Todos quisiéramos regresar a un Mundial de Fútbol después de tres décadas y ojalá que hayamos ganado ayer en Quito. El partido contra Chile en Santiago dolió perderlo pues se demostró capacidad de recuperación conforme transcurría el encuentro. Hagamos un paralelo entre dicho resultado y la economía, con cifras comparables de The Conference Board. Así como Chile nos dobló el marcador 4 a 2, su PBI per capita de 13,500 dólares más que duplica el nuestro de 5,800. Hace 50 años la distancia a favor del vecino del sur era de sólo un tercio, y hasta llegamos a empatarlo con su debacle a principios de los 70s, pero luego se dispararon y nosotros nos caímos por mucho tiempo.
Acabo de regresar de Chile de la Reunión de Economistas de América Latina y he constatado que las diferencias reflejadas en las estadísticas no son imaginarias. A pesar de algunas protestas sociales recientes, Chile muestra un stock acumulado de infraestructura, institucionalidad y capital humano muy superior al Perú. En el último Indice de Desarrollo Humano, Chile ocupó el puesto 44 en el mundo, mientras que nosotros el casillero 80. Los chilenos viven más y mejor teniendo una esperanza de vida de 79 años contra 74 en nuestro caso.
Así mismo, de acuerdo al Foro Económico Mundial, los aspectos en los que Chile nos saca más ventaja son: independencia del Poder Judicial, confianza y honestidad de funcionarios públicos, menor carga regulatoria gubernamental, calidad de infraestructura de carreteras y puertos, calidad de instituciones científicas, disponibilidad de ingenieros y científicos, y colaboración universidad-empresa en las áreas de investigación, desarrollo e innovación.
Al ritmo de crecimiento de ambos países en la última década, nos tomaría casi medio siglo alcanzar a Chile. Esta proyección, lejos de desanimarnos, nos debería energizar para acelerar las reformas económicas, sociales e institucionales a fin de cerrar las brechas vecinales mucho más rápido. Así como no debemos esperar otros treinta años más para ir a un Mundial de Fútbol, tampoco debemos hacerlo para alcanzar finalmente el desarrollo económico y social. La agenda de reformas urgentes que se desprenden de esta comparación está muy clara y debemos aplicarla decididamente.
Artículo para El Comercio, 15 de noviembre de 2011 (a publicarse el 16/11)
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