La nueva serie de pobreza del
Instituto Nacional de Estadística e Informática revela que este indicador se
redujo prácticamente a la mitad entre los años 2004 y 2010 (de 58.7% a 30.8%
respectivamente). Así, el Perú cumpliría el principal Objetivo de Desarrollo
del Milenio cinco años antes del plazo señalado. Esta es una buena noticia que no
debe pasar desapercibida. Gracias a las elevadas tasas de crecimiento
económico, el Perú está consiguiendo metas reservadas antes sólo para países
asiáticos, y estaríamos a mitad de camino para lograr un nivel mínimo de
satisfacción de necesidades básicas para todos los peruanos. Sin embargo, el
contra-argumento inmediato que se esgrime es la persistente desigualdad de
nuestro país. Se afirma, con justa
razón, que podemos estar bien encaminados en los promedios nacionales, pero las
brechas son muy grandes, sobre todo al interior del país.
La respuesta alentadora es que
también la desigualdad monetaria ha caído en el Perú, después de muchas
décadas. En un trabajo reciente con Juan Francisco Castro y José Luis
Bacigalupo, disponible como Documento de Discusión en www.up.edu.pe/ciup, analizamos este
fenómeno entre 1997 y el 2010. Encontramos una
reducción de la desigualdad de 13.4% medida a través del Coeficiente de
Gini calculado con la información de ingresos de las Encuestas Nacionales
de Hogares. Asimismo, estimamos el Coeficiente de Gini con los datos agregados
de las Cuentas Nacionales y comprobamos que la caída en la desigualdad es un
resultado robusto al potencial sub-reporte en los percentiles más altos de la distribución
de ingresos y gastos. La famosa Curva de Lorenz, cuya “barriga” refleja
la extensión de la desigualdad, se ha “adelgazado” por primera vez en mucho
tiempo, especialmente entre los deciles 4 al 8, a quienes se les puede
considerar la creciente clase media del país.
¿Cuáles han sido las variables
detrás de este resultado? El estudio encuentra que hasta la cuarta parte de la
mejora puede ser atribuida a programas estatales de transferencias de ingresos,
principalmente JUNTOS, mientras los tres cuartos restantes se deben a fuerzas
del mercado, tales como el incremento en los ingresos laborales por el traslado
del subempleo hacia empleos más productivos generados por el crecimiento y la
inversión privada (este proceso se facilita con una legislación laboral
flexible, no con el actual Proyecto de Ley General del Trabajo que
incrementaría fuertemente la rigidez en el
mercado laboral peruano).
No todo es positivo, pues la
incidencia de la pobreza rural está disminuyendo a la mitad del ritmo que su contraparte
urbana, y ahora es tres veces mayor a aquella (61% versus 20%
respectivamente). Asimismo, los
aprendizajes en nuestros niños de segundo grado se han estancado en el 2011
(sólo 13% en matemáticas y 30% en comprensión de lectura), por lo que el impulso
inicial de reducción de desigualdad se podría agotar rápidamente, y hasta
revertirse, si es que no mejora pronto la calidad de la formación de capital
humano en los sectores con mayores desventajas económicas y sociales.
Los buenos equipos técnicos
reclutados para la política social, principalmente en los Ministerios de
Inclusión y Desarrollo Social, Educación, y Economía y Finanzas, tienen la
ardua tarea de hacer realidad que esta desigualdad, sobretodo de oportunidades,
siga cayendo sostenidamente, a la par que se continúa con un elevado
crecimiento económico. Importantísimo reto que todos debemos apoyar desde donde
nos corresponda.
Artículo para El Comercio, 7 de Abril de 2012.
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