En los últimos
años se ha extendido el uso del término anglosajón “think tank” (que literalmente
se traduciría como “tanque de ideas”) para referirnos a diversos centros de estudios
e investigación aplicada que tienen entre sus objetivos analizar, generar evidencia
y elaborar propuestas de políticas públicas que coadyuven al desarrollo.
Algunos think
tanks le dan mayor énfasis a la investigación académica original y revisión
entre pares expertos, que sustente la rigurosidad de sus iniciativas. Otros
centros le ponen más empeño a la divulgación de propuestas entre un público más
amplio y a la incidencia en los tomadores de decisiones de política. Sin
embargo, los thinks tanks más reconocidos tienden a hacer bien ambas tareas.
Algunos think
tanks están afiliados a universidades públicas o privadas, otros centros son
creados a partir de una fundación benefactora, la mayoría de think tanks se
mantienen independientes de filiación política (aunque esto no signifique que
no haya preferencias reveladas por
diversas doctrinas políticas entre sus miembros), otros sí tienen conexión institucionales
con algunos partidos.
El
protagonismo que han ido adquiriendo los think tanks en el Perú ha sido
particularmente importante para apoyar el desarrollo de políticas públicas,
puesto que los cuadros en el Estado no suelen contar ni con el tiempo ni los recursos
para dedicarlos a generar nueva evidencia, ideas y propuestas. Asimismo, los
partidos políticos han carecido de estructuras permanentes que les permita
hacer este trabajo de base. También ha sucedido que muchas universidades no realizan
investigación aplicada al desarrollo, ni se conectan con la discusión de
políticas.
Desde el 2013
la iniciativa “On Think Tanks” y la revista PODER reconocen anualmente a los
think tanks que han destacado por su producción e incidencia en la discusión de
políticas públicas en el Perú.
Hoy en día
resulta difícil pensar en lo que se habría logrado sin el concurso (en las
propuestas, debate e implementación) de organizaciones como el Grupo de
Análisis para el Desarrollo (GRADE), el Grupo Apoyo, el Instituto de Estudios
Peruanos (IEP), el Instituto Peruano de Economía (IPE), Macroconsult, la
Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA),
Soluciones Prácticas, Videnza, o el Centro de Investigación de la
Universidad del Pacífico (CIUP). Todos ellos han sido reconocidos por sus iniciativas
a lo largo de los últimos años.
En nuestro
país, además de think tanks, podemos calificar a estos centros como “policy
maker tanks” pues conforman un conjunto valioso de expertos, que muchas veces
son los que más han investigado y discutido propuestas en cada sector, y que luego
se convocan para servir en la administración pública.
Una vez
finalizada esta experiencia en la acción, ellos suelen regresar a los think
tanks a repensar los temas, después de haber enfrentado las múltiples restricciones
de la política, y a enriquecer las agendas de reflexión y propuesta futura. Y
así se completa un círculo virtuoso, que hay que promover y aplaudir, tal como
haremos en estos días durante la “Semana de la Evidencia” organizada por la
Alianza Peruana para el Uso de la Evidencia.
Publicado en El Comercio el día 15 de octubre de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario