miércoles, 27 de junio de 2012

Érase una vez España


Ya las exportaciones peruanas, textiles y agropecuarias entre otras, están acusando el golpe de la crisis española. A continuación algunas impresiones de observar dicha crisis “en vivo y en directo” recientemente en Madrid y Santiago de Compostela. El dato más llamativo es la “fatídica doble P”: Paro y Prima. La tasa de paro español (desempleo abierto) bate récords de 24% en total y 52% para los jóvenes, como consecuencia de  dos graves recesiones en menos de tres años. Hay largas colas en las oficinas públicas de empleo pugnando por escasas vacantes. Sin embargo, noto contrastes: muchos españoles no están dispuestos a aceptar cualquier empleo (ni renunciar a la siesta) aún en tiempos de crisis. No encuentro botones en hoteles de cuatro estrellas y me es difícil conseguir taxi y establecimientos abiertos entre 2 y 4 de la tarde.

La prima de riesgo (o “riesgo país”) llega a máximos históricos superiores a 500 puntos básicos (la peruana está en menos de 200). Los bonos españoles tienen que pagar 5% más que los bonos alemanes (el activo libre de riesgo comparable) para obtener demanda. Reditúan cerca de 7% anual, tasa considerada por los mercados como señal de insostenibilidad (así pasó previamente con Grecia, Irlanda y Portugal).

¿Cómo llega España a esta situación? Encuentro consenso entre los españoles sobre los excesos cometidos en los últimos años. El crédito fácil de cajas de ahorro regionales y otras financieras a personas sin ingresos ni empleo estables, para adquirir viviendas a precios astronómicos, ha sido un claro ejemplo de exuberancia que tenía que acabar. El precio de las casas va cayendo ya más de un tercio con el final de la “burbuja inmobiliaria”. Los excesos en el sector público (déficit fiscal de más de 8% del PBI, obras públicas de dudosa rentabilidad social) y la clase política también son conocidos: medio millón de políticos remunerados (el doble de Alemania con la mitad de población).

¿Va a regresar España al mundo sub-desarrollado? No lo creo. España ha logrado un ingreso per cápita de 33 mil dólares anuales, casi seis veces más que el nuestro (y tres veces más en paridad de poder de compra). Este desarrollo alcanzado (que se manifiesta, por ejemplo, en una infraestructura física envidiable) no es cosa del pasado reciente. En la década del 50, el ingreso promedio español no difería mucho del peruano (era sólo 25% mayor). En décadas posteriores se amplió la brecha, destacando nítidamente el período 1960-1974 en el que España creció a 7.5% promedio anual per capita, siendo superado mundialmente sólo por Japón.

España ha cruzado el umbral del desarrollo hace buen rato, pero le va a costar mucho dolor y varios años más salir adelante de esta crisis. Recién se están tomando medidas que debieron suceder hace tres años, como la reestructuración bancaria, y aún faltan más reformas en el campo fiscal y laboral. Además, la salida ordenada de este embrollo depende no solo de decisiones en Madrid, sino en Bruselas, y críticamente en Berlín y Frankfurt.

Esta crisis europea demuestra que no basta con la integración monetaria para que sobreviva una moneda común. Se necesita también la integración bancaria y, sobretodo, fiscal. Es decir, que cada estado europeo renuncie a una parte importante de su poder y soberanía en aras de un futuro común sostenible y en paz.


Públicado en El Comercio, 27 de Junio de 2012

¿Adiós horarios de oficina?


El acelerado e incesante progreso tecnológico en las comunicaciones y manejo de la información está cambiando la tradicional distribución de nuestros días entre el tiempo dedicado al trabajo y aquel destinado a la vida personal. Cada vez resulta más borrosa la línea divisoria entre el “horario de trabajo” y el “resto del día”.

En este sentido, empresas, colaboradores y la legislación laboral tienen que adaptarse flexible y creativamente a esta realidad que hace tiempo llegó para quedarse. Para las empresas va a resultar cada vez menos efectivo, y hasta contraproducente, prohibir a sus colaboradores conectarse a las redes durante las horas formales de oficina. Por el contrario, la conectividad permanente bien utilizada podría ayudarlos a ser más creativos (por lo menos en puestos profesionales y técnicos que demandan constante innovación), a aprovechar las redes de contactos en forma oportuna, y a contribuir a la competitividad y productividad de la empresa.

En Melbourne, Australia, se constató que la conexión a redes sociales ayudaba a incrementar la productividad laboral en 9%. En cinco países europeos, 46% de los encuestados consideró que las redes les potenciaba la creatividad. Por supuesto que cada empresa localizada en el Perú deberá definir su situación óptima particular, en función de la naturaleza de su negocio, sector específico que atiende y tipo de ocupación de cada empleado o grupo de empleados.

Como contrapartida, el colaborador deberá terminar satisfactoriamente las tareas encomendadas y cumplir con las metas acordadas, donde sea y cuando sea, siempre que respete a cabalidad los plazos. El contrato laboral futuro más eficaz para ambas partes sería aquel que establezca responsabilidades claras por tareas y metas específicas. Estaremos ante una nueva definición de trabajadores, 24x7, y una nueva materialización del tiempo de ocio, que salpicará la vida misma en todo momento, y que deberá promover siempre la productividad individual y corporativa.

Sin embargo, como todo exceso en la vida puede ser malo, enumero algunas ideas sencillas y reglas prácticas que podrían considerarse:

1) Los grupos de trabajo tendrán que acordar “apagones de conectividad” durante sus reuniones, para enfocarse en lograr resultados tangibles luego de 45 minutos de atención y aporte de todos sus concurrentes (además de eliminar la descortés práctica de leer e-mails en plena reunión de trabajo, en la que tarde o temprano todos caemos).

2) El individuo deberá establecerse horas de “apagón individual” para concentrarse en tareas importantes, prioritarias o urgentes (el excesivo multitasking ciertamente afecta la salud y la productividad de largo plazo).

3) La persona tendrá que fijarse como política detener la lectura de redes sociales y respuestas a e-mails por lo menos una hora antes de dormir (se ha demostrado mayores dificultades para lograr un sueño profundo y reparador en individuos que se acuestan conectados con las tablets y smartphones encendidos).

Se trata de manejar apropiadamente el natural estrés que está provocando la “sobrecarga informativa” y exceso de “estímulos informativos”. Al final de cuentas, el bienestar mental, tanto como el físico, serán más importantes que nunca para mantenerse sanos y productivos en esta era de la información ilimitada.


Artículo para El Comercio, 28 de Mayo de 2012

Crecimiento reciente y generación de empleo


A propósito del Día del Trabajo celebrado ayer, cabe preguntarse por la relación entre el crecimiento económico actual y el aparente estancamiento del empleo en estadísticas recientes. La semana pasada, el Ministro de Economía confirmaba que la economía había crecido 6.2% en el primer trimestre del año, una de las cifras comparativas más altas en este incierto panorama internacional. Sin embargo, el INEI indicaba que el empleo total en Lima Metropolitana se había expandido solo 0.7% en el mismo período de tiempo, en relación a similar trimestre del año anterior.

Con justa razón, muchos peruanos desconfían de las confusas cifras de empleo que a veces parecen demasiado optimistas (como cuando mostraban crecimientos del empleo en medio de tiempos recesivos) y otras, como en la coyuntura actual, un tanto pesimistas porque el empleo no aumentaría a pesar de que la economía peruana marcha como muy pocas en el mundo.

Sucede que el crecimiento del empleo total en una economía depende tanto de la mayor demanda de trabajadores, por parte de las empresas en auge, como del comportamiento de la oferta laboral, por parte de la población. El estancamiento registrado se debería principalmente a razones de oferta. Son principalmente los jóvenes que han reducido su tasa de participación e incrementado su inactividad laboral. En este sentido, resulta crítico determinar si estos jóvenes siguen estudiando pues, de acuerdo a estimados recientes de Juan Chacaltana, el número de jóvenes que ni estudia ni trabaja todavía supera el millón en todo el país.

En el lado positivo, la mayor demanda de trabajadores por parte de las empresas está aumentando el empleo adecuado, aquél con remuneraciones suficientes para pasar el umbral de la pobreza monetaria, a ritmos de dos dígitos en los últimos años. Los ingresos reales promedio también están mejorando a tasas cercanas al 10% anual reflejando esta mayor capacidad de la economía de absorber a la población en ocupaciones productivas, sacándolas del subempleo y la pobreza. En este caso aumentan más las remuneraciones reales de técnicos, lo que indicaría una creciente escasez de mandos intermedios, manifestada en reiteradas oportunidades por los gremios empresariales.

Estamos pues ante una paradoja más de nuestra economía. Habría más de un millón de jóvenes que ya no estudia, pero que tampoco trabaja ni busca activamente un empleo, y cientos de empresas que necesitan de estos jóvenes bien calificados en ocupaciones técnicas pero que no los consiguen. He aquí un papel crucial del Estado en esta coyuntura: acercar esa oferta de jóvenes con esa demanda de empresas, a través de un Plan Nacional de Formación y Empleo Juvenil y programas tales como Jóvenes a la Obra y Beca 18.

Debemos seguir cosechando los frutos de dos décadas de estabilidad económica, que se ha convertido en un patrimonio nacional felizmente resguardado por sucesivos gobernantes, y continuar sembrando capital humano y empleabilidad en todos los peruanos para alcanzar el desarrollo sostenido. No permitamos que el crecimiento se detenga por esta paradoja en tiempos inmejorables para el país.


Artículo para El Comercio, 2 de Mayo de 2012.

La desigualdad también ha disminuido


La nueva serie de pobreza del Instituto Nacional de Estadística e Informática revela que este indicador se redujo prácticamente a la mitad entre los años 2004 y 2010 (de 58.7% a 30.8% respectivamente). Así, el Perú cumpliría el principal Objetivo de Desarrollo del Milenio cinco años antes del plazo señalado. Esta es una buena noticia que no debe pasar desapercibida. Gracias a las elevadas tasas de crecimiento económico, el Perú está consiguiendo metas reservadas antes sólo para países asiáticos, y estaríamos a mitad de camino para lograr un nivel mínimo de satisfacción de necesidades básicas para todos los peruanos. Sin embargo, el contra-argumento inmediato que se esgrime es la persistente desigualdad de nuestro país.  Se afirma, con justa razón, que podemos estar bien encaminados en los promedios nacionales, pero las brechas son muy grandes, sobre todo al interior del país.

La respuesta alentadora es que también la desigualdad monetaria ha caído en el Perú, después de muchas décadas. En un trabajo reciente con Juan Francisco Castro y José Luis Bacigalupo, disponible como Documento de Discusión en www.up.edu.pe/ciup, analizamos este fenómeno entre 1997 y el 2010. Encontramos una reducción de la desigualdad de 13.4% medida a través del Coeficiente de Gini calculado con la información de ingresos de las Encuestas Nacionales de Hogares. Asimismo, estimamos el Coeficiente de Gini con los datos agregados de las Cuentas Nacionales y comprobamos que la caída en la desigualdad es un resultado robusto al potencial sub-reporte en los percentiles más altos de la distribución de ingresos y gastos. La famosa Curva de Lorenz, cuya “barriga” refleja la extensión de la desigualdad, se ha “adelgazado” por primera vez en mucho tiempo, especialmente entre los deciles 4 al 8, a quienes se les puede considerar la creciente clase media del país.

¿Cuáles han sido las variables detrás de este resultado? El estudio encuentra que hasta la cuarta parte de la mejora puede ser atribuida a programas estatales de transferencias de ingresos, principalmente JUNTOS, mientras los tres cuartos restantes se deben a fuerzas del mercado, tales como el incremento en los ingresos laborales por el traslado del subempleo hacia empleos más productivos generados por el crecimiento y la inversión privada (este proceso se facilita con una legislación laboral flexible, no con el actual Proyecto de Ley General del Trabajo que incrementaría fuertemente la rigidez en el  mercado laboral peruano).

No todo es positivo, pues la incidencia de la pobreza rural está disminuyendo a la mitad del ritmo que su contraparte urbana, y ahora es tres veces mayor a aquella (61% versus 20% respectivamente).  Asimismo, los aprendizajes en nuestros niños de segundo grado se han estancado en el 2011 (sólo 13% en matemáticas y 30% en comprensión de lectura), por lo que el impulso inicial de reducción de desigualdad se podría agotar rápidamente, y hasta revertirse, si es que no mejora pronto la calidad de la formación de capital humano en los sectores con mayores desventajas económicas y sociales.

Los buenos equipos técnicos reclutados para la política social, principalmente en los Ministerios de Inclusión y Desarrollo Social, Educación, y Economía y Finanzas, tienen la ardua tarea de hacer realidad que esta desigualdad, sobretodo de oportunidades, siga cayendo sostenidamente, a la par que se continúa con un elevado crecimiento económico. Importantísimo reto que todos debemos apoyar desde donde nos corresponda.


Artículo para El Comercio, 7 de Abril de 2012.