En esta era del
conocimiento, un trabajo de calidad supone una educación de calidad previamente
adquirida. Las inquietudes expresadas en el reciente Foro Económico
Mundial corroboran que este débil pilar de la competitividad peruana será un freno
a nuestro conocimiento y desarrollo inclusivo.
Hace unas semanas se
conocieron los resultados de la Evaluación Censal de Estudiantes de Segundo
Grado (ECE 2012) y, luego de un par de días en los medios, dejó de ser noticia.
No debe ser así, nos deberíamos preocupar por la educación todo el año.
En comprensión lectora no se
consiguió mejoras satisfactorias frente al 2011 (solo 3 de cada 10 niños del
país logran los aprendizajes esperados), aunque hubo progreso en el nivel más
básico de lectura (pasó de 47,1% a 49,3%) , sobre todo en colegios estatales y
rurales. En matemáticas la tendencia fue similar: estancamiento en el nivel satisfactorio
(solo 12,8% lo logran) y mejora en el nivel básico (de 35,8% a 38,2%) en
escuelas públicas y rurales.
Al observar ejemplos de
matemáticas en la prueba, encontramos que aumenta la capacidad de realizar
ejercicios mecánicos de suma y resta, pero no la comprensión de conceptos
concretos ni su utilización para resolver problemas prácticos.
Pruebas al canto. Ejemplo 1:
“Hay 26 lapiceros en una cajita. 14 son rojos y el resto azules. ¿Cuántos
lapiceros son azules?”. Ejemplo 2: Se muestra un gráfico con 21 tarjetas. ¿Cuántos
grupos de 10 tarjetas se pueden conformar? ¡Solo 13 de cada 100 niños peruanos
responde correctamente este tipo de preguntas! Todavía peor: hace tres años que
andamos estancados, a pesar de los enormes esfuerzos realizados por los dos
últimos gobiernos en este campo.
Habría que evaluar: 1) si
las estrategias actuales de capacitación y acompañamiento docente, y los materiales
producidos en estos años, pueden mejorar sustantivamente estas competencias
fundamentales para formar peruanos productivos; 2) el porcentaje real de
profesores actuales que puede trabajar con estrategias pedagógicas modernas y
la proporción que difícilmente puede reconvertirse; 3) si la formación actual
en las facultades e institutos pedagógicos asegura que las próximas
generaciones de peruanos podrán adquirir estos aprendizajes; 4) la manera como
padres de familia, con escaso tiempo para tareas del hogar, pueden reforzar los
aprendizajes; 5) la forma como los directores, que deben ser los líderes
pedagógicos de la escuela, se hacen corresponsables de objetivos de aprendizaje
en todo el plantel escolar; 6) estudiar a fondo los casos de éxito, trátese de
colegios públicos o privados, sobre todo en condiciones de pobreza, para
identificar prácticas innovadoras que se puedan escalar y expandir rápidamente
en todo el Perú.
Nos debemos preocupar
urgentemente de estas etapas tempranas de la formación de capital humano puesto
que, como demuestran dos recientes publicaciones del CIUP – “La trampa educativa
en el Perú” y “La educación que queremos” en el libro “Cuando despertemos en el
2062”–, el mediano plazo en el mercado laboral significa ya el corto plazo en
nuestro sistema educativo.
Ese 87% de niños que no
rindió satisfactoriamente la ECE 2012 tendrá 17 años en el bicentenario del
2021 y estará buscando insertarse en un empleo productivo para entonces o deseando continuar sus estudios superiores
para aportar al país de manera profesional.
¿Será posible formarlo
competitivamente con todas estas desventajas que está acumulando desde los
grados iniciales de primaria?
Publicado en El Comercio el 1 de Mayo del 2013
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