lunes, 28 de noviembre de 2016

No se trata solo de habilidades cognitivas

Nos tocó comentar el último Reporte CAF “Más habilidades para el trabajo y la vida”, presentado en la Universidad del Pacífico. El volumen discute de manera comprensiva los aportes de la familia, la escuela, el entorno y el mundo laboral a la formación de estas habilidades.

Para lograr una adecuada inserción al trabajo y una vida plena, ya no basta acumular un nivel suficiente de habilidades cognitivas durante el proceso educativo. El consenso académico indica que igualmente importante es desarrollar un conjunto de habilidades socioemocionales –llamadas también competencias blandas–, que tienen que ver con aspectos como la perseverancia, la determinación, el autocontrol, la necesidad de logro, la apertura a nuevas experiencias, la extraversión y la empatía, entre otros.

Con Juan Francisco Castro, Pablo Lavado y un equipo del CIUP hemos medido el impacto de algunos de estos rasgos en la población adulta peruana, gracias a una encuesta pionera del Banco Mundial. Así, un bajo nivel de habilidades socio-emocionales influye negativamente tanto en la decisión de continuar con la educación superior como en las condiciones laborales y posibilidades de éxito en el primer empleo post-universitario.

Sin embargo, ¿cómo compararnos con otros países si no existen pruebas internacionales en estas áreas? CAF utiliza la metodología Borghans-Schils y PISA (pruebas estandarizadas de lectura, matemática y ciencias) para captar también déficits relativos en habilidades socio-emocionales, a través del porcentaje de alumnos cuyo rendimiento decae durante la prueba (la dificultad de las preguntas está distribuida aleatoriamente).

En países líderes, como Finlandia y Singapur, los porcentajes de estudiantes que responden correctamente las preguntas disminuye en cuatro a cinco puntos entre la primera y última (de 88% a 84% en el primer caso, y de 83% a 78% en el último). En cambio, en el Perú la pendiente negativa es cinco veces mayor: va desde 54% de aciertos en la primera pregunta a solo 29% en la última. En proporción, somos con Colombia los países latinoamericanos con mayor tasa de decaimiento en este novedoso indicador, lo que denota falta de persistencia y motivación.

Hugo Ñopo coincidió en destacar estos déficits en áreas socioemocionales como una restricción para nuestro desarrollo. Comparó estos resultados con nuestro desempeño en otras facetas como el fútbol. Somos el seleccionado sudamericano que menos sostiene un marcador favorable en los últimos diez minutos del primer o segundo tiempo de un partido (¡esperamos que el histórico 4-1 ante Paraguay de esta semana, luego de 12 años de no ganar de visita y remontando un marcador adverso, sea el inicio de un cambio de tendencia sostenido!).

¿Cómo hacer frente a estos déficits acumulados desde la primera infancia y perpetuados en la adultez? No hay todavía recetas mágicas desde el sistema educativo, pero un enfoque transversal que incluya la buena crianza, el deporte, el arte y la tutoría permanente parece imprescindible (la presencia de tres ministros en el evento demuestra la importancia del tema).


La noticia alentadora es que economistas y psicólogos expertos mundiales, como Heckman y Duckworth, señalan enfáticamente que sí se puede invertir en mejorar estas competencias desde temprano y que su retorno privado y social está por demás asegurado.

Publicado en  El Comercio el día 13 de noviembre de 2016

martes, 18 de octubre de 2016

Tanques de ideas y propuestas

En los últimos años se ha extendido el uso del término anglosajón “think tank” (que literalmente se traduciría como “tanque de ideas”) para referirnos a diversos centros de estudios e investigación aplicada que tienen entre sus objetivos analizar, generar evidencia y elaborar propuestas de políticas públicas que coadyuven al desarrollo.

Algunos think tanks le dan mayor énfasis a la investigación académica original y revisión entre pares expertos, que sustente la rigurosidad de sus iniciativas. Otros centros le ponen más empeño a la divulgación de propuestas entre un público más amplio y a la incidencia en los tomadores de decisiones de política. Sin embargo, los thinks tanks más reconocidos tienden a hacer bien ambas tareas.

Algunos think tanks están afiliados a universidades públicas o privadas, otros centros son creados a partir de una fundación benefactora, la mayoría de think tanks se mantienen independientes de filiación política (aunque esto no signifique que no haya  preferencias reveladas por diversas doctrinas políticas entre sus miembros), otros sí tienen conexión institucionales con algunos partidos.

El protagonismo que han ido adquiriendo los think tanks en el Perú ha sido particularmente importante para apoyar el desarrollo de políticas públicas, puesto que los cuadros en el Estado no suelen contar ni con el tiempo ni los recursos para dedicarlos a generar nueva evidencia, ideas y propuestas. Asimismo, los partidos políticos han carecido de estructuras permanentes que les permita hacer este trabajo de base. También ha sucedido que muchas universidades no realizan investigación aplicada al desarrollo, ni se conectan con la discusión de políticas.

Desde el 2013 la iniciativa “On Think Tanks” y la revista PODER reconocen anualmente a los think tanks que han destacado por su producción e incidencia en la discusión de políticas públicas en el Perú.

Hoy en día resulta difícil pensar en lo que se habría logrado sin el concurso (en las propuestas, debate e implementación) de organizaciones como el Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE), el Grupo Apoyo, el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), el Instituto Peruano de Economía (IPE), Macroconsult, la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA),  Soluciones Prácticas, Videnza, o el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP). Todos ellos han sido reconocidos por sus iniciativas a lo largo de los últimos años.

En nuestro país, además de think tanks, podemos calificar a estos centros como “policy maker tanks” pues conforman un conjunto valioso de expertos, que muchas veces son los que más han investigado y discutido propuestas en cada sector, y que luego se convocan para servir en la administración pública.


Una vez finalizada esta experiencia en la acción, ellos suelen regresar a los think tanks a repensar los temas, después de haber enfrentado las múltiples restricciones de la política, y a enriquecer las agendas de reflexión y propuesta futura. Y así se completa un círculo virtuoso, que hay que promover y aplaudir, tal como haremos en estos días durante la “Semana de la Evidencia” organizada por la Alianza Peruana para el Uso de la Evidencia.

Publicado en  El Comercio el día 15 de octubre de 2016

martes, 27 de septiembre de 2016

Educación multisectorial

Educación y multisectorial son términos que parecieran contradecirse entre sí, sobre todo en la visión (y división) sectorial rígida del Estado peruano. Sin embargo, la presencia de los ministros de Educación, Salud, Desarrollo e Inclusión Social, y Trabajo y Promoción del Empleo, dialogando en un mismo panel del último CADE por la Educación, demostró lo contrario. En un contexto de limitados recursos presupuestales, se necesita más enfoques multisectoriales para avanzar de manera acelerada y costo-efectiva en todas las dimensiones de inversión en capital humano que faltan atender para completar nuestro desarrollo.

Por ejemplo, el logro sostenido de aprendizajes de niños y jóvenes a lo largo del proceso educativo (desde el nivel inicial hasta el superior técnico y universitario), depende de inversiones adecuadas que comiencen durante el embarazo y continúen en toda la primera infancia. El Premio Nobel de Economía Heckman es quien mejor ha demostrado los grandes retornos de largo plazo de estas políticas. Se trata no solo de buena nutrición y cuidado de salud, sino también de prácticas permanentes de desarrollo infantil y estimulación temprana. Allí tenemos déficits grandes que cubrir en el más breve plazo.

Otra problemática multidimensional que merece mayor atención es el embarazo adolescente. A diferencia de otros indicadores sociales que han mejorado en nuestro país, la prevalencia de embarazo adolescente persiste y es de las más altas de América Latina. Produce numerosos riesgos en la salud, tanto para la joven madre como para el niño recién nacido pero, además, casi siempre genera una deserción escolar temprana y definitiva de la madre y un círculo vicioso de pobreza y vulnerabilidad que se transmite de una generación a otra.

Los sectores de educación y promoción del empleo deberán trabajar más coordinados que nunca en esta era de rápidos desajustes entre la oferta formativa y las demandas del mercado laboral. El creciente número de jóvenes “ninis” (que ni estudian ni trabajan), además de la población subempleada, son reflejo de una brecha persistente entre el mundo educativo y productivo, que tiene que atenderse con gran prioridad en estos años. Una mejor articulación entre estos sectores, involucrando más a la empresa de todo tamaño en la detección de necesidades de formación, redundará en mayores niveles de productividad para el país y en menores riesgos sociales para una juventud numerosa, que es una oportunidad irrepetible gracias al bono demográfico.

El CADE por la Educación de este año estuvo repleto de excelentes exposiciones nacionales e internacionales que nos hicieron reflexionar durante día y medio “fuera de la caja” ante un mundo cada vez más disruptivo. En ese contexto, fue un gran acierto cerrar el evento con un espacio para pensar de forma innovadora en intervenciones multisectoriales que sean parte de un enfoque más integral y eficaz para el Estado peruano.


Una noticia auspiciosa, en este sentido, es que ha empezado a reunirse de nuevo el Consejo Interministerial de Asuntos Sociales (CIAS) precisamente para diseñar, implementar y evaluar políticas y programas multisectoriales que reduzcan más rápido las brechas alarmantes de desarrollo humano que todavía tenemos.

Publicado en El Comercio el día 20 de setiembre de 2016.

lunes, 29 de agosto de 2016

50 años con Fe y Alegría

Este año “Fe y Alegría” cumple medio siglo de actividades en el Perú, con el bien ganado reconocimiento de llevar educación de calidad a las zonas más pobres del país. “Allá donde termina el asfalto” como decía su fundador. Llega a 20 regiones,  administrando 67 colegios, 6 redes rurales (que involucran 161 escuelas), 7 institutos superiores tecnológicos y 21 centros de educación técnico-productiva.   

En esta misma columna comentábamos en julio 2012 cómo, en medio de muchas carencias en las afueras de Lima Metropolitana, el Colegio Fe y Alegría (CFA) 58 de Cerro Camote, obtenía los más altos puntajes en comprensión lectora y matemáticas entre todas las escuelas públicas del país.

La visita realizada a dicho plantel nos mostró varios elementos esenciales para el éxito de los CFA: el liderazgo de la directora, la cuidadosa selección de un extraordinario conjunto de maestros públicos, el acompañamiento pedagógico a éstos de acuerdo con sus necesidades, un clima institucional acogedor, y el rol activo de los padres de familia.

A nivel nacional, las evaluaciones de estudiantes de segundo de primaria indican año tras año que los estudiantes de CFA logran alrededor de veinticinco puntos porcentuales más de rendimiento comparado al promedio del país.

Sin embargo, una pregunta metodológica válida es si estos mejores resultados son más que nada producto de diferencias innatas en los estudiantes, su ambiente familiar y otros factores no observables. En otras palabras, no resulta sencillo aislar el impacto propiamente de la mística y buenas prácticas de Fe y Alegría.

Gracias a una conversación con el recordado Jesús Herrero en el Consejo Nacional de Educación, Santiago Cueto y yo nos enteramos de un mecanismo realizado en algunos CFA ante el exceso de demanda por vacantes. Algunas directoras habían optado por inscribir a todas las familias interesadas y, luego después, asignar las vacantes en sorteo público.

Este procedimiento, por lo demás justo y transparente, fue una oportunidad inmejorable para la investigación, al establecer de manera aleatoria dos grupos equivalentes de comparación. Debíamos ubicar los resultados en las pruebas de aquellos niños que no fueron favorecidos en el sorteo y que, por tanto, tuvieron que inscribirse en otros colegios, y compararlos con aquellos de estudiantes de CFA. Era lo más cercano a un experimento natural.

Pablo Lavado y Micaela Wensjoe compartieron la tarea de llevar a cabo este estudio y dirigir el acopio de los datos relevantes que, por fortuna, pudimos ubicar para el caso del CFA 26 de San Juan de Lurigancho. Nuestras estimaciones, publicadas en el Repositorio de la Universidad del Pacífico, y estudios análogos para otros CFA, sugieren que la administración de CFA genera una ganancia sustancial en términos de aprendizajes medibles, amén de la gran formación espiritual, humanística y en valores que imparten.

A partir de esta evaluación de impacto del caso del CFA 26 es posible inferir que cerca de la mitad del mejor rendimiento de los estudiantes de Fe y Alegría es efectivamente atribuible a las buenas prácticas docentes y gestión de dichos colegios. 

Felizmente, muchas empresas, hogares y el Estado peruano renuevan permanentemente el apoyo a esta gran obra, que se ha vuelto parte de lo mejor que tenemos en el Perú para ofrecer una educación de calidad a los hogares más necesitados


Publicado en El Comercio el día 21 de agosto de 2016

Historias desde Canadá

Compartimos con Canadá casi la misma bandera, abundancia de recursos naturales, gran diversidad cultural y hasta similar tamaño de población. Hay mucho que aprender de un país entre los diez más desarrollados y con mejor calidad de vida del planeta. Otras razones prácticas para conocerlo son de orden comercial -cuarto destino más importante de nuestras exportaciones, e inversión -octavo país en inversión extranjera directa en Perú.

Canadá prueba que la riqueza de recursos naturales, adecuadamente explotados, sí puede llevar a un alto nivel de desarrollo, ampliamente compartido. Los sectores agrícola, forestal, petrolero y minero representan 60% de las exportaciones canadienses. Y se ha desarrollado una gran industria asociada a recursos naturales, como la de celulosa y papel. Toda esta riqueza generada se ha invertido en potenciar sus recursos humanos e infraestructura. La calidad del capital humano resulta evidente, ubicándose entre los 12 mejores países en la prueba PISA y en respeto y práctica de valores ciudadanos.

Estuvimos en la Conferencia Económica Canadiense en Ottawa, presentando la investigación con Pablo Lavado sobre el potencial impacto negativo en el empleo formal de legislaciones laborales más restrictivas. Es una bella ciudad a mitad de camino entre Washington y Londres en un doble sentido. Comparte con la primera la fisonomía de una capital de mediano tamaño, que aloja la burocracia nacional en imponentes edificios públicos, pero, como la segunda, concentra sedes de hermoso estilo neogótico, tales como el majestuoso Parlamento y su biblioteca.

Ottawa también equidista de esas dos capitales por consideraciones geopolíticas, situándose al lado de la potencia estadounidense y manteniéndose activa en la mancomunidad británica de naciones. De hecho, esta ciudad fue escogida por la Reina Victoria en un punto medio entre la Toronto más anglófona y la Montreal más francófila.

Canadá ha sido cuna de varios Premios Nóbel en diversos campos, como la escritora Alice Munro, y sus preciosos relatos de vidas cotidianas en pueblos y granjas canadienses, y los economistas Willian Vickrey (con quien compartimos oficina en Columbia), precursor de sistemas de tarifas de transporte e impuestos en varias ciudades, y Robert Mundell, padre de la macroeconomía internacional moderna.

En la coyuntura actual, encontré una economía afectada por la caída de precios de sus exportaciones, pero con algo más de optimismo en la política. Un popular Primer Ministro Justin Trudeau trata de reconectarla con sus ciudadanos, en especial los más jóvenes, pero enfrenta retos estructurales como una población que envejece rápidamente y una burocracia, que parece ejemplar para nuestros estándares, portadora de regulaciones excesivas.

Finalmente, existe cierta desazón por no estar más presentes en la ola actual de innovaciones disruptivas a nivel mundial. Si bien Canadá ha sido cuna de inventos emblemáticos en el pasado como la insulina, walkie-talkies, y IMAX, su última reconocible gran innovación fue el teléfono inteligente Blackberry que ha tenido un ciclo de vida bastante corto. Al parecer, ningún país por más desarrollado que sea tiene asegurado su nivel de competitividad internacional en estos tiempos de cambios rápidos y disruptivos.

Publicado en El Comercio el día 24 de julio de 2016

  

De la hiperinflación a la estabilidad monetaria

En sus casi tres lustros de vigencia en el Perú, el esquema de metas de inflación ha logrado que la variación en los precios se mantenga por debajo del 3% promedio anual.  Esta historia de estabilidad monetaria hubiera parecido poco creíble para cualquier peruano que experimentaba hace menos de tres décadas un proceso hiperinflacionario explosivo y prolongado con inflaciones anuales de cuatro dígitos.

Este es uno de los contrastes resaltados en “Política y Estabilidad Monetaria en el Perú”, libro editado conjuntamente con Diego Winkelried, Jefe del Departamento de Finanzas de la Universidad del Pacífico. El volumen es un homenaje a Julio Velarde por su designación como “Banquero Central del Año 2015” por la revista “The Banker” del Grupo Financial Times.

La primera parte incluye discursos en honor a Julio que resumen y resaltan su gran calidad profesional y personal. La segunda contiene ensayos sobre política monetaria y financiera a cargo de distinguidos funcionarios y académicos, mientras que la tercera consta de contribuciones a partir de modelos cuantitativos, que sirven de base para tomar decisiones monetarias cada vez mejor fundamentadas.

Uno de los capítulos centrales discute la importancia de las condiciones iniciales para adaptar las mejores prácticas en política monetaria. Se trata los casos del fin de la hiperinflación de 1988-1990, la adopción del esquema de metas explícitas de inflación, y la introducción más reciente de políticas macro-prudenciales. En todos, Julio Velarde cumplió un papel primordial en el diseño de políticas, considerando que no cabía una simple copia de experiencias previas de otras economías.

Otro capítulo analiza el largo camino recorrido por el Perú para conseguir la autonomía del banco central, reforma institucional fundamental que fortalece la política monetaria y contribuye al logro de la estabilidad de precios. Se revisa los fundamentos de creación del BCR y el proceso de institucionalización de su autonomía, con énfasis en la indispensable independencia presupuestal y administrativa.

Otro aporte analiza el proceso de dolarización experimentado desde la década de los setenta y evalúa la efectividad de las políticas que han ido apuntalando a su paulatina reversión. La estrategia de desdolarización se ha basado en medidas que se han reforzado mutuamente en un círculo virtuoso de desarrollo de mecanismos de transmisión de política monetaria y gradual desdolarización de la economía. 

Esperamos que este libro pueda ser útil a varios públicos. Para todo peruano interesado en conocer en detalle un caso exitoso de políticas públicas, basado en el manejo técnico de una institución y un impecable sistema de reclutamiento de jóvenes profesionales de alta calidad.

Para decisores de política económica en el Perú y otros países emergentes, como una referencia útil a la hora de cotejar opciones de política en mundos tan cambiantes y volátiles.

Para estudiantes de Economía y Finanzas en formación, como material de consulta indispensable en cursos de política monetaria, económica y financiera.

Y para los futuros historiadores de la vida económica del país, como un primer balance de estos 25 años de estabilidad monetaria y financiera, lograda fundamentalmente por la visión y talento de Julio Velarde.


Publicado en El Comercio el día 26 de junio de 2016

miércoles, 11 de mayo de 2016

Alcanzar los tres dígitos

Hace casi ocho años fui invitado por la sección económica de este diario a escribir una columna cada cuatro semanas, encargo felizmente cumplido de manera ininterrumpida. Los formatos han variado, conforme la dinámica industria editorial así lo requería: recuadro inferior en página económica, columna izquierda en página dos de Portafolio, página central de la misma, entre otros. Hoy, alcanzamos los tres dígitos, entregando al lector la columna número cien, en una renovada y ágil diagramación acorde con los tiempos.

Es momento propicio para hacer un primer balance. La temática se ha concentrado en la economía, educación y empleo (un compendio se encuentra en el blog “Triple E” http://gustavoyamada.blogspot.pe/). Hemos descrito el contexto mundial y específico de algunos países visitados: la recuperación de los Estados Unidos después de su peor crisis desde la Gran Depresión, el acelerado desarrollo de Corea del Sur y China, la resiliencia de Alemania, o los retrocesos de España y Brasil.

En el caso del Perú, hemos analizado la dramática reducción de la pobreza monetaria a menos de la mitad, que acaba de ser reconocida por la CEPAL como récord histórico para toda América Latina, y la caída de la desigualdad. Buena parte de estos logros se deben al elevado crecimiento económico y al complemento de la política social. En un trabajo reciente con Juan Francisco Castro y Nelson Oviedo calculamos que la desigualdad ha seguido cayendo, aunque menos, en medio de la desaceleración económica, y ahora con más peso de la política redistributiva.

Con frecuencia esta tribuna ha servido para difundir investigaciones y evaluaciones sobre temas educativos y laborales. Desde el impacto de grandes obras como Fe y Alegría hasta la rentabilidad de la educación superior y el potencial de esquemas como Ponte en Carrera y Crédito 18. También la columna ha permitido reseñar libros que dejan huella, como la explicación histórica institucionalista del subdesarrollo de Acemoglu y Robinson, o las características singulares de personas innovadoras identificadas por Dyer y Gregersen.

Pero alcanzar los tres dígitos no siempre es positivo. Por ejemplo, desde 1982 hasta 1991 tuvimos inflaciones anuales de tres dígitos, dramática consecuencia del equivocado manejo macroeconómico que nunca debe repetirse. Lamentablemente, el mundo no está vacunado del todo de estas dolencias. El año pasado, Venezuela batió récord mundial -en una economía repleta de controles- con 189% de inflación. Es decir, ¡los precios de los bienes y servicios en Venezuela en promedio se están triplicando cada año!

Más meritorio e importante sería alcanzar tres dígitos en el crecimiento acumulado del del ingreso per cápita, con una distribución equitativa de oportunidades. Algunas economías del sudeste asiático han logrado hacerlo cada 10 años por varias décadas. A nosotros, aún con los buenos tiempos vividos en el pasado reciente, nos tomó más de dos décadas duplicar el PBI per capita. A este ritmo se requeriría más de 50 años para alcanzar los niveles mínimos actuales de países desarrollados.
Lamentablemente medio siglo es una eternidad y no nos podemos conformar con esta inercia. Tenemos que realizar muchas más reformas económicas, sociales e institucionales para crecer a tasas cercanas a las asiáticas. Felizmente, las candidaturas que alcanzaron la segunda vuelta pueden y deben aprovechar el claro mandato ciudadano para emprender reformas, explicando adecuadamente sus beneficios para la población, durante el primer año del próximo gobierno.

Publicado en el diario El Comercio el 27 de abril de 2016.

Una buena educación como obsesión

Hace un par de semanas se conocieron los resultados de las Evaluaciones Censales de Estudiantes (ECE) de colegios públicos y privados del país en el 2015. La buena noticia es que la mejora en educación primaria ha continuado y que la mitad de nuestros niños en segundo grado alcanzan ya el nivel satisfactorio en comprensión lectora. Los claros avances de mediano plazo resaltan al comparar esta cifra con un pálido 16% de comprensión adecuada en la primera prueba realizada el 2007. Los progresos en matemáticas son más lentos. Actualmente 27% de los niños dominan las competencias numéricas de manera satisfactoria, aunque este porcentaje era sólo de 7% en el 2007.

En esta oportunidad, por primera vez, se realizó una evaluación a todos los estudiantes de segundo año de secundaria, lo cual servirá como una línea de base inicial para cuantificar las mejoras urgentes que se necesitan en este nivel educativo. Solo 15% de los adolescentes de este grado alcanzan un rendimiento satisfactorio en comprensión lectora y 10% en uso de competencias numéricas. Estos lamentables resultados nos dan una idea cabal de lo mucho que queda por hacer todavía.

Esa misma semana, fuimos anfitriones de dos importantes eventos en donde el Ministro Saavedra acuño la frase de “educación como obsesión”. En el primer seminario, la OCDE, asociación que congrega a todos los países desarrollados  y algunos emergentes, sugirió que el Perú debe persistir en el buen camino empezado en el sector educación con más reformas y recursos. De otro modo, el riesgo de estancarnos en la trampa del ingreso medio es elevado.

En el segundo evento, la Conferencia Anual de la GDN (Global Development Network) coorganizada con GRADE y el Ministerio de Educación, congregamos a alrededor de 400 participantes de más de 50 países especialistas en investigación y políticas de desarrollo, en particular en el tema educativo. Durante dos días intensos de presentaciones y debates quedó claro que la inversión educativa de calidad debe empezar desde el nivel inicial, formación que, realizada profesionalmente, genera grandes retornos permanentes para los niños y el país como un todo.

Asimismo, las intervenciones en la educación básica regular deben de tener como eje fundamental al personal docente de calidad. Por ejemplo, en el nivel de secundaria es poco lo que se puede lograr con maestros que no son especialistas en su materia. En el caso de la educación superior, todos los países en desarrollo enfrentan el reto de promover una educación universitaria y técnica de calidad y alta empleabilidad. Los sistemas de información, licenciamiento y acreditación van en esa línea.

En un célebre discurso hace diez años en la Universidad del Pacífico, Gastón Acurio ofreció una visión del desarrollo de la gastronomía peruana y su conquista del mundo que, por entonces, pareció muy ambiciosa y poco realista. En el panel de la OECD recordábamos con él que prácticamente todo lo dicho se hizo realidad, porque hubo la aspiración y voluntad de toda una generación de cocineros por sacar adelante ese sueño. Lo mismo puede suceder con la educación del país, si todos nos convencemos de que es un mecanismo indispensable para alcanzar finalmente nuestro desarrollo económico y la anhelada igualdad de oportunidades.

Publicado en el diario El Comercio el día 30 de marzo de 2016. 

lunes, 15 de febrero de 2016

Copiar y pegar

Hace cinco años en esta misma columna urgía a que “evitemos una generación copiar y pegar” a propósito de los riesgos y oportunidades que brindan las nuevas tecnologías de la información en el ámbito académico. Entre las ventajas que ofrece el mundo de hoy indicaba que (y cito textualmente entre comillas, como debe hacerse): “los jóvenes tienen todo el conocimiento de la humanidad al alcance de un click, pues Google y otros buscadores superan a la mejor biblioteca física del mundo, almacenando y buscando el conocimiento acumulado al instante” (El Comercio, 29/6/2011, página B4).

Entre las amenazas presentes decía que “quizás el síndrome más emblemático de la actual generación es esa propensión casi instintiva a copiar y pegar el primer texto que aparece en el buscador, sin preguntarse si es verdadero, falso o incierto ni RESPETAR la autoría intelectual del mismo. Muchos jóvenes sobreentienden, o malentienden, que todo texto disponible en el Internet es de propiedad pública y que puede copiarse sin reconocer que cometen una grave falta ética al apropiarse de un producto ajeno. Tenemos que evitar este mal desde la formación y educación temprana. Necesitamos individuos juiciosos y reflexivos que utilicen, ética y creativamente, las grandes herramientas a su alcance”.

Las instituciones educativas tienen que formar a los estudiantes en esta cultura de la ética, reflexión y trabajo original de producción del conocimiento. Muchas de ellas hacen firmar un compromiso de honor al alumno desde su ingreso a que no realizará actos de plagio o apropiación de producción intelectual, sin respetar la autoría de otros y citarlos apropiadamente. Las sanciones, apenas detectada la falta, van desde amonestaciones y calificación cero en la prueba o asignatura, hasta la inhabilitación para obtener grados, suspensión y expulsión de las aulas universitarias.

Precisamente, hace sólo cuatro meses en este mismo medio desarrollábamos el “método PHD” como guía para una elección adecuada de la carrera universitaria teniendo en cuenta la pasión que se sienta por la profesión futura, las habilidades que se exhiban y las demandas del mercado laboral. En ese contexto, se explicaba que Ph.D. es la abreviatura original del término latín “Philosophiae Doctor” que significa Doctor en Filosofía. Es el más alto grado académico otorgado en ciencias exactas, sociales y humanidades en muchas de las mejores universidades de investigación del mundo.

Y cito textualmente que “para obtener un Ph.D. se necesita, además de contar con los grados previos de bachillerato y maestría, demostrar un sobresaliente nivel y profundidad de conocimiento en la disciplina, y desarrollar y defender una tesis doctoral de investigación ORIGINAL que contribuya a expandir el stock de conocimiento en la materia” (El Comercio, 16/9/2015, página B9).

No solo necesitamos recuperar la calidad académica de la educación universitaria en el Perú, sino también su dimensión ética. En la última semana se han revelado elementos que evidenciarían actos de plagio en tesis de varios niveles universitarios que deben ser esclarecidos objetiva y contundentemente con prontitud. Felizmente, las nuevas tecnologías de información también pueden ser una estupenda aliada para resolver estos casos de manera urgente, por el bien de la calidad y moralidad de la educación y la sociedad peruana.

Artículo publicado en el Diario El Comercio el 3 de febrero de 2016.

viernes, 8 de enero de 2016

Empleo a corto y mediano plazo

El año que acaba de culminar trajo pocas mejoras en el mercado laboral peruano. De acuerdo a datos hasta noviembre 2015 del INEI para Lima, la tasa de desempleo abierto se ha mantenido alrededor del 6%. Sin embargo, el número total de empleos adecuados, por horas o por ingresos, ha dejado de crecer. En consecuencia, la tasa de subempleo se incrementó de 32 a 34% de la fuerza laboral. La misma fuente reporta un crecimiento nominal en los ingresos laborales de 4.2% que, por lo menos, permitió mantener la capacidad adquisitiva de las remuneraciones en este año complicado.

Por su parte, las estadísticas hasta setiembre 2015 del Ministerio de Trabajo muestran un incremento acumulado de doce meses de sólo 0.7% en el empleo formal de empresas privadas de 10 a más trabajadores en las principales ciudades.

La causa más próxima a estos indicadores laborales estancados es la significativa desaceleración experimentada por la economía. La elasticidad empleo- producto mide el incremento porcentual en el empleo por cada punto porcentual de crecimiento en el PBI real. Si el 2015 ha terminado con un crecimiento alrededor del 3%, tendremos en la coyuntura actual una elasticidad empleo-producto de solo 0.25, una de las más bajas registradas en los últimos tiempos.

Estos números indican la imperiosa necesidad de recuperar una senda de crecimiento mayor para la economía peruana. Una mirada comparativa de los resultados laborales en el período de auge, gracias a las encuestas ENAHO 2004-2014, nos convencerá del poder del crecimiento económico para mejorar la situación laboral de los peruanos.

En esta década prodigiosa, que ahora empieza a parecer lejana, los ingresos laborales se duplicaron en términos reales. La proporción de fuerza laboral con empleos adecuados se incrementó en 22 puntos porcentuales de 41 a 63%, y el subempleo disminuyó de 53% a 33%. En números absolutos, el empleo adecuado a nivel de todo el Perú creció a un ritmo de 6.4% anual, ¡tanto como el propio crecimiento récord de la economía! Es decir, una elasticidad empleo-producto asombrosa de 1.

Más aún, el empleo formal total (medido operativamente como aquél que cuenta con seguro de salud) también se incrementó a una tasa anual promedio de 6.3%. Estos empleos formales pasaron de totalizar dos millones y medio, a cuatro millones seiscientos mil. ¡Todo un récord histórico! Lo que relativiza esta cifra es que la fuerza laboral ocupada en el país supera los 16 millones. Por ello, la tasa de formalidad laboral pasó de una base muy baja de 19.4% a un significativo 28.8%.

Estas comparaciones en épocas de auge y desaceleración ofrecen una conjetura interesante. Si bien estimaciones econométricas previas arrojaron una elasticidad empleo producto de largo plazo alrededor de 0.5, su evolución puntual sería bastante pro-cíclica: se aceleraría en auges llegando a situarse cerca de la unidad, mientras que se contraería drásticamente en desaceleraciones hasta valores de un cuarto o menos.

La lección parece contundente: si queremos volver a lograr mejoras en el mercado laboral, tenemos que recuperar tasas de crecimiento económico superiores al 4-5% anual, para lo cual se requieren reformas estructurales que destraben la economía en todos sus ámbitos (incluyendo el laboral y de capacitación), aumenten la productividad de sus factores, e impulsen mayores niveles de inversión privada y pública eficiente en todo el país.


PD: Se nos fue inesperadamente Jorge Fernández-Baca dejándonos una ejemplar producción de textos de microeconomía, teoría monetaria y organización industrial. Nuestro más sentido pésame a sus familiares.

Artículo publicado en el Diario El Comercio el 6 de enero de 2016.

La brecha entre dos Coreas

Como detallamos en nuestra columna anterior, Corea del Sur ha experimentado un verdadero milagro económico que lo catapultó de producir anualmente 850 dólares por habitante en los cincuenta a 26 mil dólares hoy en día, situándose ya entre las 30 naciones más desarrolladas del planeta.

¿Qué pasó mientras tanto en Corea del Norte? De acuerdo a Naciones Unidas, se ha quedado con un producto per cápita anual estimado actualmente en alrededor de 600 dólares, ubicándose entre los 20 países más pobres del mundo. La diferencia entre ambas naciones, separadas hace sólo seis décadas por el famoso Paralelo 38, sería de más de 40 veces, aunque la comparación no resulta sencilla por la ausencia de mercados y precios en Nor-Corea.

Felizmente, el Banco Central de Sur-Corea realiza una estimación detallada anual de la producción real agregada del vecino del norte, utilizando para ello los precios de mercado prevalecientes en el sur. En dicha estimación la brecha nominal entre ambas Coreas se reduce, pero sigue siendo tan astronómica como de 18 veces a 1.

Pero un par de imágenes pueden decirnos más que muchos números. La primera proviene del espacio: Los astronautas de la Estación Espacial Internacional han podido captar fotografías nocturnas de toda la península coreana con gran resolución. El contraste es abismal.

En la parte sur se aprecia un continuo de miles y miles de luces destellantes, mientras que en el norte prácticamente todo es oscuridad. De hecho, pareciera que el Mar de Japón y el Mar Amarillo estuvieran unidos por otro “mar visual” (que sería Corea del Norte).  Es el desarrollo luminoso versus el oscuro subdesarrollo.

La segunda imagen proviene de comparar estaturas de niños surcoreanos y norcoreanos de la misma edad. Existe una brecha promedio de hasta 8 centímetros entre ellos, que no puede ser atribuida a diferencias raciales.  Más de un tercio de niños norcoreanos está desnutrido, mientras que dicho fenómeno es insignificante en los niños surcoreanos.

El caso de la península coreana quizás sea el mejor ejemplo teórico-práctico contemporáneo del papel crucial que tienen las instituciones en el devenir de las economías: un exitoso sistema capitalista que incentiva, premia y protege la propiedad privada, el emprendimiento individual, la inversión y la innovación, versus un sistema comunista impuesto a una población de 25 millones, donde el común denominador es la pobreza y el retroceso en todos los ámbitos de la vida.

En la economía y sociedad surcoreana la inversión individual y familiar en capital humano es clave para seguir progresando a pasos agigantados. Un verdadero milagro educativo que hemos detallado en nuestras columnas de agosto y setiembre del 2010 en esta misma sección.


Hace pocas semanas se difundieron imágenes del día en que se efectúa la prueba final de educación secundaria para admisión a las universidades de Corea del Sur. Un evento para las familias coreanas tan importante como la final de una olimpiada o campeonato mundial de fútbol. Todo el país se puso a disposición de estos cientos de miles de jóvenes que se habían preparado con ahínco para lograr un lugar en la competitiva y desarrollada sociedad surcoreana. A dicho estándar debemos llegar, y a ritmo “pali pali”, si queremos completar nuestro desarrollo en esta generación.

Artículo publicado en el Diario El Comercio el 9 de diciembre de 2015.

Pali Pali en Corea del Sur

“Pali Pali” es una expresión coreana que significa “¡apúrate…más rápido!” y representa muy bien el ritmo intenso y competitivo que se percibe en la fascinante Corea del Sur. El mes pasado viajé allá para participar en un panel auspiciado por el BID y el Fondo Coreano de Reducción de Pobreza. El objetivo fue evaluar programas de Maestría en Gestión Pública, ofrecidos por universidades coreanas de primer nivel, que beneficiarán a funcionarios públicos de la mayoría de países de América Latina y el Caribe. Es muy destacable el papel que cumple el BID en tender múltiples puentes entre esta estrella asiática y nuestra región.

Lo ocurrido en Corea del Sur en las últimas décadas califica plenamente como “milagro económico”. Su PBI per cápita anual en dólares constantes de 1990, pasó de 850 en los 50s (inferior al peruano de entonces) a 26 mil dólares hoy (cercano al promedio de países OCDE, más de cuatro veces el equivalente peruano nominal y tres veces en paridad de poder de compra). Es decir una tasa de crecimiento promedio anual por habitante de casi 6% durante cinco décadas.

Hoy Corea del Sur es la tercera economía de Asia (solo detrás de China y Japón). Sus  más de 50 millones de habitantes gozan prácticamente de todas las libertades democráticas y de desarrollo personal.  Una señal del progreso alcanzado es la creciente participación de marcas como Hyundai, KIA, LG y Samsung en nuestra vida diaria. Sin embargo, ¿será que este desarrollo fue solo hacia afuera, sin reflejarse internamente en un estándar de vida desarrollado? “Ver para creer” como dice el refrán.

En Seúl me he vuelto a topar con estas marcas, pero con un significativo plus que denota un nivel de vida más elevado: todos los taxis son Hyundai y KIA nuevos en sus versiones de alta gama “Sonata” y “K7-Óptima”.  Otro indicador de desarrollo comparativo: no encontré mendicidad significativa en las calles céntricas de la capital ni en días de semana ni durante el fin de semana.

La infraestructura de transporte público es impresionante: 18 líneas de metro con 645 estaciones que interconectan, cual malla casi perfecta, toda el área metropolitana de Seúl de manera subterránea. Más aún, otras 4 ciudades coreanas tienen también sistemas de metro. Y muchas líneas de trenes de alta velocidad y excelente servicio recorren todo el país sin ningún minuto de retraso.

Lejos de ser complacientes con lo alcanzado, los coreanos discuten permanentemente y ejecutan acciones para seguir mejorando. Por ejemplo, se quejan del acelerado envejecimiento poblacional, la baja productividad de sus servicios, y el insuficiente  crecimiento económico potencial, porque faltan reformas para producir ciudadanos más creativos y generar esos grandes inventos que dicen ¡no haber logrado todavía!

La lección más importante de Corea del Sur es que sí se puede aspirar a completar un proceso de desarrollo en un par de generaciones con las políticas y reformas adecuadas. La segunda lección, y este es el reto más importante, es que para hacerlo a dicha velocidad se debe tener un sentimiento nacional compartido de urgencia y persistencia: ¡debemos adoptar una cultura “pali pali”!  ¿Cómo se puede inculcar todo esto en un sistema educativo y una burocracia pública de calidad?... pues lo discutiremos en una próxima entrega. 

Artículo publicado en el Diario El Comercio el 11 de noviembre de 2015.

Cumbre de primer mundo

Durante la semana pasada, Lima fue exitosísima sede de la Asamblea Anual del FMI y Banco Mundial, realizado en América Latina después de 48 años. Haber sido elegidos como anfitriones para tan importante ocasión ha sido un reconocimiento explícito a los progresos logrados por la economía peruana en estos últimos 25 años.

Muchos asistentes internacionales regresaban al Perú después de décadas y quedaron absolutamente impresionados con los cambios registrados en nuestro país y capital. Los analistas mundiales han podido comprobar de manera vivencial la gran recuperación de nuestra economía y el potencial para continuar con su desarrollo.

Para los economistas y financieros, asumir la compleja logística de este tipo de cumbre equivale a organizar un Mundial de Fútbol o Juegos Olímpicos.  Cada tres años se elige una ciudad fuera de Washington que pueda disponer de infraestructura y condiciones de seguridad al nivel del primer mundo para albergar a los ministros de economía, finanzas y presidentes de bancos centrales de 188 países, y más de 12,000 participantes entre inversionistas, líderes empresariales, activistas del desarrollo, académicos, periodistas y hasta estrellas de cine. El consenso entre todos fue que el evento estuvo impecable.

En cuanto al panorama económico internacional, al principio de la semana se empezó con pronósticos un tanto nublados, en encuentros en la Universidad del Pacífico el lunes y martes. Sin embargo, conforme se discutía a profundidad con los actores directos de países desarrollados y emergentes durante la semana, la visión se clarificaba y, al cierre del evento el domingo, se terminó con un cielo parcialmente soleado: los tiempos son más retadores, acabado el superciclo de las materias primas, pero hay mayor certidumbre sobre el potencial de crecimiento sostenido del mundo emergente, la calidad de sus políticas y policymakers, y las reformas estructurales que necesitan retomarse.

La construcción en tiempo récord del Centro de Convenciones de Lima y la Torre del Banco de la Nación, junto con la perfecta organización del evento, nos brinda lecciones mayores: cuando tenemos ambiciones, metas y plazos claros como país, podemos acortar aceleradamente las brechas de infraestructura física, organización y capital humano, y competir con el mundo entero en la producción de toda clase de bienes y servicios.

Mientras me movilizaba a lo largo del denominado “Complejo Cultural de la Nación” (que incluye decenas de ambientes espectaculares para eventos de este tipo en el fabuloso Centro de Convenciones, la Torre del BN, el Museo de la Nación, el Gran Teatro Nacional y la Biblioteca Nacional), recordaba que hace una década atrás Lima también fue sede de un evento económico regional: la Asamblea Anual del BID.


Entonces solo se tenía el Museo de la Nación y hubo que acondicionar varios ambientes provisionales para realizar las reuniones plenarias. Hoy, y por décadas, podemos albergar grandes eventos nacionales e internacionales, compitiendo con otras capitales regionales y mundiales. Los siguientes pasos para completar el proceso serían construir un gran hotel en las cercanías, concesionar un selecto número de restaurantes, y realizar la obra tan necesaria de conexión por vía rápida de toda la Avenida Javier Prado hasta el Aeropuerto.

Artículo publicado en el Diario El Comercio el 14 de octubre de 2015.