TED es una de esas páginas de
Internet imperdibles para aprender algo nuevo de la frontera del conocimiento, cada
día, en forma didáctica y gratuita. Empezó con conferencias presenciales hace 30
años, pero desde el 2006 ha acumulado cerca de mil videos de 10 a 20 minutos sobre
ciencias, artes, educación, tecnología, desarrollo, entretenimiento, entre
otros interesantes campos.
Precisamente a través de TED
llegué a un fascinante debate sobre el futuro crecimiento de la productividad. Por
un lado, Robert Gordon, connotado macroeconomista de Northwestern University,
plantea que la actual revolución en tecnologías de información no genera los
impactantes saltos en productividad que sí lograron los grandes inventos de los
últimos dos siglos (energía eléctrica, motor a combustión, agua potable y desagüe,
entre otros).
Gordon se muestra pesimista acerca
de las tendencias de la productividad en el mundo y, sobre todo, en Estados
Unidos que tiene a su demografía, brechas educativas, desigualdad y elevada
deuda pública como problemas adicionales. Acaba su presentación proponiéndonos un
dilema muy gráfico: si tuviéramos que escoger entre acceder al inodoro o contar
con un smartphone, ¿con cuál nos quedaríamos?
Por el contrario, Erik Brynjolffson,
destacado economista de la información y tecnología del MIT, señala que estamos
en los inicios de la conversión de esta revolución fundamental de tecnologías
de computación en mayores y mejores bienes y servicios. La evidencia de
revoluciones tecnológicas anteriores muestra que hay un período de maduración de
varias décadas desde que ocurren las invenciones básicas hasta su masificación en
innovaciones comerciales y su generalización en todas las organizaciones y
procesos productivos.
Las ventajas de esta era actual
serían que es digital (los bienes y servicios digitales se pueden reproducir y
entregar simultáneamente millones de veces a costo marginal casi nulo y sin
perder un ápice de calidad), exponencial (como lo demuestra el incremento en la
capacidad de almacenamiento y procesamiento de información en aparatos cada vez
más minúsculos) y combinatoria (las nuevas innovaciones se montan sobre las
innovaciones anteriores).
De hecho, toda esta columna ha
sido posible gracias a la revolución de la información. De manera gratuita e
instantánea me puedo enterar de la frontera del conocimiento y aplicarla a mis
quehaceres de enseñanza, investigación y divulgación. Mucho del nuevo valor
provisto por estos servicios gratuitos está sucediendo tan rápido que ni
siquiera ha habido tiempo suficiente para diseñar metodologías de inclusión dentro
del PBI convencional (que considere todo el valor para los ciudadanos de
descargas gratuitas e ilimitadas de videos, páginas, audios, y aplicaciones que
pueden ser educativos, informativos o de puro entretenimiento).
La mayor parte de los
asistentes a este debate estuvieron de acuerdo con Brynjolffson. Yo también
considero que van a seguir generándose enormes ganancias de productividad gracias
a esta revolución fundamental en el modo en que nos comunicamos, adquirimos y
aplicamos conocimiento a todos los sectores productivos y ámbitos de la vida. Y
usted amigo lector ¿qué opina? (mientras tanto le recomiendo que se dé una
vuelta por TED con frecuencia para seguir aprendiendo, ganando productividad y
empleabilidad).
Publicado en El comercio el 30 de Abril del 2014
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