En la jerga
económica, un mercado laboral “caliente” es aquel con altos índices de
contratación, bajas tasas de desempleo e incrementos en remuneraciones por
encima de la inflación. Muy pocos mercados de trabajo en el mundo podrían
calificar como calientes hoy. El mercado americano empieza a registrar aumentos
de temperatura, pues su desempleo cae lentamente desde un máximo de 10% en la
crisis reciente a 7.7% este febrero, pero aún está lejos del sobrecalentamiento
(el mínimo de 4.4% del 2007). Mientras tanto, zonas enteras de Europa parecen
tan gélidas como el Polo Norte con un récord de 5 millones de españoles en paro
que representan 25% de su fuerza laboral.
Por el
contrario, el mercado laboral peruano tiene algunos signos de calentamiento global.
El desempleo en Lima ha disminuido 40% en los últimos siete años, de 10.8% a
6.4%. Los ingresos promedio mensuales aumentaron de 789 a 1,349 soles en el
mismo período, un incremento nominal de 71% y real de 37%. Las estadísticas
indican que todos los grupos poblacionales han mejorado, aunque a diferentes velocidades.
Históricamente
el desempleo ha sido mayor para mujeres que hombres, no obstante, este exceso
se ha incrementado de un tercio a dos tercios recientemente (mientras que el
desempleo masculino está en 4.9%, el femenino asciende a 8.3%) denotando
problemas de menor empleabilidad en las mujeres.
Los jóvenes
suelen tener mayor desempleo que los adultos, sin embargo, esta penalidad ha
pasado de dos a uno a tres a uno. Ahora la tasa de desempleo juvenil está en 13.9%
comparada con sólo 4.4% de tasa de desempleo adulta. El Ministerio de Trabajo debe
identificar qué dificultades de empleabilidad afectan a importantes segmentos de
jóvenes, a los que no llegan los frutos del vigoroso mercado laboral actual.
En cuanto a los
ingresos, hay diferencias notorias de acuerdo al nivel educativo de la mano de
obra. Mientras que trabajadores con primaria y secundaria experimentan
incrementos reales en sus ingresos de 48% y 40% respectivamente, los profesionales
con educación superior técnica y universitaria consiguen más modestas ganancias
de 33% y 16% cada uno. Sorprende que esto ocurra en medio de la vociferada
escasez de personal calificado.
Hay una aparente
esquizofrenia de resultados: falta y sobra al mismo tiempo mano de obra calificada
en el país. Escasea talento peruano preparado de alta calidad y pertinencia (por
lo que, en muchos casos, hay que contratar extranjeros) pero también abunda mano
de obra nacional supuestamente “calificada”, con título y todo, pero de muy
baja calidad y pertinencia. Este último grupo termina pesando más en las cifras
agregadas, por lo que encontramos ingresos universitarios que crecen menos que
las remuneraciones de técnicos y todavía menos que las de personal de baja
calificación.
En síntesis,
el mercado laboral peruano ha estado tan caliente como el verano mismo, aunque con
algunos sinsabores para grupos específicos. Las cifras reflejan un vertiginoso
crecimiento del empleo, mas no para todos: mientras más sofisticado el puesto
de trabajo, mayores las demandas por una formación técnica y profesional de
alta calidad. En otras palabras, el “cartón” universitario o técnico por sí
mismo no asegura para nada un buen empleo, si no está respaldado por una
formación de calidad y pertinencia para la exigente economía actual.
Publicado en El Comercio el 3 de Abril de 2013
Publicado en El Comercio el 3 de Abril de 2013
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