martes, 1 de julio de 2014

“Ese misterioso cerebro humano”

¿Cuál sería el órgano del cuerpo humano más importante para la inversión en capital humano, de la que tanto hemos hablado a lo largo de estas columnas? Sin lugar a dudas creemos que es el cerebro. Por ello resulta crucial entender su funcionamiento para  economistas, educadores, médicos, psicólogos, psiquiatras, antropólogos, marketeros y otros estudiosos interesados en el aprendizaje, comportamiento y desarrollo humano. De hecho, en los últimos años se están desarrollando disciplinas fronterizas tales como la neuroeconomía, neuroeducación, neuropsicología y neuromarketing. Sin embargo, resulta sorprendente lo poco que realmente se sabe sobre el funcionamiento de este misterioso y complejo órgano.

Tecnologías avanzadas como tomografías computarizadas e imágenes de resonancias magnéticas funcionales, con un grado de precisión de hasta un milímetro cúbico, al igual que investigaciones con pacientes con diversas lesiones cerebrales y otras especies, han permitido una mayor acumulación de conocimiento sobre el cerebro en las últimas décadas, pero todavía el avance es muy incompleto.

Grafiquemos el mayúsculo reto científico en unos cuantos datos: el cerebro humano en un adulto pesa un promedio de 1.5 kg pero contiene hasta cien mil millones (10 elevado a la potencia 11) de neuronas, que son las responsables de transmitir señales a través de hasta mil billones (10 elevado a la 15) de conexiones sinápticas, que están detrás de todas nuestras acciones, pensamientos y sentimientos. Se estima que el total de axones,  prolongaciones de neuronas transmisoras de impulsos nerviosos, en un solo cerebro sobrepasa los 150 mil kilómetros de longitud ¡más de 13 vueltas completas al planeta tierra!

Un buen libro de divulgación es "Los 12 principios del cerebro" del biólogo molecular John Molina, que hace accesible el conocimiento sobre el cerebro a padres, educadores y empresarios. Una de sus principales mensajes es que, si bien todas estas neuronas y sistema cerebral tienen una estructura parecida en todos, el “cableado” entre ellas es específico a cada ser humano. Una metáfora adecuada son las vías de comunicación: las autopistas y avenidas neuronales son iguales en todos pero la individualidad es infinita en los jirones y calles cerebrales específicas. Así, por ejemplo, “desde sustantivos hasta verbos y otros aspectos gramaticales, cada uno de nosotros almacena el lenguaje en áreas diferentes” (p.76).

Por ello, Molina aboga por enfoques individualizados de atención a estudiantes de una materia, y a clientes y empleados de una empresa. En el caso de la educación, la sugerencia práctica sería combinar sesiones tradicionales, dirigidas a todo un salón de clases, con cada vez mayor cantidad y calidad de talleres con grupos pequeños, que atiendan las velocidades diferentes de desarrollo de distintas áreas del cerebro.

Para culminar con esta primera entrega sobre el funcionamiento del cerebro, recordemos que, desde una perspectiva evolucionista, el cerebro humano se desarrolló mientras el hombre caminaba grandes distancias para proveerse de alimento y refugio. Y parece que la correlación positiva continúa, aún en épocas actuales de crónico sedentarismo. Está comprobado rigurosamente que la memoria de largo plazo, y las capacidades de razonamiento, atención y resolución de problemas, mejoran con una rutina de actividad física moderadamente intensa realizada al menos tres veces por semana. Así que ¡muévase!

Publicado en El Comercio el 23 de Junio del 2014.

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