Hace casi
ocho años fui invitado por la sección económica de este diario a escribir una
columna cada cuatro semanas, encargo felizmente cumplido de manera ininterrumpida.
Los formatos han variado, conforme la dinámica industria editorial así lo
requería: recuadro inferior en página económica, columna izquierda en página
dos de Portafolio, página central de la misma, entre otros. Hoy, alcanzamos los
tres dígitos, entregando al lector la columna número cien, en una renovada y
ágil diagramación acorde con los tiempos.
Es
momento propicio para hacer un primer balance. La temática se ha concentrado en
la economía, educación y empleo (un compendio se encuentra en el blog “Triple E”
http://gustavoyamada.blogspot.pe/). Hemos descrito el contexto mundial y
específico de algunos países visitados: la recuperación de los Estados Unidos
después de su peor crisis desde la Gran Depresión, el acelerado desarrollo de
Corea del Sur y China, la resiliencia de Alemania, o los retrocesos de España y
Brasil.
En el
caso del Perú, hemos analizado la dramática reducción de la pobreza monetaria a
menos de la mitad, que acaba de ser reconocida por la CEPAL como récord
histórico para toda América Latina, y la caída de la desigualdad. Buena parte de
estos logros se deben al elevado crecimiento económico y al complemento de la
política social. En un trabajo reciente con Juan Francisco Castro y Nelson
Oviedo calculamos que la desigualdad ha seguido cayendo, aunque menos, en medio
de la desaceleración económica, y ahora con más peso de la política
redistributiva.
Con
frecuencia esta tribuna ha servido para difundir investigaciones y evaluaciones
sobre temas educativos y laborales. Desde el impacto de grandes obras como Fe y
Alegría hasta la rentabilidad de la educación superior y el potencial de esquemas
como Ponte en Carrera y Crédito 18. También la columna ha permitido reseñar
libros que dejan huella, como la explicación histórica institucionalista del
subdesarrollo de Acemoglu y Robinson, o las características singulares de personas
innovadoras identificadas por Dyer y Gregersen.
Pero
alcanzar los tres dígitos no siempre es positivo. Por ejemplo, desde 1982 hasta
1991 tuvimos inflaciones anuales de tres dígitos, dramática consecuencia del equivocado
manejo macroeconómico que nunca debe repetirse. Lamentablemente, el mundo no
está vacunado del todo de estas dolencias. El año pasado, Venezuela batió
récord mundial -en una economía repleta de controles- con 189% de inflación. Es
decir, ¡los precios de los bienes y servicios en Venezuela en promedio se están
triplicando cada año!
Más meritorio
e importante sería alcanzar tres dígitos en el crecimiento acumulado del del
ingreso per cápita, con una distribución equitativa de oportunidades. Algunas economías
del sudeste asiático han logrado hacerlo cada 10 años por varias décadas. A
nosotros, aún con los buenos tiempos vividos en el pasado reciente, nos tomó más
de dos décadas duplicar el PBI per capita. A este ritmo se requeriría más de 50
años para alcanzar los niveles mínimos actuales de países desarrollados.
Lamentablemente medio siglo es una eternidad y no
nos podemos conformar con esta inercia. Tenemos que realizar muchas más
reformas económicas, sociales e institucionales para crecer a tasas cercanas a
las asiáticas. Felizmente, las candidaturas que alcanzaron la segunda vuelta
pueden y deben aprovechar el claro mandato ciudadano para emprender reformas,
explicando adecuadamente sus beneficios para la población, durante el primer
año del próximo gobierno.Publicado en el diario El Comercio el 27 de abril de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario