lunes, 23 de febrero de 2015

Inserción laboral juvenil

Para la inclusión social no basta con la creación de más programas sociales y el fortalecimiento de la educación y salud. La verdadera inclusión de muchos peruanos pasa por obtener un empleo formal que los conecte a los sectores modernos y dinámicos de la economía.

Los problemas de inserción laboral de jóvenes de escasa calificación son reconocidos en todas partes del mundo debido a su falta de experiencia y credenciales de buen desempeño laboral.  Por ello, las legislaciones nacionales suelen tener dos enfoques al respecto.

El primero es un salario mínimo menor al régimen general para facilitar esta primera inserción. Así, por ejemplo, 8 países latinoamericanos tienen un salario mínimo juvenil que puede ser hasta la mitad de la remuneración mínima general. También países desarrollados como Estados Unidos, Holanda o Australia apuestan por esta política diferenciada. Un segundo enfoque es establecer un grupo progresivo de beneficios laborales e incentivos tributarios para favorecer la capacitación juvenil.

En el Perú, cada vez es más urgente atender esta realidad laboral, si se considera que tenemos un exceso de más de 20 puntos porcentuales de informalidad laboral para nuestro nivel de desarrollo y que los jóvenes peruanos registran cerca del doble de informalidad que la población adulta y hasta el cuádruple de tasa de desempleo.

La reforma aprobada hace unas semanas mantiene un salario mínimo teórico uniforme para toda la fuerza laboral. Más bien, la Ley 30288 crea un régimen especial voluntario que establece un conjunto realista de beneficios laborales para jóvenes con dificultades de inserción formal, e incide en la clave para mejorar su productividad y empleabilidad: la inversión en capacitación, que será cofinanciada entre el Estado y la empresa.

Es conocida en la teoría económica la inversión sub óptima en capacitación laboral por el temor de la firma de perder su inversión si es que el trabajador cambia de empresa. Por ello, es necesario el cofinanciamiento de parte de los trabajadores, que en este caso son jóvenes de escasos recursos, y del Estado, que reconoce las ventajas de una mayor capacitación para la competitividad del país.   

Se ha generado mucha controversia alrededor del tema porque se han activado temores muchas veces infundados sobre un posible impacto negativo de la norma en jóvenes que actualmente gozan del régimen general y que podrían ser reemplazados por jóvenes en este esquema especial.

Sin embargo, el mercado laboral funciona fluidamente para jóvenes con educación superior, adecuadamente preparados, que inician su tránsito hacia el empleo formal con prácticas pre profesionales y profesionales y que, demostrado su valor para la empresa, seguirán accediendo al régimen general, antes que lo tome la competencia.


Uno de los requisitos pendientes que tenemos para llegar al desarrollo es el imperio de la ley, es decir el respeto y cumplimiento de la legislación y formalidad en todos los ámbitos de la vida ciudadana. Para ello, en el campo laboral, como en muchos otros, se necesita de legislaciones realistas, como la que trata de impulsar este promotor régimen juvenil, y una mejor fiscalización de su cumplimiento.

Publicado en el Diario El Comercio el 6 de enero del 2014.

lunes, 16 de febrero de 2015

Entrevista en la Hora N: Inserción Laboral Juvenil

Entrevista en Rumbo Económico: La informalidad en el Perú

Mejoras educativas en TERCE

En los últimos años se ha vuelto una especie de “sentido común” el hecho que el Perú se ubique entre los peores países del mundo en calidad educativa y aprendizajes. Nos hemos acostumbrado (y flagelado tanto) con los resultados de la prueba PISA en los que, efectivamente, aparecemos en los últimos 5 lugares en comprensión lectora, matemáticas y ciencias entre estudiantes de 15 años alrededor del mundo.

Sin embargo, siendo una evaluación voluntaria, no todos los países se presentan a la prueba PISA. De hecho, fueron 65 en la última ronda del 2012,  una tercera parte de las naciones, básicamente países desarrollados y emergentes. En América Latina participaron 8 naciones de ingreso medio similar o superior al Perú. Hemos registrado algunas mejoras en comprensión lectora en PISA, pero estos avances siempre palidecen por seguir situados al fondo de la tabla.

Una noticia que pasó virtualmente desapercibida a fines del año pasado fue los alentadores resultados obtenidos en TERCE (Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo) entre escolares de tercero y sexto grado de primaria de 15 países latinoamericanos, coordinado por UNESCO en el 2013. Por su magnitud y alcance, TERCE ofrece una perspectiva más completa de la situación y tendencias de aprendizajes en nuestro país.  

En el caso de comprensión lectora en tercer grado, el promedio de niños peruanos superó al promedio de la región y aparecemos cuartos detrás de chilenos, costarricenses y uruguayos. Los peruanos han registrado la tercera mayor mejora respecto al 2006. Sin embargo, consistente con la ECE nacional, sólo un tercio de niños peruanos consigue los niveles III y IV satisfactorios. Análogamente, los peruanos en sexto grado son los que más han mejorado en comprensión lectora, pero este progreso es pequeño en niveles absolutos, y solo ha alcanzado para igualar el promedio regional y situarnos todavía en sexto lugar a nivel continental.  

En cuanto a matemáticas en tercer grado, el Perú también es el país que más crecimiento ha experimentado y ya supera al promedio regional. Sin embargo, todo lo que nos dice esto es que el nivel de matemáticas en la región es muy pobre, porque en el caso peruano solo 13% de niños se sitúa en nivel satisfactorio, de manera similar a la ECE. Por su parte, las mejoras en matemáticas en sexto grado han sido las segundas más significativas en la región y alcanzan para que un sorprendente 38% de estudiantes lleguen a niveles satisfactorios. En el caso de ciencias para sexto grado, el Perú también mejoró, pero sólo 7 países participaron en esta parte de la prueba, por lo que su valor informativo y comparativo es mucho menor.


En resumen, la TERCE es señal de que avanzamos como país. Si bien las brechas de aprendizaje son muy grandes aún, empieza a rendir frutos la creciente importancia política y económica otorgada a la educación y los educadores en los últimos años, desde el Proyecto Educativo Nacional hasta el mayor presupuesto y liderazgo en el sector. Debemos persistir con gran ahínco en esta misión, que es la llave maestra para el futuro del Perú.

Publicado en el diario El Comercio el 3 de febrero del 2015.

Tijeretazo en Brasil

La economía brasileña pasa por un momento delicado. El gigante sudamericano ha estado en recesión técnica (dos trimestres consecutivos de contracción del PBI) y su inflación supera el 6% anual, por lo que los locales hablan ya de “estanflación”. Las cuentas fiscales y externas son deficitarias y el nivel de deuda pública está cerca del 60% del PBI. Analistas brasileños especulan sobre un futuro probable en el que se perdería el grado de inversión que tanto costó alcanzar.

Recientemente estuvimos en la Reunión LACEA-LAMES, asociación de economistas de la región, organizada esta vez por la Universidad de Sao Paulo, una de las mejor ubicadas en los rankings latinoamericanos. La atención fue buena pero se sentían síntomas de una sociedad aletargada. Encontramos en el corazón económico de Brasil signos de estancamiento: la famosa Avenida Paulista nos mostró edificios emblemáticos de un pasado más glorioso, quizás en las décadas de los 60s y 70s, pero no un dinamismo reciente. Por el contrario, observamos mucha mendicidad en calles y parques del centro de Sao Paulo.

Luego de gran incertidumbre a partir de su ajustada reelección, Dilma Rousseff optó por Joaquim Levy, economista ortodoxo con doctorado en Chicago, como Ministro de Hacienda para su segundo mandato. Levy fue apodado “manos de tijera” cuando era Secretario del Tesoro en la década pasada, precisamente, por su implacable afán de recortar gastos cuando las cuentas fiscales no cuadraban.

Consistente con su pasado, Levy ha afirmado que su primer objetivo será el superávit fiscal primario y la reducción de la deuda pública. Pero este posible “tijeretazo” a su cargo ¿no alimentaría una mayor recesión en el corto plazo?  Dos respuestas posibles son: por un lado, Brasil no tiene espacio alguno para políticas expansivas en este momento y el ajuste es inevitable. Por otro lado, si este ajuste devuelve sostenibilidad a las cuentas fiscales y restablece la confianza de la inversión privada, más temprano que tarde el crecimiento de Brasil se verá beneficiado.

Actualmente Brasil tiene serios impedimentos para crecer al ritmo de otros pares emergentes. Su inversión total anual equivale a sólo 18% del PBI (alrededor de 27% para Perú). Y el gran peso estatal atenta contra su competitividad internacional: el ratio de ingresos públicos totales es de 35% del PBI (22% en el caso peruano). De hecho, su tasa de crecimiento potencial se estima en menos de 3% anual por la decaída infraestructura y la abultada agenda de reformas microeconómicas pendientes. 

En estos doce años de gobierno entre Lula y Dilma, Brasil redujo notablemente la pobreza, de 22% a 9% en cifras oficiales, es decir a poco menos de la mitad inicial. Sin embargo, hacer más de lo mismo en el futuro no es factible por el menor crecimiento potencial y los desequilibrios económicos acumulados. A manera de comparación, el modelo seguido por nuestro país resulta más sostenible: hemos reducido también la pobreza en poco más de la mitad (aunque partiendo de una base más alta), de 54% a 24%, manteniendo mucho mejor los fundamentos macroeconómicos y las bases para continuar con el crecimiento y la reducción de la pobreza futura. 

Publicado en El Comercio el 10 de diciembre del 2014.