El año que acaba de terminar mostró indicadores satisfactorios en el campo laboral. El empleo formal en empresas de 10 y más trabajadores de las principales ciudades del país mantuvo incrementos anualizados de 5% debido a la elevada tasa de crecimiento de la economía que se situó en 6.8%. Asimismo, el desempleo en Lima retrocedió hasta 7%, lo que se compara favorablemente con tasas de dos dígitos en buena parte de Europa y cerca de 9% en Estados Unidos (sin embargo, el subempleo en la capital todavía afecta a más de un tercio de la fuerza laboral).
El mayor contraste surge con las expectativas para este incierto 2012 que recién comienza. Si la economía peruana creciera alrededor de 5%, en el caso más optimista, es previsible que el empleo formal se incremente cerca de 3% que es lo mínimo necesario para que los indicadores de desempleo y subempleo no se disparen como en otras épocas de crisis. Escenarios más pesimistas de mayor recesión mundial, continuos conflictos internos y desaliento de la inversión privada, rebajarían nuestro crecimiento económico a alrededor del 3% con lo que posiblemente caería el empleo adecuado y podría incrementarse la pobreza por primera vez en diez años.
¿Qué hacer para evitar este escenario? Hay que tener listo para implementar un plan contra-cíclico de política fiscal y programas eficaces y adecuadamente focalizados de protección social. Se espera que la acción directa del gasto e inversión pública, en sus tres niveles, contribuya con cerca de la mitad del crecimiento de la economía en un año de crisis. Sin embargo, por los resultados al cierre del 2011, observamos que la capacidad de ejecución del Estado es paquidérmica en muchos casos.
No obstante, no puede haber crecimiento importante ni sostenible sin mayores niveles de inversión privada. Por ello, se necesita reafirmar políticas macroeconómicas y microeconómicas de aliento a la inversión privada nacional y extranjera, respetuosas de las comunidades y el medio ambiente. Asimismo, se deben evitar bandazos contracorriente y mayores rigideces en la legislación laboral con propuestas desfasadas de la realidad y contexto como el Proyecto de Ley General del Trabajo.
Artículo para El Comercio, 10 de enero de 2012.
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