Hace un año, en la sección
económica de este mismo diario, relatábamos el exitoso caso del Colegio Fe y
Alegría (CFA) 58 en Jicamarca, una zona de pobreza extrema cercana a la capital.
Allí, cerca del 80% de niños logran todos los aprendizajes esperados en
comprensión lectora y matemáticas, superando números alcanzados por colegios de
clase media-alta del país. Resaltábamos como elementos centrales del éxito del
CFA 58: el liderazgo de su directora, quien selecciona cuidadosamente a los
maestros públicos no sólo por su capacidad de enseñanza, sino por su
personalidad y empatía con la niñez; el clima institucional extraordinariamente
acogedor; y muchas estrategias creativas, como los coloridos brazaletes, que
lucen orgullosos los niños luego de centenares de lecturas voluntarias.
Pero Fe y Alegría también cree y
practica la formación técnico-vocacional para que los jóvenes puedan emplearse
al terminar la educación secundaria, si así lo necesitan. Los talleres de
capacitación técnica de FYA privilegian decisiones vocacionales informadas en especialidades
desarrolladas paralelamente a los estudios generales. Durante el primero y segundo
de secundaria, los alumnos rotan por diversos talleres de modo que estén
familiarizados con cada opción laboral, con sus procesos productivos, y puedan
elegir el taller de especialización posterior cursado durante los tres últimos
años de secundaria.
Las especialidades elegidas son dictadas
no solo por la demanda estudiantil, sino en función al tejido productivo local.
Los talleres se asocian a 19 opciones laborales como carpintería, electricidad,
industria textil y vestimenta, aula-empresa (asociado a emprendimientos),
industrias alimentarias, actividad agropecuaria, artesanía, computación,
música, joyería, tejido-bordado, y mecánica.
El entrenamiento en cada taller
demanda un equipamiento adecuado y personal docente con experiencia en
actividades técnicas, los cuales no siempre están disponibles en las
instalaciones de los colegios FYA. En estos casos, se trabaja en coordinación
con cuatro Institutos Superiores Tecnológicos (presentes en Ayacucho, Amazonas
y Lima) y tres Centros de
Especialización Técnico Productiva (todos en Lima) que se encuentran bajo la
administración de FYA. Por último, las capacitaciones son reconocidas con un
diploma con mención en la especialización elegida, el cual es otorgado por la
organización FYA al finalizar la secundaria.
Hace décadas que, en la práctica,
la educación secundaria peruana abandonó la formación técnica de sus
estudiantes. Es urgente retomarla, en nombre de la educación pertinente e
inclusión social y productiva, replicando muchas de las buenas prácticas de Fe
y Alegría, también en este nivel educativo.
Publicado en El Comercio el 26 de Agosto del 2013.
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