lunes, 6 de mayo de 2013

La educación y el trabajo que queremos


En esta era del conocimiento, un trabajo de calidad supone una educación de calidad previamente adquirida. Las inquietudes expresadas en el reciente Foro Económico Mundial corroboran que este débil pilar de la competitividad peruana será un freno a nuestro conocimiento y desarrollo inclusivo.

Hace unas semanas se conocieron los resultados de la Evaluación Censal de Estudiantes de Segundo Grado (ECE 2012) y, luego de un par de días en los medios, dejó de ser noticia. No debe ser así, nos deberíamos preocupar por la educación todo el año.

En comprensión lectora no se consiguió mejoras satisfactorias frente al 2011 (solo 3 de cada 10 niños del país logran los aprendizajes esperados), aunque hubo progreso en el nivel más básico de lectura (pasó de 47,1% a 49,3%) , sobre todo en colegios estatales y rurales. En matemáticas la tendencia fue similar: estancamiento en el nivel satisfactorio (solo 12,8% lo logran) y mejora en el nivel básico (de 35,8% a 38,2%) en escuelas públicas y rurales.

Al observar ejemplos de matemáticas en la prueba, encontramos que aumenta la capacidad de realizar ejercicios mecánicos de suma y resta, pero no la comprensión de conceptos concretos ni su utilización para resolver problemas prácticos.

Pruebas al canto. Ejemplo 1: “Hay 26 lapiceros en una cajita. 14 son rojos y el resto azules. ¿Cuántos lapiceros son azules?”. Ejemplo 2: Se muestra un gráfico con 21 tarjetas. ¿Cuántos grupos de 10 tarjetas se pueden conformar? ¡Solo 13 de cada 100 niños peruanos responde correctamente este tipo de preguntas! Todavía peor: hace tres años que andamos estancados, a pesar de los enormes esfuerzos realizados por los dos últimos gobiernos en este campo.

Habría que evaluar: 1) si las estrategias actuales de capacitación y acompañamiento docente, y los materiales producidos en estos años, pueden mejorar sustantivamente estas competencias fundamentales para formar peruanos productivos; 2) el porcentaje real de profesores actuales que puede trabajar con estrategias pedagógicas modernas y la proporción que difícilmente puede reconvertirse; 3) si la formación actual en las facultades e institutos pedagógicos asegura que las próximas generaciones de peruanos podrán adquirir estos aprendizajes; 4) la manera como padres de familia, con escaso tiempo para tareas del hogar, pueden reforzar los aprendizajes; 5) la forma como los directores, que deben ser los líderes pedagógicos de la escuela, se hacen corresponsables de objetivos de aprendizaje en todo el plantel escolar; 6) estudiar a fondo los casos de éxito, trátese de colegios públicos o privados, sobre todo en condiciones de pobreza, para identificar prácticas innovadoras que se puedan escalar y expandir rápidamente en todo el Perú.

Nos debemos preocupar urgentemente de estas etapas tempranas de la formación de capital humano puesto que, como demuestran dos recientes publicaciones del CIUP – “La trampa educativa en el Perú” y “La educación que queremos” en el libro “Cuando despertemos en el 2062”, el mediano plazo en el mercado laboral significa ya el corto plazo en nuestro sistema educativo.

Ese 87% de niños que no rindió satisfactoriamente la ECE 2012 tendrá 17 años en el bicentenario del 2021 y estará buscando insertarse en un empleo productivo para entonces  o deseando continuar sus estudios superiores para aportar al país de manera profesional.

¿Será posible formarlo competitivamente con todas estas desventajas que está acumulando desde los grados iniciales de primaria? 

Publicado en El Comercio el 1 de Mayo del 2013

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