lunes, 15 de febrero de 2016

Copiar y pegar

Hace cinco años en esta misma columna urgía a que “evitemos una generación copiar y pegar” a propósito de los riesgos y oportunidades que brindan las nuevas tecnologías de la información en el ámbito académico. Entre las ventajas que ofrece el mundo de hoy indicaba que (y cito textualmente entre comillas, como debe hacerse): “los jóvenes tienen todo el conocimiento de la humanidad al alcance de un click, pues Google y otros buscadores superan a la mejor biblioteca física del mundo, almacenando y buscando el conocimiento acumulado al instante” (El Comercio, 29/6/2011, página B4).

Entre las amenazas presentes decía que “quizás el síndrome más emblemático de la actual generación es esa propensión casi instintiva a copiar y pegar el primer texto que aparece en el buscador, sin preguntarse si es verdadero, falso o incierto ni RESPETAR la autoría intelectual del mismo. Muchos jóvenes sobreentienden, o malentienden, que todo texto disponible en el Internet es de propiedad pública y que puede copiarse sin reconocer que cometen una grave falta ética al apropiarse de un producto ajeno. Tenemos que evitar este mal desde la formación y educación temprana. Necesitamos individuos juiciosos y reflexivos que utilicen, ética y creativamente, las grandes herramientas a su alcance”.

Las instituciones educativas tienen que formar a los estudiantes en esta cultura de la ética, reflexión y trabajo original de producción del conocimiento. Muchas de ellas hacen firmar un compromiso de honor al alumno desde su ingreso a que no realizará actos de plagio o apropiación de producción intelectual, sin respetar la autoría de otros y citarlos apropiadamente. Las sanciones, apenas detectada la falta, van desde amonestaciones y calificación cero en la prueba o asignatura, hasta la inhabilitación para obtener grados, suspensión y expulsión de las aulas universitarias.

Precisamente, hace sólo cuatro meses en este mismo medio desarrollábamos el “método PHD” como guía para una elección adecuada de la carrera universitaria teniendo en cuenta la pasión que se sienta por la profesión futura, las habilidades que se exhiban y las demandas del mercado laboral. En ese contexto, se explicaba que Ph.D. es la abreviatura original del término latín “Philosophiae Doctor” que significa Doctor en Filosofía. Es el más alto grado académico otorgado en ciencias exactas, sociales y humanidades en muchas de las mejores universidades de investigación del mundo.

Y cito textualmente que “para obtener un Ph.D. se necesita, además de contar con los grados previos de bachillerato y maestría, demostrar un sobresaliente nivel y profundidad de conocimiento en la disciplina, y desarrollar y defender una tesis doctoral de investigación ORIGINAL que contribuya a expandir el stock de conocimiento en la materia” (El Comercio, 16/9/2015, página B9).

No solo necesitamos recuperar la calidad académica de la educación universitaria en el Perú, sino también su dimensión ética. En la última semana se han revelado elementos que evidenciarían actos de plagio en tesis de varios niveles universitarios que deben ser esclarecidos objetiva y contundentemente con prontitud. Felizmente, las nuevas tecnologías de información también pueden ser una estupenda aliada para resolver estos casos de manera urgente, por el bien de la calidad y moralidad de la educación y la sociedad peruana.

Artículo publicado en el Diario El Comercio el 3 de febrero de 2016.