Lo primero que se necesita para
seguir reduciendo la pobreza, actualmente en 25.8%, es sostener un crecimiento
económico de 6% anual, sobre la base de una vigorosa inversión privada que aumente
a ritmos anuales de dos dígitos. Estas inversiones, con horizontes de mediano y
largo plazo, requieren de políticas claras y estables que generen confianza
empresarial, y de mucha mayor agilidad estatal para acelerar la implementación
de proyectos.
Lo segundo es profundizar las mejoras
en infraestructura, educación y políticas sociales. Esto último es indispensable
por la existencia de poblaciones atrapadas en “trampas de pobreza” a las que no
llega tan rápidamente el crecimiento económico ni el bienestar. Si bien la
pobreza en la sierra rural ha descendido en los últimos años, todavía afecta a casi
60% de su población.
Precisamente, el libro “Repensar
la pobreza” de Abhijit Banerjee y Esther Duflo es un magnífico compendio sobre políticas
y programas que han tenido o no impactos positivos en cubrir las necesidades apremiantes
de los pobres como una nutrición y salud adecuada, educación de calidad,
protección social contra eventos adversos, acceso a mejores empleos, servicios
financieros para sus emprendimientos, etc.
En las últimas décadas ha
crecido el escepticismo acerca del impacto real de la asistencia para el desarrollo.
Hoy se exige mayor transparencia en el manejo de los presupuestos y resultados
positivos bien medidos. Por ello se utilizan cada vez más metodologías
rigurosas de evaluación llamadas “experimentos controlados aleatorizados”
(randomized controlled trials). Estos aíslan el real impacto del programa
utilizando el seguimiento, antes y después del programa, a los beneficiarios y
a un grupo de control lo más idéntico posible.
Para asegurar la equivalencia
inicial, el procedimiento ideal es sortear dentro de los interesados en el
programa un grupo de beneficiarios y otro de no beneficiarios, que funciona
como grupo de control de la intervención. Esta metodología, que suele ser
moneda común en experimentos clínicos y otras ciencias, se ha desarrollado recién
en las últimas dos décadas en economía. Banerjee y Duflo son autoridades
mundiales en su aplicación para la economía de la pobreza.
De hecho, el libro estructura
de una manera ágil y convincente la evidencia de casi 300 evaluaciones de
impacto alrededor del mundo. Y los resultados acopiados pueden ayudar mucho a
diseñar programas innovadores, construir mejores modelos conductuales y simular
políticas alternativas.
Por ejemplo, en el campo
educativo, dos papers suyos demuestran cómo estrategias de enseñanza
diferenciadas para subgrupos de estudiantes del mismo grado, pero con distintos
niveles de conocimiento y velocidades de aprendizaje, logran muchos mejores
resultados para todos, comparadas con típicas estrategias uniformes. Asimismo,
cómo las tecnologías de la información hacen factible esta diferenciación porque
permiten que se aprenda a diferentes ritmos, tal como lo comprueba el portal Khan
cuyo fundador nos visitara hace poco.
Va a ser una gran oportunidad para
aprender más de la sabiduría recopilada por Banerjee su conferencia magistral
en la Universidad del Pacífico este viernes 31 en la mañana. Responsables de
políticas económicas y sociales, académicos e investigadores por igual podemos
sugerir, diseñar e implementar mejores políticas y programas, a partir de esta rica
experiencia ganada en todo el mundo.
Publicado en El Comercio el 27 de mayo de 2013
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