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jueves, 22 de agosto de 2013

¿Se acabó la crisis en Estados Unidos?

Regresé después de algunos años a la capital de Estados Unidos y fue una buena oportunidad para auscultar de cerca la situación de su economía y mercado laboral. ¿Encontré una crisis generalizada en Washington? En realidad, no: pude observar numerosas obras de construcción de nuevos departamentos, remodelaciones de edificios clásicos y trabajos de mantenimiento de grandes monumentos (el contraste con una Europa casi paralizada fue bastante fuerte).

Las estadísticas muestran que la cantidad de turistas que visitan los atractivos históricos y culturales de la ciudad –alrededor de 18 millones anuales, se ha estado incrementando (habían chinos “como cancha” que, en la práctica, han reemplazado a las masas de turistas europeos y japoneses que se solía ver décadas atrás).

Uno de mis termómetros fue que no divisé muchos “homeless” (vagabundos sin hogar) en las estaciones de metro, como en otros tiempos difíciles. De hecho, la tasa de desempleo del área metropolitana de Washington está actualmente en 6.0%, cerca de su nivel de largo plazo y por debajo del promedio nacional de 7.4%.

¿Por qué no se ha notado con fuerza la mayor crisis americana de la postguerra en su capital? Mis colegas allá indican que la ciudad fue rápida beneficiaria de las políticas ultra expansivas federales de los últimos años. Más bien, los recortes automáticos de gastos que se vienen en el denominado “secuestro fiscal” sí podrían afectar a los servicios públicos en los próximos trimestres.

Haber echado mano excesivamente de estos instrumentos contra-cíclicos habría sido la única opción en el 2008-2009, pero su exageración puede haber generado una burbuja de complacencia, que ha olvidado atender factores críticos para la productividad americana como son: la heterogénea calidad de su educación y capacitación laboral, la excesiva carga de los costos de salud, la desaceleración en el ritmo de innovación y reconversión industrial, la pesada regulación estatal, entre otros.

Por ejemplo, el Washington Post (que hoy luce mucho menos atractivo que sus versiones digitales y que ojalá Jeff Bezos pueda relanzar), reseñaba la semana pasada el caso de Detroit, ciudad símbolo de la industria automovilística norteamericana, que se ha declarado en quiebra hace poco. A diferencia de otras ciudades como Pittsburg o Los Ángeles, no ha podido relanzarse con otros sectores competitivos, y tiene ahora la mitad de fuerza laboral que hace tres décadas y un desempleo de dos dígitos.

Otro elemento aleccionador: visité un grandioso museo postal, pero por más esfuerzos en automatización realizados, la empresa pública de correos perdió 16 mil millones de dólares el año pasado. Es evidente que en un mundo de correos electrónicos generalizados a costo cero, las cartas físicas y estampillas solo son piezas de colección para museos, y no se puede seguir sosteniendo una industria de manera artificial.

En conclusión, la lenta recuperación americana está en marcha, pero su ritmo no es suficiente para muchas ciudades, estados y actividades postradas en crisis estructurales por décadas. El mundo necesita de un Estados Unidos que crezca vigorosamente, pues aún es la economía más grande del planeta y los países emergentes andamos desacelerándonos, pero parece que los políticos de Washington y sus entrampamientos, también allí, detienen un progreso mayor.


 Publicado en El Comercio el 21 de Agosto del 2013

miércoles, 14 de noviembre de 2012

LACEA y la economía mundial

La calidad de trescientas contribuciones científicas y grandes conferencistas, incluidos dos Premios Nobel y economistas jefe de todos los organismos multilaterales, nos mantuvieron absolutamente atentos en 3 días de sólida teoría económica, rigurosa evidencia y debates de política de alto nivel, durante la Conferencia LACEA-LAMES organizada por los 50 años de la Universidad del Pacífico. De hecho, el cierre corrió a cargo de Oliver Blanchard, Economista Jefe del Fondo Monetario Internacional y consagrado catedrático del MIT, quien disertó sobre la economía mundial.
 

Blanchard utilizó una clarísima analogía para describir los determinantes de la anémica recuperación actual: un acelerador y tres frenos. Hoy en los países industrializados hay un solo acelerador en funcionamiento, que es la política monetaria extraordinariamente expansiva, con tasas de interés virtualmente en cero e instrumentos no convencionales como relajaciones cuantitativas que incrementan el dinero y reducen los costos de endeudamiento de largo plazo comprando bonos y papeles de larga maduración.
 
Sin embargo, hay tres poderosos frenos al crecimiento. En primer lugar, está operando la consolidación fiscal necesaria para países con niveles de endeudamientos insostenibles. Los casos más conocidos son los de Grecia, Portugal, España e Italia, pero también suceden en Japón, Gran Bretaña o Francia.
 
Asimismo, el riesgo del “abismo fiscal” en Estados Unidos impediría la posibilidad de mantener una serie de gastos y exoneraciones debido al límite de deuda alcanzado (equivalente a más de 100% del PBI) a fin de año. De operar estos recortes automáticos durante el 2013, el gobierno retraería recursos de la economía por más de 4% del PBI incrementado las posibilidades de una nueva recesión americana. Por ello los mercados bursátiles reaccionaron sin entusiasmo a la reelección de un Obama que tiene que negociar una salida rápida a esta nueva crisis con una Cámara de Representantes de mayoría republicana.
 
El segundo freno es la debilidad de las instituciones financieras, sobre todo en Europa, como consecuencia de la crisis hipotecaria, recesión e incertidumbre actual sobre el futuro de los bonos soberanos. Los bancos europeos están prestando a tasas de interés demasiado elevadas o simplemente no prestando lo suficiente para coadyuvar a una reactivación económica.

Por último, un tercer freno es la incertidumbre sobre las políticas que se adoptarán en el corto y mediano plazo, que impide a los agentes embarcarse en costosas decisiones de inversión. Así, no se sabe si una Unión Europea más cohesionada en lo económico y político, con poderosas autoridades bancarias y fiscales supranacionales, será viable. Asimismo, se advierten riesgos de política, aunque con menor intensidad, en otras regiones desarrolladas como Japón y los Estados Unidos.
 

En conclusión, como resultado de un acelerador poco efectivo y tres eficaces frenos, las economías desarrolladas (que todavía representan el 56% de nuestro comercio exterior) crecerán en el mejor de los casos a una velocidad de carcocha en el corto y mediano plazo (de acuerdo al último World Economic Outlook del FMI, 1.3% este 2012 y 1.3% en el 2013). ¡Habrá que seguirle poniendo velitas a todos los santos para que China y el resto de regiones emergentes no se desaceleren más por el bien de nuestras exportaciones y desarrollo!


Publicado en El Comercio el 14 de Noviembre de 2012

miércoles, 25 de julio de 2012

Paquetazo español de verano

Generalmente, la receta aconsejada para una economía que sufre de gran recesión y récord de desempleo, como la española, es realizar una política fiscal expansiva aumentando el gasto público y reduciendo los impuestos. Sin embargo, como muchas cosas en la vida, ¡no siempre querer es poder!…

Casi todos los países en el mundo actual quisieran aumentar su gasto e inversión pública ante la agónica crisis internacional que vivimos. Pero sólo aquellos que pudieron ahorrar en tiempos de “vacas gordas” y que tienen unas cuentas fiscales saneadas, como China, Chile y Perú, entre otros pocos países, pueden realizar políticas contracíclicas de gasto en los próximos meses.

No es el caso de España. Como ha dicho Mariano Rajoy, no le ha quedado otra alternativa que aplicar un severo ajuste fiscal que recuerda a los “paquetazos” que vivíamos los peruanos en otras épocas, felizmente superadas. Ya lo decíamos en nuestra columna del 30 de junio en este mismo diario, España está pagando caro el precio de los excesos cometidos en los últimos años.

El crédito fácil a personas sin ingresos ni empleo estables, para adquirir viviendas a precios astronómicos, fue un claro ejemplo de exuberancia que tenía que acabar y que, luego de estallada la “burbuja inmobiliaria” ha arrastrado a casi todo el sistema financiero a una crisis sin precedentes. Ahora también se acabó el subsidio fiscal a la compra de casas.

Ni los mercados ni los organismos internacionales de fiscalización ven como sostenible un déficit fiscal de 8% del PBI (y pensar que la meta inicial comprometida por todos los países ingresantes a la zona del euro era de 3% de déficit fiscal).

Por ello el incremento en la tasa general del impuesto al valor agregado de 18 a 21% y las medidas para reducir el tamaño de la clase política remunerada, pues medio millón de ellos no era un número justificable (el doble de Alemania con la mitad de población). También las restricciones al gasto de las administraciones locales y comunidades autónomas que, de tanta autonomía, habían estado incrementando su gasto desmesuradamente.

El paquete espera reducir el déficit en alrededor de dos puntos del PBI, lo cual ayuda a regresar a una senda más viable para las finanzas públicas, aunque todavía está lejos de lograr déficits menores al 3% del PBI. Al parecer, ello sólo se conseguirá en el mediano plazo si se van reestableciendo las condiciones para el crecimiento económico, liderado por la inversión del sector privado, y se realizan audaces reformas para una integración europea, fiscal y bancaria, más profunda.


Públicado en El Comercio, 12 de Julio de 2012

miércoles, 27 de junio de 2012

Érase una vez España


Ya las exportaciones peruanas, textiles y agropecuarias entre otras, están acusando el golpe de la crisis española. A continuación algunas impresiones de observar dicha crisis “en vivo y en directo” recientemente en Madrid y Santiago de Compostela. El dato más llamativo es la “fatídica doble P”: Paro y Prima. La tasa de paro español (desempleo abierto) bate récords de 24% en total y 52% para los jóvenes, como consecuencia de  dos graves recesiones en menos de tres años. Hay largas colas en las oficinas públicas de empleo pugnando por escasas vacantes. Sin embargo, noto contrastes: muchos españoles no están dispuestos a aceptar cualquier empleo (ni renunciar a la siesta) aún en tiempos de crisis. No encuentro botones en hoteles de cuatro estrellas y me es difícil conseguir taxi y establecimientos abiertos entre 2 y 4 de la tarde.

La prima de riesgo (o “riesgo país”) llega a máximos históricos superiores a 500 puntos básicos (la peruana está en menos de 200). Los bonos españoles tienen que pagar 5% más que los bonos alemanes (el activo libre de riesgo comparable) para obtener demanda. Reditúan cerca de 7% anual, tasa considerada por los mercados como señal de insostenibilidad (así pasó previamente con Grecia, Irlanda y Portugal).

¿Cómo llega España a esta situación? Encuentro consenso entre los españoles sobre los excesos cometidos en los últimos años. El crédito fácil de cajas de ahorro regionales y otras financieras a personas sin ingresos ni empleo estables, para adquirir viviendas a precios astronómicos, ha sido un claro ejemplo de exuberancia que tenía que acabar. El precio de las casas va cayendo ya más de un tercio con el final de la “burbuja inmobiliaria”. Los excesos en el sector público (déficit fiscal de más de 8% del PBI, obras públicas de dudosa rentabilidad social) y la clase política también son conocidos: medio millón de políticos remunerados (el doble de Alemania con la mitad de población).

¿Va a regresar España al mundo sub-desarrollado? No lo creo. España ha logrado un ingreso per cápita de 33 mil dólares anuales, casi seis veces más que el nuestro (y tres veces más en paridad de poder de compra). Este desarrollo alcanzado (que se manifiesta, por ejemplo, en una infraestructura física envidiable) no es cosa del pasado reciente. En la década del 50, el ingreso promedio español no difería mucho del peruano (era sólo 25% mayor). En décadas posteriores se amplió la brecha, destacando nítidamente el período 1960-1974 en el que España creció a 7.5% promedio anual per capita, siendo superado mundialmente sólo por Japón.

España ha cruzado el umbral del desarrollo hace buen rato, pero le va a costar mucho dolor y varios años más salir adelante de esta crisis. Recién se están tomando medidas que debieron suceder hace tres años, como la reestructuración bancaria, y aún faltan más reformas en el campo fiscal y laboral. Además, la salida ordenada de este embrollo depende no solo de decisiones en Madrid, sino en Bruselas, y críticamente en Berlín y Frankfurt.

Esta crisis europea demuestra que no basta con la integración monetaria para que sobreviva una moneda común. Se necesita también la integración bancaria y, sobretodo, fiscal. Es decir, que cada estado europeo renuncie a una parte importante de su poder y soberanía en aras de un futuro común sostenible y en paz.


Públicado en El Comercio, 27 de Junio de 2012