miércoles, 9 de enero de 2013

2013 más allá de supersticiones

El número 13 ha sido asociado a la mala suerte desde tiempos inmemoriales. Uno de los probables orígenes de dicha superstición sería el hecho de que fueran 13 los comensales en la Última Cena de Jesucristo. Hasta el día de hoy se evita el número 13 en variadas circunstancias, ya sea por creencia o “por si acaso”. Así, hay muchos elevados edificios en el mundo sin un piso 13, también es notoria la ausencia de la línea 13 en varios sistemas de buses alrededor del planeta, o la inexistencia de la fila 13 de asientos en algunos aviones. Sin embargo, el primer año del presente milenio que acaba con el número 13 no tiene porqué ser un período de mala suerte económica o laboralmente, al menos para el caso peruano.

La situación económica internacional todavía es complicada, y debemos acostumbrarnos a que así lo sea por el resto de la década, pero difícilmente empeorará más. Tal como lo señala The Economist en su última portada, los Estados Unidos se están “europeizando” en el sentido de mantener un sistema político empantanado que sólo llega a acuerdos mediocres de último minuto para salvar los abismos que enfrentan. Así, les será muy difícil volver a alcanzar una velocidad de crucero y cada vez será más sencillo para China arribar al podio de la economía mundial.

Felizmente, en el frente interno tenemos componentes vigorosos de la demanda agregada, por lo menos por un par de años más, que más que compensan el frágil escenario internacional. Las inversiones, tanto privadas como públicas, siguen creciendo por encima del PBI, por lo que juntas se van acercando al ratio de 30% del PBI de algunos países asiáticos. Por su parte, el consumo privado y el gasto de gobierno también están aumentando por encima del 5% real anual. Como resultado,y a pesar de la gruesa ineficiencia estatal en casi todos los sectores, volveríamos a alcanzar un récord de crecimiento de América Latina por dos años consecutivos con una expansión cercana al 6%.

Esta sería la base para avances en el ámbito laboral, que podrían ser mayores con una legislación laboral menos rígida. La tasa de subempleo disminuiría conforme el crecimiento genera mejores empleos, que sustituyan los cachuelos que todavía son la fuente de ingresos para un tercio de la fuerza laboral limeña, mientras que el desempleo podría situarse por debajo del 6%. Esta es la radiografía capitalina que se puede esbozar con la encuesta de empleo del INEI. Sin embargo,para el resto del país hay limitaciones de datos(las estadísticas del Ministerio de Trabajo andan atrasadas, aunque se necesita  estadísticas oportunas para mejores decisiones públicas y privadas). Y sabemos, que a diferencia de las épocas de Valdelomar, Lima ya no es todo el Perú, pues el auge es sostenido en muchos otros puntos del país.

Más allá de supersticiones, 2013 debería ser un año razonable de crecimiento en la economía y empleo del país. Pero ello no debe dar lugar a la complacencia. Por el contrario, la relativa abundancia de recursos y la estabilidad económica deben ser el marco indispensable para profundizar las reformas necesarias en los campos de infraestructura, educación, laboral, inclusión económica y social, instituciones y modernización del Estado, para que el Perú evite la trampa de ingresos medios y se encamine de manera sostenida al desarrollo.


Publicado en El Comercio el 9 de Enero de 2013