lunes, 16 de febrero de 2015

Tijeretazo en Brasil

La economía brasileña pasa por un momento delicado. El gigante sudamericano ha estado en recesión técnica (dos trimestres consecutivos de contracción del PBI) y su inflación supera el 6% anual, por lo que los locales hablan ya de “estanflación”. Las cuentas fiscales y externas son deficitarias y el nivel de deuda pública está cerca del 60% del PBI. Analistas brasileños especulan sobre un futuro probable en el que se perdería el grado de inversión que tanto costó alcanzar.

Recientemente estuvimos en la Reunión LACEA-LAMES, asociación de economistas de la región, organizada esta vez por la Universidad de Sao Paulo, una de las mejor ubicadas en los rankings latinoamericanos. La atención fue buena pero se sentían síntomas de una sociedad aletargada. Encontramos en el corazón económico de Brasil signos de estancamiento: la famosa Avenida Paulista nos mostró edificios emblemáticos de un pasado más glorioso, quizás en las décadas de los 60s y 70s, pero no un dinamismo reciente. Por el contrario, observamos mucha mendicidad en calles y parques del centro de Sao Paulo.

Luego de gran incertidumbre a partir de su ajustada reelección, Dilma Rousseff optó por Joaquim Levy, economista ortodoxo con doctorado en Chicago, como Ministro de Hacienda para su segundo mandato. Levy fue apodado “manos de tijera” cuando era Secretario del Tesoro en la década pasada, precisamente, por su implacable afán de recortar gastos cuando las cuentas fiscales no cuadraban.

Consistente con su pasado, Levy ha afirmado que su primer objetivo será el superávit fiscal primario y la reducción de la deuda pública. Pero este posible “tijeretazo” a su cargo ¿no alimentaría una mayor recesión en el corto plazo?  Dos respuestas posibles son: por un lado, Brasil no tiene espacio alguno para políticas expansivas en este momento y el ajuste es inevitable. Por otro lado, si este ajuste devuelve sostenibilidad a las cuentas fiscales y restablece la confianza de la inversión privada, más temprano que tarde el crecimiento de Brasil se verá beneficiado.

Actualmente Brasil tiene serios impedimentos para crecer al ritmo de otros pares emergentes. Su inversión total anual equivale a sólo 18% del PBI (alrededor de 27% para Perú). Y el gran peso estatal atenta contra su competitividad internacional: el ratio de ingresos públicos totales es de 35% del PBI (22% en el caso peruano). De hecho, su tasa de crecimiento potencial se estima en menos de 3% anual por la decaída infraestructura y la abultada agenda de reformas microeconómicas pendientes. 

En estos doce años de gobierno entre Lula y Dilma, Brasil redujo notablemente la pobreza, de 22% a 9% en cifras oficiales, es decir a poco menos de la mitad inicial. Sin embargo, hacer más de lo mismo en el futuro no es factible por el menor crecimiento potencial y los desequilibrios económicos acumulados. A manera de comparación, el modelo seguido por nuestro país resulta más sostenible: hemos reducido también la pobreza en poco más de la mitad (aunque partiendo de una base más alta), de 54% a 24%, manteniendo mucho mejor los fundamentos macroeconómicos y las bases para continuar con el crecimiento y la reducción de la pobreza futura. 

Publicado en El Comercio el 10 de diciembre del 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario