jueves, 27 de enero de 2011

Profesionales infelices

Resulta absolutamente paradójico que, en medio del auge económico peruano y expansión del empleo, los ingresos laborales para el promedio de la fuerza laboral se estén reduciendo en los últimos meses (2% en términos nominales y 4% en niveles reales). Las cosas se hacen más claras cuando miramos el nivel educativo de los trabajadores. Los individuos con educación primaria y secundaria sí están obteniendo aumentos remunerativos del orden del 5% real en términos anuales. Son los profesionales técnicos y universitarios los que están sufriendo recortes en sus ingresos reales (4% y 12%, respectivamente).

La teoría económica ofrece dos herramientas para explicar este deterioro de las remuneraciones profesionales. La ley de oferta y demanda predice que el salario se reduce cuando la demanda disminuye o cuando la oferta aumenta. En un período de crecimiento económico como el actual, las empresas demandan más trabajadores. Es más, en esta era del conocimiento, la demanda por profesionales aumenta relativamente más, por lo que debiera esperarse mas bien un aumento en sus remuneraciones. El incremento de la oferta de profesionales sería más consistente con la realidad actual. Ha crecido enormemente la matrícula y el número de instituciones de educación superior. Ello se traduce hoy en día en una gran oferta de profesionales y técnicos que tiende a reducir sus sueldos.

El otro principio económico para explicar el fenómeno de profesionales infelices es que las empresas pagan a sus trabajadores el valor de su productividad marginal, es decir, aquello que le agregan de valor a la empresa y economía del país. Si dicho valor cae porque los profesionales no han sido formados con la calidad y pertinencia adecuada, entonces, automáticamente sus remuneraciones reales se reducen.

Detrás de esta constatación se encuentra el creciente divorcio de muchas universidades e institutos con las necesidades de las empresas y la histórica ausencia de mecanismos de regulación y acreditación de la calidad y pertinencia de la oferta educativa en el país. Es hora de acelerar la implementación de estos estándares para evitar una nueva generación de profesionales frustrados y para impedir que su deficiente calidad se convierta en la restricción más importante para el desarrollo económico del país.

Artículo para El Comercio, 13 de diciembre de 2010

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