lunes, 29 de agosto de 2016

50 años con Fe y Alegría

Este año “Fe y Alegría” cumple medio siglo de actividades en el Perú, con el bien ganado reconocimiento de llevar educación de calidad a las zonas más pobres del país. “Allá donde termina el asfalto” como decía su fundador. Llega a 20 regiones,  administrando 67 colegios, 6 redes rurales (que involucran 161 escuelas), 7 institutos superiores tecnológicos y 21 centros de educación técnico-productiva.   

En esta misma columna comentábamos en julio 2012 cómo, en medio de muchas carencias en las afueras de Lima Metropolitana, el Colegio Fe y Alegría (CFA) 58 de Cerro Camote, obtenía los más altos puntajes en comprensión lectora y matemáticas entre todas las escuelas públicas del país.

La visita realizada a dicho plantel nos mostró varios elementos esenciales para el éxito de los CFA: el liderazgo de la directora, la cuidadosa selección de un extraordinario conjunto de maestros públicos, el acompañamiento pedagógico a éstos de acuerdo con sus necesidades, un clima institucional acogedor, y el rol activo de los padres de familia.

A nivel nacional, las evaluaciones de estudiantes de segundo de primaria indican año tras año que los estudiantes de CFA logran alrededor de veinticinco puntos porcentuales más de rendimiento comparado al promedio del país.

Sin embargo, una pregunta metodológica válida es si estos mejores resultados son más que nada producto de diferencias innatas en los estudiantes, su ambiente familiar y otros factores no observables. En otras palabras, no resulta sencillo aislar el impacto propiamente de la mística y buenas prácticas de Fe y Alegría.

Gracias a una conversación con el recordado Jesús Herrero en el Consejo Nacional de Educación, Santiago Cueto y yo nos enteramos de un mecanismo realizado en algunos CFA ante el exceso de demanda por vacantes. Algunas directoras habían optado por inscribir a todas las familias interesadas y, luego después, asignar las vacantes en sorteo público.

Este procedimiento, por lo demás justo y transparente, fue una oportunidad inmejorable para la investigación, al establecer de manera aleatoria dos grupos equivalentes de comparación. Debíamos ubicar los resultados en las pruebas de aquellos niños que no fueron favorecidos en el sorteo y que, por tanto, tuvieron que inscribirse en otros colegios, y compararlos con aquellos de estudiantes de CFA. Era lo más cercano a un experimento natural.

Pablo Lavado y Micaela Wensjoe compartieron la tarea de llevar a cabo este estudio y dirigir el acopio de los datos relevantes que, por fortuna, pudimos ubicar para el caso del CFA 26 de San Juan de Lurigancho. Nuestras estimaciones, publicadas en el Repositorio de la Universidad del Pacífico, y estudios análogos para otros CFA, sugieren que la administración de CFA genera una ganancia sustancial en términos de aprendizajes medibles, amén de la gran formación espiritual, humanística y en valores que imparten.

A partir de esta evaluación de impacto del caso del CFA 26 es posible inferir que cerca de la mitad del mejor rendimiento de los estudiantes de Fe y Alegría es efectivamente atribuible a las buenas prácticas docentes y gestión de dichos colegios. 

Felizmente, muchas empresas, hogares y el Estado peruano renuevan permanentemente el apoyo a esta gran obra, que se ha vuelto parte de lo mejor que tenemos en el Perú para ofrecer una educación de calidad a los hogares más necesitados


Publicado en El Comercio el día 21 de agosto de 2016

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