viernes, 17 de noviembre de 2017

Agroexportaciones en rankings mundiales

Entre las noticias positivas recientes provenientes del terreno económico (la demanda interna está creciendo nuevamente, la inversión pública aumenta y la privada da señales de recuperación), del ámbito social (los índices de criminalidad comienzan a reducirse, aunque la sensación de inseguridad todavía es elevada) y, singularmente, desde el mundo deportivo (tenemos una selección de fútbol competitiva que está luchando, merecidamente, por un cupo a Rusia 2018), una nota que causó mi atención fue la expectante ubicación de muchas de las nuevas agroexportaciones peruanas en los ránkings mundiales, de acuerdo con cifras recopiladas por el BCR.

Cuando residía en EE.UU. a principios de este siglo, ¡qué difícil era encontrar una buena palta peruana para el desayuno o la ensalada! Hoy en día somos el segundo exportador de paltas en el mundo y tenemos acceso a los principales mercados de destino. También era imposible imaginar que la quinua peruana fuera parte del menú de restaurantes gourmet en las principales capitales del mundo. En la actualidad, somos el primer exportador mundial de quinua, y también de castañas (nueces del Brasil) y espárragos frescos. El salto en berries (arándanos) ha sido espectacular, pasando del puesto 39 al tercero en los últimos cinco años, ubicación en la que también se encuentran los mangos frescos. Y cómo no mencionar los casos del cacao en grano y uvas frescas, que ocupan el cuarto y quinto lugar en sus respectivos ránkings mundiales de exportación.

En un reciente artículo en “Lampadia”, Carlos Amat y León, profesor emérito de la Universidad del Pacífico y ministro de Agricultura en dos ocasiones, sostiene que estos números reflejan un cambio estructural en el agro peruano, como consecuencia de décadas de estabilidad y reformas en el sector. Por ejemplo, las 30 mil hectáreas que utilizamos para la exportación de uvas y arándanos generaron US$883 millones en el 2016. Esta cifra es comparable con los US$885 millones que pagamos ese mismo año por importaciones de soya. He ahí la transformación: Amat estima que se utilizaría un millón de hectáreas para producir toda nuestra soya importada; es decir, conseguimos la seguridad alimentaria de nuestra población cultivando 30 mil hectáreas de uva y arándanos, y ahorrándonos el uso de un millón de hectáreas.

En síntesis, Amat explica que para la exportación de 10 principales nuevos productos agrícolas utilizamos un total de 180 mil hectáreas, y generamos US$2.600 millones de valor. Con este monto, importamos los alimentos e insumos cruciales para nuestra economía que el resto del mundo produce utilizando ¡2 millones 600 mil hectáreas!

Sabemos, además, que este auge agroexportador ha generado cientos de miles de empleos formales, logrando situaciones de virtual pleno empleo en varias regiones de la costa peruana. Estuve hace poco en La Libertad comprobando esta transformación que, si bien es cierto ha sido afectada transitoriamente por los embates de El Niño costero, debe continuar y consolidarse, asegurando y ampliando la infraestructura de irrigaciones, carreteras, puertos e innovaciones. Esto con el fin de seguir incrementando la cantidad, variedad y el valor agregado de todos estos productos de exportación que son un motivo más de orgullo nacional.

PD: Esperamos que, superada la crisis política de esta semana, se dé paso a un largo período de mayor estabilidad política y avance en reformas estructurales. El Perú lo reclama y se lo merece.


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