingreso real promedio durante esa primera parte del boom peruano? Posiblemente debido a que había un exceso de oferta de trabajo muy significativo como consecuencia del estancamiento secular de la economía peruana durante varias décadas y, particularmente, como efecto de la última prolongada recesión de la economía peruana entre 1998 y el 2002.
Segundo,
el ingreso real promedio empezó a aumentar desde el 2007 y, como se observa,
siguió creciendo hasta finales del 2009, a pesar de que la economía peruana se
había desacelerado abruptamente un año antes, como resultado de la crisis
financiera internacional que empezara en el segundo semestre del 2008. Es
decir, pareciera que existe cierta inercia en la fijación de condiciones de contratación
en el mercado laboral peruano, el cual reacciona con un retraso de alrededor de
12 meses para ajustarse a los cambios bruscos en las tendencias
macroeconómicas.
Tercero,
el ingreso real inició una nueva fase de crecimiento desde fines del 2010 que
todavía no ha culminado, precisamente, porque aún no se ha terminado de trasladar
la desaceleración macroeconómica al mercado laboral. Esta es una buena noticia que,
sin embargo, acabaría pronto. Se podría argumentar que el escenario actual es
mucho menos dramático que el del 2009, por lo que no debería esperarse una
caída en los ingresos reales (de hecho, resulta auspicioso que la pobreza haya
seguido disminuyendo en el 2014, tal como lo acaba de revelar el INEI en su
informe anual).
No
obstante, es urgente que el PBI recupere una mayor tasa de crecimiento, antes
de que se empiece a notar una sensación de estancamiento y desaliento en el
mercado laboral, que afecte a su vez el crecimiento del consumo dinámico hasta
ahora. Por tanto, es necesario poner todos los esfuerzos, desde todos los
niveles, para que en el resto del 2015 recuperemos una senda de crecimiento
económico cercana al 5 por ciento de potencial peruano.
Autores: Gustavo Yamada y Nelson Oviedo
Articulo publicado en la página oficial de Facebook de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico.
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