“Cinco hábitos de grandes
estudiantes” de Jonathan Olsen y Sarah Gross, profesores de la Escuela Secundaria
(pública) de Alta Tecnología de Lincroft, Nueva Jersey, es un excelente
material para empezar la reflexión, pues sus alumnos han obtenido los mejores
puntajes en las pruebas de ciencias y matemáticas de todo Estados Unidos.
Si bien se trata de estudiantes
de por sí muy talentosos, para haber logrado ingresar a esta prestigiosa
escuela, lo sorprendente es que durante sus años en ella siguen hábitos
sencillos de inculcar en todo tipo de alumno e institución educativa en
cualquier país del mundo, incluyendo el nuestro.
El primero es la lectura
cotidiana. Estos estudiantes leen mucho, temprano, tarde y seguido, pero no
solo sobre lo que dispone el currículo oficial, sino que realizan lecturas
independientes sobre temas que les interesan, académicos o no, teniendo los
periódicos, novelas, libros, revistas y fuentes de consulta a mano para
llevárselas a casa. ¿Recuerdan la experiencia de los brazaletes del “Fe y
Alegría 58” de Jicamarca?
La segunda práctica es la
redacción a diario. No siempre por una nota, sino como parte de su proceso
formativo por lo que reciben retroalimentación constante. Escriben todos, los
que se inclinan por letras y humanidades y los que destacan en ciencias y matemáticas,
pues saben que la llave para persuadir al mundo es la buena redacción.
La tercera es que siempre están
preparados para cualquier tipo de evaluación sobre sus aprendizajes y que tienen
estrategias diversas para lograrlos. Los días de exámenes nacionales son tan
motivadores para ellos como las fechas finales de los campeonatos deportivos.
El cuarto hábito es el
aprendizaje colaborativo. Lo que ocurre en el mundo real de las empresas se traslada
naturalmente a la esfera educativa. Estos estudiantes colaboran y aprenden entre
ellos, reconociendo y valorando las distintas fortalezas, gustos y estilos de
aprendizaje. Sabemos que en la vida adulta así trabajarán en equipos
multidisciplinarios y que allí aparecerán las grandes innovaciones del futuro.
Por último, está la práctica del cuestionamiento
constante de lo que aprenden. Estos muchachos acostumbran preguntar insistentemente
a sus maestros, hasta entender a fondo la materia que están aprendiendo, y para
pensar más allá del conocimiento convencional.
La lección universal de esta
experiencia es que se pueden lograr altos aprendizajes con recursos razonables,
desarrollando estos cinco hábitos sencillos, y seguramente otros más
relacionados también con aspectos socio-emocionales, pero que las piezas
fundamentales para estimularlos son los maestros y padres de familia.
Sabemos que la calidad educativa es
el reto más grande para la sostenibilidad de nuestro crecimiento y desarrollo. En
este sentido, los padres y autoridades debemos evaluar y pedir cuentas a los
maestros acerca del uso permanente de estas estrategias en el aula, pero
también debemos hacernos corresponsables de incentivar y facilitar estas
prácticas en todos los hogares del país.
Publicado en El Comercio el 1 de Marzo de 2013
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ResponderEliminarUna de las conclusiones del libro presentado es que los logros en materia de cobertura educativa que se han alcanzado en nuestro país en los últimos años no han ido acompañados por una mejora en la calidad de la enseñanza y en los resultados que obtienen los niños y los jóvenes en las escuelas del país.
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