jueves, 29 de agosto de 2013

Contribución a la educación técnica

Hace un año, en la sección económica de este mismo diario, relatábamos el exitoso caso del Colegio Fe y Alegría (CFA) 58 en Jicamarca, una zona de pobreza extrema cercana a la capital. Allí, cerca del 80% de niños logran todos los aprendizajes esperados en comprensión lectora y matemáticas, superando números alcanzados por colegios de clase media-alta del país. Resaltábamos como elementos centrales del éxito del CFA 58: el liderazgo de su directora, quien selecciona cuidadosamente a los maestros públicos no sólo por su capacidad de enseñanza, sino por su personalidad y empatía con la niñez; el clima institucional extraordinariamente acogedor; y muchas estrategias creativas, como los coloridos brazaletes, que lucen orgullosos los niños luego de centenares de lecturas voluntarias.

Pero Fe y Alegría también cree y practica la formación técnico-vocacional para que los jóvenes puedan emplearse al terminar la educación secundaria, si así lo necesitan. Los talleres de capacitación técnica de FYA privilegian decisiones vocacionales informadas en especialidades desarrolladas paralelamente a los estudios generales. Durante el primero y segundo de secundaria, los alumnos rotan por diversos talleres de modo que estén familiarizados con cada opción laboral, con sus procesos productivos, y puedan elegir el taller de especialización posterior cursado durante los tres últimos años de secundaria.

Las especialidades elegidas son dictadas no solo por la demanda estudiantil, sino en función al tejido productivo local. Los talleres se asocian a 19 opciones laborales como carpintería, electricidad, industria textil y vestimenta, aula-empresa (asociado a emprendimientos), industrias alimentarias, actividad agropecuaria, artesanía, computación, música, joyería, tejido-bordado, y mecánica.

El entrenamiento en cada taller demanda un equipamiento adecuado y personal docente con experiencia en actividades técnicas, los cuales no siempre están disponibles en las instalaciones de los colegios FYA. En estos casos, se trabaja en coordinación con cuatro Institutos Superiores Tecnológicos (presentes en Ayacucho, Amazonas y Lima)  y tres Centros de Especialización Técnico Productiva (todos en Lima) que se encuentran bajo la administración de FYA. Por último, las capacitaciones son reconocidas con un diploma con mención en la especialización elegida, el cual es otorgado por la organización FYA al finalizar la secundaria.


Hace décadas que, en la práctica, la educación secundaria peruana abandonó la formación técnica de sus estudiantes. Es urgente retomarla, en nombre de la educación pertinente e inclusión social y productiva, replicando muchas de las buenas prácticas de Fe y Alegría, también en este nivel educativo.

Publicado en El Comercio el 26 de Agosto del 2013.

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