viernes, 23 de septiembre de 2011

Impresiones desde Shanghai

La economía china ha crecido a un ritmo de 9% anual en más de tres décadas, otro “milagro económico” asiático en la última mitad de siglo. Algunos analistas se preguntan si este acelerado crecimiento puede continuar indefinidamente, mientras que otros se esperanzan en que siga así por el bien de la alicaída economía mundial actual.

Hace poco estuve en Shanghai, el centro empresarial más importante de China, y, por las impresiones que pude recoger, el desarrollo chino tiene para rato. La teoría económica indica que las altas tasas de crecimiento dependen de elevados niveles de inversión en capital físico y humano, políticas promuevan la competitividad, y el desarrollo de mejoras tecnológicas que aumenten la productividad.

La economía china tiene niveles de ahorro e inversión superiores al 40% de su PBI que aseguran una envidiable infraestructura. Los innumerables viaductos que atraviesan Shanghai, dos mega-aeropuertos internacionales, uno de los puertos con más tráfico mundial, múltiples rascacielos de oficinas y viviendas, y diez modernísimas líneas de metro, así lo demuestran.

Por otro lado, el reciente examen PISA para estudiantes de 15 años comprueba el ascenso chino en capital humano: los jóvenes de Shanghai ocuparon el primer lugar en el mundo en matemáticas y comprensión lectora, sobrepasando a los casos de éxito de Finlandia y Corea. Otro dato más: visitamos un sábado muy temprano un gigantesco Museo de Ciencia y Tecnología, esperando encontrarlo semivacío. Miles de familias ya estaban haciendo cola para disfrutar de los últimos avances científicos en un ambiente lúdico e interactivo para niños, jóvenes y adultos.

China tiene asignaturas pendientes en relación a las libertades políticas y de expresión y el acceso a información. Una guía turística local me decía que todavía hay temas de conversación que son preferibles evitar. Sin embargo, en cuanto al avance económico, hay mucho que aprender y emular. En uno de los vagones del metro observaba a unos adolescentes chinos divirtiéndose con sus aparatos de multimedia. Grande fue mi sorpresa al descubrir que estaban jugando con pruebas de razonamiento matemático. ¡Este es el tipo de sana y productiva diversión que deberíamos inculcar en nuestros niños!

Artículo para El Comercio, 20 de setiembre de 2011